Posada, terrorista, parece que hay ‘alguna clase de excepción’

Fue “la primera vez que el caso de Luís Posada se ha tratado en el Congreso”, dijo José Pertierra, el abogado basado en Washington quien representa a Venezuela en la petición de aquel país en favor de la extradición de Posada. Él se refería a la audiencia pública del 15 de noviembre que fue organizada por el congresista demócrata por Massachusetts, William Delahunt, en la Subcomisión de Asuntos Extranjeros de la Cámara de Representantes.

Contactado por teléfono en Caracas, Venezuela, Pertierra dijo que la investigación, llevada a cabo bajo el mandato constitucional que tiene el Congreso de supervisar las funciones del poder ejecutivo, “puso bajo una lupa” a la conducta del gobierno de Bush que “lejos de llevar a juicio a Posada, lo ha protegido”, dijo.

Posada, un exiliado cubano, organizó la colocación de bombas en hoteles en La Habana en 1997, y un complot para matar a Fidel Castro en Panamá en 2000. Llegando a la Florida en marzo de 2005, fue detenido bajo cargos migratorios desde el 17 de marzo al 8 de mayo de 2007, cuando un juez federal canceló su juicio y lo puso en libertad. Actualmente anda libre en Miami.

En 1976, junto con otro exiliado, Orlando Bosch, Posada planeó el sabotaje por bomba a un avión de pasajeros cubano. Al comenzar la audiencia, Delahunt calificó a dicho crimen, que causó la muerte de 73 personas, como “el peor acto de terrorismo en este hemisferio hasta el 11 de septiembre”.

A pesar de que Posada fue arrestado y sometido a juicio en Venezuela por el ataque al avión, escapó de la cárcel venezolana con la ayuda de la CIA.

La evidencia escuchada por la audiencia fue completa y conmovedora, indicando el criminalidad de Posada y la complicidad del gobierno estadounidense.

Roseanne Persaud Nenninger empezó el testimonio, diciendo, “Estoy aquí hoy para ponerle una cara humana al fin prematuro de la vida de mi hermano”. Su hermano murió en el avión cuando iba rumbo a Cuba para estudiar medicina. “Mi padre tuvo que pedir prestadas las 80 sillas de la iglesia para acomodar a todos los invitados a la fiesta de despedida de Raymond … luego se utilizaron las mismas sillas para su velorio y funeral”.

Mencionando la promesa del presidente Bush de llevar ante la justicia a todo quien se involucre en actos de terrorismo, Nenninger dijo, “en el caso de Posada, parece que hay alguna clase de excepción”.

Repasando documentos antiguamente secretos de la inteligencia norteamericana, Peter Kornbluth del los Archivos de Seguridad Nacional mostró que Posada sabia que se iba a derrumbar el avión de antemano y poseía una lista de lugares en Cuba donde montar ataques, además de haber empleado a los dos venezolanos que colocaron la bomba en el avión.

Los documentos revelaron que uno de sus empleados había llamado a Posada por teléfono inmediatamente después de la explosión de la bomba, y que fuentes de agencias de inteligencia norteamericana identificaron a Posada y Bosch como los autores del ataque.

La periodista Ann Louise Bardach hizo un resumen de la información que ella recopiló en entrevistas con Posada que fue publicada en cinco artículos en el diario The New York Times en 1998. Posada le dijo a Bardach que grupos del exilio cubano en Florida y Nueva Jersey habían proporcionado el dinero que el utilizó para organizar los ataques en los hoteles en La Habana en 1997.

Bardach recordó a la comisión de que en 2003 el FBI había cerrado su investigación de Posada, destruyendo en el proceso archivos con información sobre el caso. En aquel momento, Posada se encontraba encarcelado en Panamá por el complot para matar a Fidel Castro.

El periodista independiente Blake Fleetwood contó de una larga entrevista con Posada y Orlando Bosch que grabó en 1977 dentro de la cárcel venezolana. Fleetwood dijo que Posada le dijo, “Tuve un subsidio de la CIA de $300 más todos gastos. La CIA me ayudó a establecer mi agencia de detectives, desde la cual planeábamos nuestras acciones”. Posada se jactaba de haber asesinado a diplomáticos cubanos, colocado bombas en embajadas y además de haber destruido al avión cubano, dijo Fleetwood.

Fleetwood reportó que al enterarse de aquella entrevista, la CIA en Caracas le echaron la policía secreta encima de él, haciendo necesario que Fleetwood escapara rápidamente de Venezuela en forma secreta. En septiembre de 2005, Fleetwood le ofreció a la fiscalía federal toda “esta información, apuntes y cintas grabadas” más testimonio, pero no recibió ninguna respuesta.

La subcomisión de Delahunt también escuchó las versiones del abogado de Posada, Arturo Hernández, quien declaró que “la misión única de Posada era la de combatir al comunismo revolucionario y violento de Castro…dondequiera que ha levantado su cabeza fea”, para evitar la “sovietización” de América Latina.

Al comenzar la audiencia, Delahunt insistió, “América no puede tener dos sistemas de reglas para terroristas. No hay terroristas buenos y terroristas malos, solo hay terroristas”. Que el interés que muestra Delahunt en Posada no es nada nuevo es evidente por la presión que el congresista puso al departamento de Justicia poco después de la llegada de Posada en la Florida, para que investigaron “reportes en los medios masivos de su llegada”.

Delahunt anticipa más audiencias sobre la tolerancia que esta administración muestra hacia el terrorismo, a pesar de que no se han establecido nuevas fechas todavía, según Mark Forest, jefe de la oficina del congresista. Se espera escuchar el testimonio de los dos hombres que colocaron la bomba aborde del avión cubano.