Caracas, Venezuela - En las trágicas circunstancias que vive el pueblo de Haití - agravadas, como es lógico, por el reciente cataclismo, de naturaleza sísmica, pero provenientes del colonialismo en gran medida - todos los venezolanos tenemos que sentirnos deudores con ese pueblo.
Notables intelectuales haitianos como René Theodore, Gérard Pierre-Charles, Arnold Antonin y otros varios, denunciaron aquí las tropelías de los tonton-macoutes de la época de los Duvalier, despertando nuestra solidaridad con la lucha por la libertad en ese país caribeño.
Pero luego todo eso ha quedado en el olvido, incluso la invasión de Haití por los yanquis y sus secuaces, deponiendo a un presidente electo y colocando a un títere suyo bajo el tutelaje de tropas de ocupación, incluso unas del Brasil de Lula. Mayor vergüenza no es posible, aunque ahora lloren lágrimas de cocodrilo.
Ni qué decir del desdén que ha mostrado siempre la Organización de Naciones Unidas (ONU) hacia Haití, sólo superado por el que ha mantenido la servil OEA. Es hora ya para que en conjunto la comunidad internacional ayude al pueblo haitiano a salir pronto del muy acentuado subdesarrollo que sufre, y no simplemente con ayudas circunstanciales motivadas por un terremoto. En cuanto a Venezuela, nuestra deuda con Haití es realmente una deuda bolivariana ... y por esto es algo que no admite más aplazamiento.
Publicado en el semanario La Razón, N°788, en Caracas, domingo 14 de febrero de 2010