El 17 de julio, la Decimcuarta Caravana de Amistad de los Pastores por la Paz cruzó la frontera de Estados Unidos con Méjico con 80 toneladas de ayuda médica y humanitaria para Cuba. Los caravanistas, 100 ciudadanos estadounidense de 20 estados, viajaron a Cuba en desafío a las leyes norteamericana que imponen el bloqueo contra Cuba y a las restricciones de viaje a Cuba.
Junto con un pequeño grupo de europeos y canadienses, entraron a Méjico sin interferencia de las autoridades de EEUU. Ellos viajaron en autobuses, camiones, camionetas, y una ambulancia. El grupo, en camino a Tampico, Méjico, para cargar un buque con el material donado y los ocho vehículos para Cuba. El 19 de julio el grupo, ahora con 30 participantes mejicanos, partieron para La Habana en avión.
El reverendo Lucius Walker, dirigente de Pastores por la Paz, le explicó a la prensa el porqué los caravanistas se arriesgan ser enjuiciados por el gobierno estadounidense por viajar a esta isla. La política de EEUU hacia Cuba es “atroz, vil, mezquina, y coaccionadora”, dijo Walker. Él dijo que las acciones de los caravanistas es “decente y de buen vecino. En realidad Cuba es un país maravilloso, dedicando sus recursos para mejorar la calidad de vida de su gente”.
Walker elaboró, “En vez de ser un lacayo del capitalismo global, Cuba rechaza permitir que las corporaciones occidentales tengan condiciones favorables para robarle a su economía. Cuba merece nuestro apoyo y el de toda la gente decente del mundo”, especialmente cuando se enfrenta a provocaciones e intimidaciones creciente de parte de EEUU.
La delegación visitó a centros médicos, escuelas y asilos de ancianos en La Habana y la ciudad oriental de Bayamo. Oficiales gubernamentales, incluyendo a Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional, se reunieron con el grupo y discutieron los problemas de Cuba, incluso el continuo peligro de un ataque militar por EEUU.
El 26 de julio los caravanistas se unieron a los 10 mil invitados al frente de lo que era el cuartel militar Moncada para celebrar el 50 aniversario del ataque ahí, encabezado por Fidel Castro. La revolución triunfó en el 1959.
Durante el viaje los participantes estadounidenses se encontraron haciendo comparaciones entre Cuba y su propia sociedad. Ellos hablaron de la pérdida de trabajo, el incremento en la matrícula en los colegios público, y la crisis en el cuido médico. Ellos descubrieron que Cuba, una país pobre y bajo ataques, hace prioridad las necesidades básicas de la gente.
Cuba ha tenido que improvisar para preservar las ganancias sociales de la revolución, especialmente después de la caída del bloque soviético y la pérdida de 85 por ciento del comercio extranjero. Uno de estos cambios es el de desarrollar empresas conjuntas y el turismo, y permitir el uso de dólares norteamericanos en la economía cubana.
Estas medidas han creado problemas de desigualdad en ingresos, dicen los cubanos, porque algunas familias tenien acceso a dólares y otras no. Sin embargo, los dólares de las empresas conjuntas son dedicadas a las necesidades humanas como servicios de salud. Aunque el ingreso por persona en EEUU es 25 veces mayor que el de Cuba, las dos naciones son iguales en la taza de mortalidad infantil y la expectativa de vida.
La Decimocuarta Caravana estaba dedicada a los ancianos de Cuba. El neoyorquino Irving Wolfe, un caravanista de 90 años, hizo 19 viajes a Cuba. “Para qué romper con una costumbre vieja. Cuba está en mi sangre”, dijo Wolfe. Él asistió a las celebraciones del 26 de julio en el 1960 y descubrió que la gente de Cuba estaban “locos de alegría, libre por fin de la dominación colonial”. Él dijo que 44 años después, la Revolución está aumentando en fuerza y enseñándole al mundo que “la suerte está echada”, que el capitalismo no tiene que existir para siempre, que el socialismo todavía es posible.
Al volver a EEUU el 29 de julio, los caravanistas trajeron mercancía de Cuba, incluyendo alimentos, en desafío a las leyes del bloqueo norteamericano. Cruzaron la frontera sin problema.
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