Fue un día como cualquier otra. La gente del pueblito de Pizotia, en el suroeste de Méjico, estaban asistiendo a la iglesia o de compra en los mercados.
Rodolfo Montiel Flores, junto con su esposa e hija, estaban caminando por la calle principal. Mientras hablaban con vecinos, se oyeron tiros. Un campesino local fue disparado en la cabeza y se cayó en la calle y murió.
Flores y su colega, Teodoro Cabrera García, fueron detenido por los militares. Torturado a punta de armas, fueron coaccionados a confesar de ser terroristas y traficantes de drogas. Sin embargo, los habitantes del pueblo sabían que era su verdadero delito – ellos habían organizado a los campesinos para ponerle fin al cortar árboles en las montañas del suroeste de Méjico.
En 1995, la corporación Boises Cascade firmó un convenio de cinco años con el estado de Guerrero para permitirla cortar árboles en los bosques ahí. Esto se hizo cortesía del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC).
Los campesinos vieron remover bosques enteros y pasaron por una rebaja en su capacidad de producir alimentos básicos, tal como maíz y frijoles. Los arroyos y manantiales empezaron a secarse. El sistema ecológico de los bosques de las montañas funcionaban como una esponja. Sin esa esponja el sistema natural del agua fue alterado. Para ir de mal a peor muchos de los árboles eran pinos antiguos.
Para el mediano de la década de los 90s, muchos campesinos, incluyendo a Flores y García, decidieron hacer una manifestación en la capital estatal de Guerrero contra estas injusticias. En camino fueron parados por cientos de agentes de la policía federal. Sin provocación, la policía abrió fuego, matando a 17 campesinos y hiriendo a 20 más.
Flores y García no fueron intimidados y ayudaron a formar la Organización de Ecologistas de la Sierra de Petatián. Ellos usaron métodos pacíficos, tal como escribirle a la agencia de bosques mejicanos para evaluar los efectos ambientales de cortar los árboles. También distribuyeron volantes informativos para educar a otros campesinos sobre las consecuencias de cortar los árboles y el impacto sobre sus vidas y trabajo.
Los campesinos intentaron cobrarle peaje a los camiones, y cuando podía, bloquearlos para que no llevaran a los bosques. Cuando tenían éxitos con estas acciones, le daban coraje a los terratenientes locales que hacían ganancias vendiéndole los árboles a Boise Cacade.
Se conoce que esta gente tienen lazos estrechos con los militares y los elementos corruptos en el gobierno. Cuando la compañía Boise se fue diciendo que había una inconsistencia en la cantidad de madera, subieron las tensiones.
Flores y García fueron arrestados ilegalmente el 2 de mayo del 1999 y sus convicciones fueron confirmadas el 17 de julio de ese año. Más de 100 grupos sobre el ambiente y de derechos humanos se han pronunciado en apoyo a ellos y la lucha por los bosques de Méjico. Flores ganó el Premio Goldman sobre el Ambiente mientras estaba preso. La presión de estos grupos, igual que Amnistía Internacional y el Club Sierra, han forzado hasta al presidente Vicente Fox, ex jefe de la Coca-Cola Méjico, abogar por su libertad.
Lucha por los campesinos y el ambiente