Mientras que Nicaragua se prepara para las elecciones del 5 de noviembre, y las encuestas muestran que Daniel Ortega del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tiene la delantera, una delegación de académicos y activistas visitan al país para investigar cargos de interferencia en el proceso electoral por EEUU.
Una delegación en junio condenó la interferencia de EEUU en los asuntos intern-os de Nicaragua. Se notó que Paul Trivelli, embajador estadounidense, tildó al ex oresidente Ortega de “tigre que no ha cambiado”, y dijo que EEUU revaluaría su relación con Nicaragua si los sandinistas retomaran el poder.
Trivelli dijo que EEUU “establecería una relación cordial con cualquier gobierno que es elegido democráticamente … que tiene una política razonable y estó listo a cooperar con nosotros”.
De acuerdo a la Red Nicaragua, un grupo de justicia social, el gobierno de Bush ha hecho claro que esta cooperación incluye apoyar a CAFTA y otras políticas de mercado libre; participar en todos lo que pidan viendo con la guerra al terrorismo; asegurar que la policía nacional reciba entrenamiento que empaña la distinción aceptada por tiempos entre la acción policiaca civil y militar; y no mantener relaciones diplomáticas de amistad con Venezuela o Cuba.
Estados Unidos tiene una historia de intervenciones sangrientas en Nicaragua que se dura por unos 150 años, e incluye 11 incursiones militares que incluye una ocupación por la Infantería de Marina y casi 45 años de apoyo a la sangrienta dinastía de Somoza, que asesinó unas 40.000 personas. (“El es un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra”, dijo el presidente Franklin Delano Roosevelt en su famosa declaración referente a Anastasio Somoza, fundador de la dinastía.)
El colmo de la interferencia estadounidense llegó durante la década de 1980 con financiar, armar, y entrenar a los Contras (corto para contrarrevolucionarios) —un grupo de terroristas comprometidos a contrarrestar la revolución sandinista de 1979 y comenzar una guerra civil que resultó en la muerte de más de 30.000 personas y daños en millones de dólares a la economía.
Nicaragua, malamente herida y dividida para el final de la década de los 1980s, entonces estuvo sujeta a una estrategia de EEUU de “respaldar partidos de la ultra derecha y coaliciones en las elecciones de 1990, 1996, 2001 para derrocar al FSLN y hacer todo lo que se pudiera para desacreditar a la izquierda”, de acuerdo a la Campana de Solidaridad con Nicaragua grupo basado en Bretaña.
María López Vigil del periódico Envío declaró que los extranjeros “conocen [la historia de la intervención EEUU] pero nosotros la sufrimos”.
Mucha gente ha interiorizado la dominación EEUU, dijo “Porque muchos de los esfuerzos en Nicaragua han fracasado, muchos han dicho, ‘No batallemos contra ellos’ [Estados Unidos]”.
Las maniobras actuales de Washington apuntan a crear una unidad de derecha-centro para bloquear la elección de Ortega. La meta es unir a aquellos del Movimiento Renovación Sandinista (MRS) y el Partido Liberal Constitucional (PLC) en una coalición detrás de la candidatura de Eduardo Montealegre de la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN).
Ortega se postula por quinta ves. Él está movilizando a los campesinos, las mujeres, antiguos guerrillas, estudiantes, ecologistas, intelectuales, junto a algunos antiguos Contras y adversarios indios miskitos, en la coalición Nicaragua Triunfa. La coalición llama por una reforma agraria, justo comercio ante el comercio libre, la nacionalización de industrias claves, cuidado médico, expansión de oportunidades educativas y culturales, protección del ambiente, derechos de los indígenas, igualdad de sexo y aumento en el comercio con Cuba y Venezuela.
Durante la revolución sandinista, los nicaragüenses se organizaron para crear un nueva sociedad. “Para el 1983, una campaña de alfabetización había bajado la cantidad de de analfabetos de más de 50 por ciento a un 13 por ciento, a 184.000 péquenos agricultores se les entregaron tierras, y las campañas de vacunas y nuevas clínicas de salud habían bajado la mortalidad infantil y subido la expectativa de vida, hacienda que la Organización Mundial de Salud llamara a Nicaragua una Nación Modelo en la Atención de Salud”, escribió Joe DeRaymond, un viejo activista solidario con Latinoamérica.
La bandera roja y negra del FSLN puede ondear otra vez sobre esta nación rica en recurso, cuyo pueblo se cuenta entre uno de los más pobres de Centroamérica. Los sandinistas continúan a reflejar los intereses de clase de un creciente pueblo trabajador pobre y aquellos que están contra el CAFTA, el Fondo Monetario Internacional, a favor del ambiente y la democracia. Nicaragua puede estar en camino a rechazar el neoliberalismo y abarcar el movimiento continental por la autodeterminación y el socialismo, junto a Bolivia, Venezuela y Cuba a la vanguardia.
Sandinistas en delantera por gobernar