LA HABANA (Prensa Latina) - Como un encantador de serpiente, Estados Unidos sopla su flauta para tratar de adormecer con su melodía a los pueblos asiáticos·y poder ejecutar sus nefastos designios de dominación y subordinación militares con su denominada campaña global antiterrorista.
Resulta extraño que solo Asia, el continente más poblado del planeta, es el escenario donde el Pentágono se desplegó con todo su poderío bélico para esa operación de represalia o venganza por el ataque del pasado 11 de septiembre contra Nueva York y Washington.
Sin embargo, ese cambio militar hacia el Este desde el Oeste se perfilaba desde hacia más de un año por la Casa Blanca con el objetivo de controlar mejor las situaciones en las regiones asiática y europea dado sus grandes intereses económicos, estratégicos y militares en la región Asia-Pacifico.
En este contexto, antes de los atentados, Estados Unidos carecía de amplio acceso a las bases del Sureste Asiático, ni cultivaba sus lazos militares con la India, Pakistán e Indonesia como medio de mitigar los conflictos bilaterales, las agitaciones internas y la coordinaciones de seguridad regional.
Un estudio del Pentágono publicado en el 2001 recomendó a Estados Unidos la creación de nuevos arreglos en Asia Suroriental para disponer de mayores entradas a puertos y zonas aéreas que podrían ser empleadas en tiempos de crisis, mientras se mantienen los lazos militares tradicionales con Japón y Corea del Sur.
La nueva estrategia intenta, como dicen los oficiales de alto rango estadounidenses, lograr una cooperación multilateral fuerte en esa región, donde se dislocan más de 100 mil soldados norteamericanos en centenares de complejos terrestres, aéreos y marítimos en varios países, en particular Sudcorea y Japón.
Esto representa, según diplomáticos y militares de Washington, “una importante forma de que Estados Unidos pueda demostrar su fuerte compromiso con sus aliados y amigos en Asia”.
La región del Pacifico se ha convertido en las más importantes para el Pentágono ante la presencia militar China en el área y el rearme de Taiwan por parte de Estados Unidos, más una inestabilidad en la Península Coreana.
El Comando de Estados Unidos en Asia-Pacifico, ahora bajo la jefatura del almirante Thomas Fargo, supervisa las fuerzas y operaciones militares, ejercicios y entrenamientos en un área de unos 170 millones de kilómetros cuadrados, que incluye 43 países y regiones y es responsable de la defensa de Japón y Sudcorea, mediante Tratados de 1950.
Solo en el 2001 ese mando, entonces a cargo del almirante Dennis Blair, realizó 300 juegos de guerra con 37 naciones en los cuales empleó parte de los 100 mil efectivos ubicados en la zona. más de 200 mil se mantienen en Alaska y Hawai y otras instalaciones continentales.
En esa oportunidad se realizaron las maniobras belicistas Cobra Gold (Cobra de Oro), Balikatan (Hombro con Hombro) y Tandem Thrust (Confianza de Pareja), que a partir de ahora se enlazan dentro del Team Challenge (Desafío en Equipo), uno de los mayores en la región del Pacífico.
Por lo cual, los ejercicios en Asia y el Pacífico y la idea del fortalecimiento de los lazos militares con sus aliados asiáticos figuran dentro de las prioridades de Washington en la renovación de la estrategia y programas militares de esa campana globalista.
El objetivo, indican analistas del acontecer asiático, es englobar a las fuerzas armadas de esas naciones en una especie de seguridad territorial bajo el liderazgo de Estados Unidos.
La principal meta del Pentágono es atraer la participación de más países como observadores pasivos y participantes activos y vincularlos directamente con los diversos ejercicios militares en ese continente.
Pero lo cierto es que mediante los ataques devastadores a Afganistán, los enmascarados en Filipinas, y los diversos tipos de juegos de guerra en camino, las actividades militares del Pentágono adquieren una influencia cada vez más preocupante en la región.
Así tenemos que al lado de los miles de soldados estadounidenses en búsqueda de presuntos extremistas islámicos en Afganistán, Pakistán y Filipinas, otros 15 mil desarrollaron ejercicios conjuntos con Singapur y Tailandia en territorio de esta última nación del Sudeste Asiático.
En total, unos 22 mil efectivos de fuerzas terrestres, aéreas y marítimas de los tres países ejecutaron esa maniobra codificada bajo el criptonimico de Cobra Gold (Cobra de Oro), los mayores de Asia- Pacifico. Esos soldados están respaldados por unos tres mil vehículos del Pentágono, incluidos carros blindados, tanques y de asalto anfibio, así como 105 cazabombarderos, de ellos 73 modernos F-16, F-18 y transportes de tropas C-130 y 18 navíos de guerra de Estados Unidos y Tailandia.
Del otro lado, por primera vez en los últimos 39 años, comandos especiales y paracaidistas de la India y Estados Unidos realizaron ejercicios en una gigantesca base de la Fuerza Aérea en la ciudad de Agra, cercana al Taj Mahal, al norte de Nueva Delhi.
Los entrenamientos se desarrollan como parte de la actual cooperación militar y representan los primeros de una serie regular de juegos de guerra entre las dos naciones. Los últimos se efectuaron en 1963. Los próximos serán navales en Alaska.
Ahora Washington sumará como aliado en su estrategia militar a Bangladesh mediante la firma de un Acuerdo de Estatuto de Fuerza que facilita la cooperación y el intercambio de efectivos, rechazado con anterioridad por la administración de la otrora primera ministra Hasina Wajed.
Existe la posibilidad de que se establezcan instalaciones militares del Pentágono en Bangladesh mediante ese convenio. Dacca participará en ejercicios multilaterales en septiembre próximo.
De lo cual se desprende que los atentados contra Nueva York y Washington sirvieron de pretexto a los halcones de Estados Unidos para intentar obtener la supremacía militar en todas las latitudes de Asia. El tiempo dirá la ultima palabra.
Asia: El Pentágono extiende sus tentáculos