NEW YORK — El movimiento sindical de Nueva York mostró su fuerza afuera de la Convención Nacional Republicana el 1 de septiembre al protestar con 50 mil participantes opuesto a la agenda Bush – incluyendo ambas guerras, en Irak y la “guerra contra las familias trabajadoras” aquí – en una manifestación que fue desde la calle 23 hasta el Madison Square Garden.
La multitud fue un mar de letreros y carteles denunciando y representantes de casi todos los sindicatos en Nueva York afiliados al Concilio Central del Trabajo de la Ciudad de Nueva York (CCT) hablaron el 1 de septiembre en la manifestación.
“George W. Bush vino a Nueva York para reclamar el manto del 11 de septiembre”, dijo Roger Toussaint, presidente del Local 100 del Sindicato de Trabajadores del Transporte, que representa a miles de trabajadores de tránsito de la ciudad. “Pero fueron los hombres y mujeres sindicalistas quienes estaban en las primeras filas. Porque los hombres y mujeres sindicalistas cooperan junto en solidaridad – y eso es lo opuesto a la agenda de Bush”. Toussaint agregó que Bush usó dinero que se podía usar para ayudar a los trabajadores norteamericanos para pelear una guerra por el petróleo. “Yo hablo aquí como el padre de un hijo en el servicio militar, y estoy furioso que pueda que derramar sangre por el petróleo”.
De acuerdo a Brian McLaughlin, jefe del CCT, “Esto tiene que ver con la guerra aquí en casa”, y añadió que los sindicalistas estaban luchando por “el derecho a organizar, el derecho a un pago justo, el derecho a buenos servicios y beneficios de salud, el derecho de llegar a viejo … Estamos aquí para retomar a América … estamos enviando un mensaje a George W. Bush: ¡Basta ya!”
Cuatro trabajadores de diferentes partes de Estados Unidos hicieron uso de la palabra. Hubo un trabajador de Iowa que trabajó como maquinista por 12 años hasta que enviaron su trabajo al extranjero y ahora trabaja en una bodega por la mitad del sueldo y sin beneficios. Una mujer de Little Rock en Arkansas fue a la universidad a través del Cuerpo de Infantería de Marina para conseguir su licencia en contabilidad, y ahora no puede encontrar empleo desde que el grupo sin fines de lucro por el cual ella trabajaba le quitaron los fondos.
Habló Arlene, trabajadora en la industria de la aguja por 36 años en la misma fábrica hasta que eviaron su trabajo al exterior. Ella le dijo a la multitud que desde que sus beneficios por desempleo se acabaron el pasado enero, ella se vio forzada hacerse preguntas como de o si comer o pagar por calefacción.
Al fin habló Myra Braunstein del estado de Washington. Ella perdió su empleo en computadoras porque el trabajo fue enviado a India. Ella y sus compañeras y compañeros de trabajo fueron obligados a entrenar a la gente que los iban a reemplazar si querían recibir su indemnización por cierre. Ella le dijo a la asamblea sobre una reunión degradante donde su jefe dijo, “Quiero presentar a mi nuevo equipo a mi viejo equipo”.
“Compañeros y compañeras”, empezó John Sweeney, presidente de la AFL-CIO, “Tengo el honor de estar aquí con ustedes, Afuera de la convención. Adentro, los oradores y delegados están pintando un cuadro de Norteamérica que prospera y se preocupa, pues nos hemos reunidos aquí en las calles para dejarle saber al mundo que esa Norteamérica existe solo para los privilegiados y los ricos … cuando él hizo campaña la última vez, el presidente Bush prometió crear 5 millones de empleos nuevos. Hasta la fecha, le faltan 6 millones … Tenemos que parar de darle nuestro dinero a los que tienen y a las Halliburton”.
“Mientras Bush da su discurso para aceptar la nominación, nosotros honramos a todos los trabajadores que ellos representan con la movilización más grande de un día en la historia de nuestro movimiento laboral”, dijo Sweeney, referiendose a las movilizaciones masivas de votantes que se planea. “Este día del trabajo estaremos en toda Norteamérica reclamando buenos empleos, y servicios de salud. Por 62 días y noches, estaremos trabajando más fuerte que nunca hemos trabajado para virar a este país”.
Alicia, una trabajadora de salud casera entre la multitud, con un letrero del sindicato SEIU 1100 y con una camiseta de Kerry y Edwards le dijo a Nuestro Mundo, “Bush no favorece a la gente trabajadora, él favorece a las compañías de seguro”. Ella agregó que los ancianos en su familia no tienen con que pagar los medicamentos porque son muy caros para ellos.
Orador tras orador destacaron todos los problemas importantes para la gente trabajadora – servicios de salud, empleo, la guerra en Irak, educación pública, entre otras. Todos lo conectaron con las elecciones.
“Estamos casi por escoger al próximo presidente. Bajo la administración Bush, el sistema de servicios de salud está casi muerto”, dijo Jennifer Clark, una trabajadora de salud que ayudó a dirigir la huelga de trabajadoras de salud casera para el sindicato 1199 SEIU que ganó aumentos salariales de $7 a $10 la hora. “Ys si continuamos con el presidente Bush, el sistema de salud va necesitar un respirador. Él está peleando una guerra en Irak, y nosotros estamos peleando una guerra en casa. Tenemos dos meses para pelear esta guerra”.
Trabajadores en la lucha contra Bush