Necesitamos reformar programas de beneficios por desempleo

En las semanas después de los eventos del 11 de septiembre, las filas de los desempleados ha crecido por casi medio millón. A decenas de miles de trabajadores de las aerolineas se le han unido miles de trabajadores de todos los sectores de la economía, desde restaurantes hasta fábricas y de las agencias temporeras hasta en los sitios de construcción, en las filas de desempleo que crece más largas cada día.

Estos despidos viniendo mientras la economía sigue su baja de once meses, le da nueva urgencia a la necesidad de reformar el sistema de seguro por desempleo que es la primera linea de defensa para los trabajadores que pierden su empleo. Pero eso también ha cambiado mientras millones de trabajadores temporero y de tiempo parcial - dos millones y medio de ellos ex recipientes de beneficios de asistencia pública - entraron la fuerza laboral en los años recientes y hoy ayudan subir el número de los que reciben beneficios por desempleo a lo más alto que ha estado en los últimos cuatro años.

La AFL-CIO, en su Plan para Reforma Económica, hizo la reforma del sistema de beneficios por desempleo la primera prioridad. En el Plan la federación laboral de 13 millones exige al Congreso aumentar los beneficios más allá del límite de 26 semanas, para proveer más beneficios a más desempleados, especialmente a los trabajadores de bajo ingreso y a los de tiempo parcial. También busca fondos federales para que los estados puedan bregar adecuadamente con el aumento en casos de desempleo y otros servicios de empleo.

La necesidad para apoyo federal se hace más urgente cuando se nota que las reservas al nivel estatal han sido robadas por $47 mil millones debido a las reducciones en los impuestos sobre pago que las compañías pagan.

De cualquier manera, el sistema creado en el 1935 como parte de la Ley de Seguro Social, necesita reformas. Menos de 40 por ciento - y en algunos estados menos de 30 por ciento - de los trabajadores desempleados reciben beneficios de desempleo, una baja del 50 por ciento que lo recibían en el 1975, y hasta más alto medio siglo atrás. Los que cualifican reciben un beneficio semanal promedio de $230. Los federales promulgan las regulaciones básicas para los diferentes sistemas estatales de beneficios por desempleo.

Los estados determinan sus propias reglas sobre elegibilidad. Aunque las regulaciones varían de estado a estado, típicamente excluyen a empleados de tiempo parcial, gente de dejan el trabajo o rechazan un turno diferente por razones de familia y a los recientemente contratados que reciben bajo ingreso, muchos de ellos entre las 2,5 millones que recibían asistencia pública y entraron la fuerza laboral en los años 1990s.

El sistema es financiado por impuestos federales y estatales sobre ingresos pagado por las compañías, que pagan un nivel más bajo s sus empleados no colectan beneficios, dandole a las compañías un incentivo para minimizar el número de trabajadores desempleados que reciben beneficios.

A pesar de lo poco que son los beneficios semanales, el sistema de beneficios por desempleo ha ayudado suavizar el impacto del desempleo a los trabajadores y a las comunidades donde viven.

De acuerdo a un estudio del Departamento del Trabajo, hecho en 1999, los beneficios de desempleo 'mitigan la pérdida de Producto Bruto Doméstico (PBD) por 15 por ciento' durante cada uno de las cinco recesiones sufrida desde la Segunda Guerra Mundial. El estudio también estima sus efectos secundarios y concluyó que cada dólar en beneficios resulta en un aumento de $2,15 al PBD y ayuda preservar un promedio de más de 100.000 empleos anual.

Pero, con todo eso, todavía hay, como dice la AFL-CIO, la necesidad de reformas mayores del sistema de beneficios por desempleo, empezando con el hecho de que muchas trabajadoras están privadas por los criterios de elegibilidad que no consideran los problemas sociales y económicos que afectan a los patrones de empleo de la mujer y lo que ganan.

Varias legislaturas estatales se han rendido a las presiones hecha por las organizaciones laborales y femeninas, y han instituido reformas importantes en sus sistemas de beneficios por desempleo, que busca hacer las reglas de elegibilidad más flexible.

Doce han eliminado la 'semana de espera.'

Diez y seis permite que los trabajadores cuenten sus ganancias más recientes en calcular los beneficios semanales.

Dos permiten a individuos cualificar basado en el número de horas trabajadas en vez de cierta cantidad de ingreso.

Diez y seis han adoptado programas que permiten a los trabajadores recibir beneficios por desempleo si toman tiempo para cuidar de un infante recién nacido.

Treinta y uno ahora pagan beneficios de desempleo a individuos que dejan de trabajar por circunstancias domésticas, tal como, falta de cuido de niño, violencia doméstica y otras circunstancias que afecta a la mujer.

Trece provee fondos que aumenta los beneficios de desempleo para individuos con niños dependiente.

Al nivel federal, la batalla por la reforma tiene que ver con dinero. Dada la emergencia nacional que empeora a las condiciones económicas, el Congreso debe hacer varias cosas. Ser flexible a que nivel los estados son elegibles para recibir aumento de fondos, hacer el gobierno federal responsable para el costo entero de beneficios por desempleo aumentados y abolir el cobro de impuestos sobre beneficios por desempleo, algo que efectivamente aumentaría los beneficios por más de 15 por ciento.

Mientras estas propuestas irían lejos en suavizar la carga del desempleo, no van tan allá como las reformas abogada por el Partido Comunista que exige beneficios más altos a los trabajadores cesante desde el primer día hasta el último día de desempleo y para los que buscan trabajo por primera vez.