300.000 marchan en contra de la guerra en Washington

WASHINGTON – Se estima que 300,000 manifestantes en contra de la guerra desfilaron frente la Casa Blanca el sábado, 24 de septiembre, gritando: “¡Que se acabe la guerra ahora! ¡Que retiren las tropas!” Era la protesta contra la guerra más poderosa desde el comienzo de la guerra en marzo del 2003.

Después una manifestación masiva, la marcha empezó en un parque detrás de la Casa Blanca. Fue dirigida por Familias de Estrella de Oro en Contra de la Guerra, Familias Militares Hablan Claro, y veteranos de la guerra en Irak, algunos de los últimos en uniforme militar y todo. Marcharon unas 200 familias militares.

La multitud llenó la calle 15 en Washington en una manera tan sólida como para impedir el movimiento. Luego la marcha dio vuelta en la Avenida Pennsylvania y desfiló lentamente enfrente de la Casa Blanca. Fue la primera vez en años que se ha permitido una marcha de protesta tan cerca del palacio presidencial. Después dio otra vuelta para regresar al sitio donde comenzó.

Además de decenas de miles de estudiantes, marcharon delegaciones de muchas iglesias. Sindicatos como el 1199, el Sindicato de Empleados de Servicios, Federación Norteamericana de Profesores, y la Hermandad de Electricistas participaron. Beth Cagan, una profesora de trabajo social en un colegio en Cleveland, le dijo a Nuestro Mundo, “Es fabuloso ver tanta gente que rechaza políticas que han sido tan dañinos para nuestro país y para el mundo entero. Crece el movimiento pro-paz”.

Dancer Davis vino con casi 40 otras personas desde Oregón. Marchaba con una bandera que tenía la consigna “Proyecto Rural Organizador”. Explicó ella, “Nuestras familias ya no pueden seguir cultivando. A nuestros jóvenes [en las zonas rurales] esta máquina de guerra los está agarrando. La mitad de las pérdidas en esta guerra son de personas que vienen de zonas rurales”.

Mary Williams desfilaba con un retrato de su sobrino, Ignatius C. Williams, un sargento en el Ejército estadounidense. “Se ha encontrado desplegado en Bagdad desde enero”, dijo. “Es su segunda vuelta. Prestó servicio por un año en Afganistán. Su familia vive en Lafayette, Luisiana. Fueron evacuados durante el huracán Katrina. Ahora han sido obligados a huir otra vez, de la Rita. El está muy preocupado, desea regresar a la casa. Ellos lo necesitan aquí”.

La marcha fue la culminación de una semana de acciones de protesta antiguerra, y coincidía con protestas en San Francisco, Londres y otras ciudades y pueblos a través del mundo. Incluía, el lunes, una jornada de cabildeo masivo con los congresistas, organizado por “Unidos Por la Paz y Justicia”, con demandas que se acabe la guerra y que se reconstruya a este país.

También el 26 de septiembre, 250 manifestantes fueron detenidos después de que hicieron un plantón en frente de la Casa Blanca. Pat Alviso, cuyo hijo, sirviendo en la Infantería de Marina, actualmente se encuentra desplegado en Irak, dijo momentos antes de ser arrestada “No queremos que nos arresten. Lo que queremos es que el presidente Bush salga a decirnos por cual ‘causa noble’ nuestros hijos están muriendo”.

Mujeres de la organización “Código Rosado” cargaban peticiones a la puerta occidental en la cerca que rodea la Casa Blanca. Fundadora de Código Rosado Medea Benjamin dijo “Hemos recogido un millón de firmas [en contra de la guerra]. “Esto representa los millones de norteamericanos que desean que esta guerra se acabe”. Benjamin y otras de su

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grupo estuvieron entre los detenidos. Mientras la policía arrestaba Cindy Sheehan, madre de un soldado caído en Irak, bajo detención, la multitid voceaba “¡Que detengan a Bush!” y “¡El mundo entero esta observando!”

Entre los arrestados fue Judith LeBlanc, una dirigente del Partido Comunista de Estados Unidos (PCEUA) y también de Unidos por la Paz y Justicia. Otros lideres del PCEUA que fueron llevados presos incluyeron Esther Moroze, Libero Della Piana, Bill Davis y Gabriel Falsetta.

Leslie Cagan, presidente de Unidos por la Paz y Justicia, hablando el sábado cerca de la Casa Blanca, acusó al Congreso, dominado por las derechas, de ser conspiradores con de Bush en su guerra ilegal en Irak. “Nuestra patria se encuentra en una vía crucis”, dijo. “¿Vamos a seguir con el camino de la avaricia y el imperialismo, o vamos a dar media vuelta y empezar a reconstruir el Golfo?”

El reverendo Jesse Jackson dijo “vamos a cambiar el Congreso en el 2006, y la Casa Blanca en el 2008”.

Cindy Sheehan tachó al gobierno como “un gobierno fuera de control, criminal que apoya la tortura”. Haciendo un gesto hacía la Casa Blanca, dijo “¿Cuantos hijos de otras personas más van a sacrificar por una mentira? ¡Ni uno más!”

La asistencia voceaba “¡Ni uno más! ¡Ni uno más!

Nancy Wohlfarth, integrante nueva del Consejo Ejecutivo de la AFL-CIO dijo que “el movimiento obrero y el movimiento contra guerra tenemos que tomar una posición unida en contra de esta administración. La negativa de FEMA de rescatar a 150.000 gente negra pobre en Nuevo Orleáns muestra lo que significa esta administración. A esta administración no le importa un comino lo que sucede con toda aquella gente. Halliburton recibió el primer contrato, este es la misma Halliburton que se está robando a irak de su propia gente”.

Curtis Mohammed, presidente de la organización basada en Nuevo Orleáns “Alianza Comunitaria y Sindical”, exigió que se fomente un esfuerzo masivo, respaldado por los sindicatos, de ubicar a todas las personas que han sido repartidos en todo el país tras ser desalojados por los huracanes Katrina y Rita. Demandaba un proyecto masivo de reconstruir la región, bajo control popular. “¡Que se acabe la guerra en contra de los pobres y afronorteamericanos”, gritó.

La congresista Cynthia McKinney, demócrata por Georgia, dijo “Un viento cruel también sopló por Florida y Ohio, privando a la gente del sufragio. El pueblo norteamericano ha sido obligado a aguantar la fraude en dos elecciones, en 2000 y 2004. Pero el pueblo unido puede acabar con las guerras, y tumbar las murallas de la opresión”.

Ella le dijo a Nuestro Mundo que el Congreso debe poner alto a los contratos corruptos con amigotes de Bush y el vicepresidente Cheney, tanto en Irak como en el Golfo. “Esa asistencia debe darse incondicionalmente a la gente que la necesita, no debe darse a Halliburton y Blackwater”, dijo, siendo el último una compañía privada de seguridad que ha operado en Bagdad y a quien el gobierno le ha dado un contrato jugoso para patrullar a Nuevo Orleáns.