Palabras de paz y justicia

Partes del discurso pronunciado por la congresista demócrata por Georgia, Cynthia McKinney en la Cámara de Representantes.

Las autoridades nos dicen que el mundo cambió en el 11 de septiembre. Resulta que los profesores universitarios ahora tienen que cuidarse de lo que dicen en sus salones de clase o arriesgan ser denunciados a la policía del “pensamiento”. Los oficiales electos tienen que censurarse o ser censurado por los medios de comunicación. Muchos ciudadanos ahora denuncian a la policía conducta de personas con apariencia sospechosa. Hoy existen leyes que anulan a nuestras libertades civiles.

La habilidad de Estados Unidos, el único superpoder mundial, de defender los derechos humanos y la democracia en tierras extranjeras ha sido reducido porque ha fallado la prueba fundamental en su propio suelo. Puede ser que nos teman por nuestro poder militar pero no nos quieren por nuestros ideales.

De esta manera, sin preocupación alguna por como afecta a otros el terrorismo apoyado por EEUU, EEUU se embarca en una cruzada mundial contra el terrorismo que, según Bush, podría durar hasta 20 años. La lista de países elegidos como blanco es larga, pero solo para comenzar están Afganistán, Somalia, Tanzanía, Kenya, Sudán, las Filipinas e Irak.

En noviembre del 2000, los republicanos le robaron el derecho más precioso de todos al pueblo estadounidense: el derecho de tener elecciones libres y honestas. El gobernador de Florida, Jeb Bush, su secretaria de Estado, Catherine Harris, crearon una lista de delincuentes convictos – 57 mil para ser exacto – para “limpiar” la lista de votantes del estado de estos. Ahora sabemos que la mayoría de las personas en esta lista eran inocentes y no habían cometido ningún delito.

Y peor todavía, la mayoría de estos votantes legítimos eran personas de color y probablemente demócratas. Si hubieran votado la historia hubiera sido muy diferente. Harris declaró a Bush victorioso con una diferencia de 537 votos.

Consecuentemente, se le ha dado un poder sin precedentes a una administración de dudosa legitimidad para pelear la nueva guerra de EEUU contra el terrorismo.

Antes del 11 de septiembre, dos millones estadounidenses se encontraban detrás de las rejas – 80 por ciento de ellos personas de color. A través de todo EEUU hombres negros sin armas fueron blancos de policías.

Después del 11 de septiembre estamos perfilando a cierto grupos de gente en EEUU sin, de ninguna manera, parando el perfil racial y la discriminación que existía antes del 11 de septiembre.

Después del 11 de septiembre, arrestos masivos, detenciones sin formular cargos, tribunales militares y violaciones a los derechos constitucionales son una realidad en EEUU. Aún más alarmante son las sugerencias en algunos círculos para que se permita el uso de la tortura y otros métodos brutales en busca de la “justicia”.

Además, personas cercanas a esta administración están listos para conseguir grandes ganancias de la nueva guerra estadounidense. El primer presidente Bush forma parte de la junta directiva de la empresa Grupo Carlyle. El periódico The Los Angeles Times reportó que en un solo día Carlyle ganó $237 millones con la venta de acciones de la empresa United Defense Industries, que es la quinta empresa más grande entre los contratistas del ejército estadounidense.

El 11 de septiembre borró la linea entre “allá” y “aquí”. El pueblo estadounidense no puede permitirse el lujo de estar separado del mundo porque nuestras acciones en el extranjero tendrán un impacto directo en nuestra vida doméstica. Las decisiones tomadas en Washington, DC, afectan al mundo entero pero son tomadas por personas que no comparten nuestros intereses.

Ahora también está claro que nuestro futuro, nuestra seguridad, y nuestros derechos dependen de nuestra vigilancia.