Desde el Festival de Juventud y Estudiantes: Perfil de un trabajador social

AEROPUERTO SIMÓN BOLÍVAR, Venezuela – Nuestra primera experiencia como delegación estadounidense fue el entusiasmado recibimiento de un hermano venezolano, trabajador social de la misión Barrio Adentro en la comunidad localizada justamente en el cerro que mira sobre el aeropuerto. Su nombre es Daniel. Su trabajo es social.

¿Qué hace un trabajador social en los cerros de Venezuela? Sube y baja, sube y baja, sube y baja. Su día empieza a las 6 de la mañana, nos cuenta, se pone sus pantaloncitos, sufranelita (playera), sus zapatitos y se sale a trabajar. Entre las 6 de la mañana a la hora del almuerzo, se reúne con los cinco médicos cubanos que trabajan el área para repasar la agenda del día y después a la sube y baja.

Su trabajo consiste en hacer todo lo necesario para asegurar que las necesidades de la comunidad sean satisfechas. Tales tareas incluyen como llevar las medicinas a los enfermos quienes no pueden hacer el viaje por cuestiones de limitaciones físicas o cualquier tipo de limitación, hacer citas para el medico con aquellos que no tienen el tiempo de hacerlas ellos mismos, (así se ahorran tiempo y se aseguraque obtengan la atención que necesitan). Se inscribe a los vecinos para clases que no saben leer y escribir a gramática básica, y se invita a los vecinos que asistan los talleres educativos.

Después de un almuerzo, usualmente invitado en la casa de algún vecino, el compañero Daniel, más bien conocido como “el de la franela roja” continúa el trabajo. Se conduce la reunión con la misión para compartir acontecimientos y planes. Por las tardes se conducen talleres y clases de todo tipo tales como clases de salud e higiene, clases sobre el embarazo precoz para las señoritas, talleres contra las drogas y el alcoholismo, u otros talleres según los vecinos indiquen necesario. Usualmente terminan a las 10 de la noche.

A las diez, camina hacia su casa, pero en el camino se encuentra con por lo menos 10 vecinos que lo paran por cualquier cuestión. Llega a su casa a la media noche. Se quita sus zapatos, se pone sus sandalias se da el duchazo y descansa por media hora. ¿Hora de dormir? No, luego se escriben los reportes del día que se mandan a las oficinas de Chávez. Y así todo los días.

Nuestro grupo queda atónito, Daniel nos comparte una sonrisa, le expresamos nuestra admiración con abrazos y reverencias. ¿Cuánto se le paga? Un sueldo mínimo, nos informa, sus necesidades son mínimas, tiene techo, cama, y no le hace falta una invitación al desayuno, almuerzo, o cena.

¡Bienvenidos a Venezuela hermanos! Nos renueva, Los bienvenidos como difusores de la verdad, y manden mi saludo solidario al pueblo estadounidense.