Análisis
El presidente del Ecuador, Rafael Correa, y sus coalición de izquierda adelantaron el proceso de cambio en ese país sudamericano con un voto abrumador por una nueva Constitución el domingo pasado, 28 de septiembre. Los últimos datos al 30 de septiembre emitidos por el Tribunal Supremo Electoral del Ecuador manifestaron que 64 por ciento votó en favor, por el NO el 28 por ciento, el resto fueron nulos o en blanco.
Esta es la cuarta vez, desde que empezó el gobierno de Correa en noviembre del 2006, que la ciudadanía obtiene un resultado de esta magnitud. En estas circunstancias, se esta consolidando el programa transformador del pais, que los movimientos sociales, la clase obrera, los indígenas se propusieron al llegar al poder, es decir, consolidar la democracia, la justicia y la equidad.
Tal vez el mayor logro de la Constituyente del 2008 en el aspecto económico es el cambio del modelo neoliberal de desarrollo al de economía basada en la participación de la propiedad social-estatal sobre bienes y recursos estratégicos, la propiedad social-comunitaria y la propiedad privada son responsabilidad social y ecológica, orientada primordialmente a la producción de bienes de consumo masivo para alimentación, salud, educación y vivienda.
Este rotundo triunfo del proyecto Asamblea Constituyente en beneficio de los sectores populares del Ecuador, está dejando atrás el marco jurídico de Constituciones pasadas, que legitimaba el desvió de los fondos públicos hacia los sectores pudientes. Está afirmando la reforma del Estado de manera que cumpla eficazmente con su propósito del bien común y responsable de la educación, la salud, y bienestar del pueblo ecuatoriano.
Sin embargo, no podemos olvidar que estamos bajo la mirada inquisitiva de Washington que está observando el derrumbe de sus postulados: democracia representativa, guerras preventivas para instaurar esa democracia representativa, acatamiento de las políticas del FMI y del Banco Mundial, pronto pago de la interminable deuda externa. Washington no se convence que sus directrices han conducido y hacen que permanezcan a los pueblos de América Latina en estado de subdesarrollo económico. Ecuador se ha encontrado en esa situación de postración neocolonial al punto que se le receto perdida de la soberanía nacional, estableciendo la Base Militar Norteamericana de Manta y por último la pérdida de su soberanía económica adoptando una moneda extranjera, el dólar estadounidense.
Felizmente la aprobación de la Constituyente permite recobrar la soberanía nacional, económica, política, energética, alimentaria y comunicacional. La declaratoria de que Ecuador es un país de paz, le permite expulsar factores que atentan ese carácter, como bases militares extranjeras en el suelo patrio. La declaratoria de que en el país entra en vigencia la democracia participativa, es una garantía de la participación equitativa de todos los actores sociales, económicos y políticos, sin exclusiones de clase, genero, raza, procedencia, cultura, edad. De manera que las bases sociales, no la partidocracia, queden integradas para toma de decisiones políticas y selección de representantes.
Sin embargo, un negro nubarrón se cierne sobre la belleza de este logro. El alcalde de la ciudad de Guayaquil, Provincia del Guayas, que propugna una suerte de actitud separatista del resto del Ecuador, a pesar de que nacionalmente triunfó del Sí en forma abrumadora, ha declarado que el respeta el resultado nacional, pero exige que se respete el resultado local. Él basaba su argumentación en resultados preliminares en su región un poco favorables al NO. Los actuales resultados en Guayas del 51 por ciento por el SI, 48,8 por ciento por el NO, sumados los votos nulos y en blanco le quitan el piso a su argumento separatista y lo coloca directamente en el campo de la traición a la Patria por tratar de negarle lo más preciado que le corresponde a una nación como su unidad territorial, ya varias veces conculcada por los desaciertos de pasadas administraciones y la voracidad de los vecinos.
Triunfa referendo por nueva Constitución progresista en Ecuador