Un ex obispo católico partidario de la teología de la liberación, Fernando Lugo, se convirtió en el presidente de Paraguay el 15 de agosto en una ceremonia a la cual asistieron jefes de estado e invitados del exterior. Con una camisa sin corbata y las sandalias que suele usar, Lugo, quien jamás ha ocupado un puesto político, explicó las metas de su mandato de cinco años, destacó los problemas de su patria, y rindió homenaje a los que lo han inspirado, y a la nación. También pronunció parte de su discurso en guaraní, el principal idioma autóctono del país.
Lugo ganó la presidencia con 40 por ciento del voto en abril, acabando así con la dominación del derechista Partido Colorado que había gobernado por 61 años. Es la primera transición pacifica y electoral en la historia del país.
El nuevo gabinete de gobierno del presidente Lugo abarca distintas tendencias ideológicas, representantes de movimientos sociales, e intereses de negocio. Alejándose de ningua identificación partidaria, Lugo promete una orientación centrista en su plazo. Pretende evitar una identificación muy cercana con los líderes latinoamericanos de izquierda, y cooperación con sus opositores. Algunos sectores de izquierda lo han criticado por tener ministros del Partido Liberal en su gabinete.
Sin embargo, 15.000 ciudadanos se reunieron en la Plaza del Congreso en Asunción, coreando “Lugo es el presidente, el pueblo está en poder”. “Hoy termina”, declaró Lugo, “un Paraguay secretista, un Paraguay con fama de corrupción”. Sus nuevos lideres, prometiron, “un Paraguay cuyas autoridades y pobladores serán implacables con los ladrones de su pueblo”.
Recordando su ministerio a favor de “aquellos que la historia había arrojado en los marginales escenas de la exclusión y de la miseria”. Lugo condenó al “discurso opresor de tantas dictaduras que marcaron la historia de nuestra Patria Americana”.
Invitando a sus colegas a que imiten su ejemplo, Lugo se comprometió a no aceptar ningún salario, pues los pobres tienen más necesidad de aquella plata. Citó a Elvio Romero: “con los de mi camino, con el justo, el pobre, el perseguido y el rebelde”. Dijo Lugo: “Heme aquí – querido ELVIO – con los de mi camino”.
Elvio Romero era un poeta comunista que pasó la mayor parte de su vida en el exilio.
Lugo prometió una guerra en contra de la corrupción además de una reforma agraria y la repatriación de ingreso del sector energético como sus prioridades. Advirtió a los paraguayos de antepasados europeos que “ningún blanco que negocie tierras indígenas, que los humille o los persigue tendrá la misma impunidad que siempre tuvo”.
La organización nacional campesina de Paraguay anunció un periodo de gracia de 100 días para que se inicie una reforma agraria. En este plazo sus activistas prometen desistir de ocupar terrenos. Pronto empezarán negociaciones con Brasil para aumentar los ingresos paraguayos derivados de las presas Itaipu y Yacareta en el Río Paraná.
El nuevo gobierno empieza debajo la sombra histórica de dominio oligárquico que ha existido desde la independencia de España en 1811, empezando con el dominio de 52 años de parte de la familia de Gaspar Rodríguez de Francia. El dictador Alfredo Stroessner permaneció en poder por 35 años terminando en 1989.
Las guerras han devastado a Paraguay, especialmente la guerra de la Triple Alianza de 1865-1870, en la cual 90 por ciento de los hombres y muchachos paraguayos murieron a las manos de tropas argentinas, brasileñas y uruguayas. El impacto desastroso de la guerra obligó a los terratenientes, impactados por la deuda, de vender sus propiedades a extranjeros, produciendo el latifundismo extremo que todavía existe.
Sigue el sufrimiento en gran parte debido a la explotación del pueblo paraguayo por corporaciones terratenientes que controlan 75 por ciento de la tierra cultivada. Cincuenta por ciento de los paraguayos adultos tienen ingresos de menos de $2US por día; 38 por ciento no tienen trabajo, y mas de un millón de la población de 6,1 millones han emigrado fuera del país. Unas 500 familias son los dueños de 90 por ciento de la tierra. La población rural de Paraguay bajó de 67 por ciento del total en 1989, a 30 por ciento hoy en día.
El culpable es el cultivo de soya, que ha aumentado 69 por ciento en cinco años. Paraguay se ha convertido en el cuarto productor de soya en el mundo. Terratenientes extranjeros y sus agentes, en su mayoría brasileños, sacan ganancias enormes de la exportación de soja para producir combustible de diesel. La soya abarca la mitad del producto bruto interno del país. Se han sacrificado 2 millones de hectáreas de selva para el cultivo de soya.
La presidencia de Lugo coincide con la potencial de aumento de lucha entre los ricos y pobres. Aun no se sabe si la colaboración con sectores de los poderosos y compromisos hechos entre aliados servirán para apoyar a su movimiento.
Comoquiera, “este país lo merece” dijo el destacado escritor Eduardo Galeano, quien estuvo presente en el evento, refiriéndose a la presidencia de Lugo.
Toma poder nuevo gobierno progresista en Paraguayos