El gobierno de facto de Roberto Micheletti en Honduras, que fue instalado por medio de un golpe de estado en contra del presidente constitucional Manuel Zelaya, parece estar recurriendo a unas tácticas muy extrañas.
Se han programado las elecciones nacionales para el 29 de noviembre, y ni Micheletti ni Zelaya, ambos del Partido Liberal, son candidatos. Los sondeos de preferencias de los votantes muestran que no los liberales, totalmente divididos, sino Pepe Lobo, candidato del derechista Partido Nacional, tiene la ventaja. Pero muchos hondureños parecen estar hartos de todo el sistema y no piensan votar. En el pasado el nivel de abstencionismo en las elecciones hondureñas ha sido alto, pero todas las luchas y controversias de este año deben haber estimulado más interés en el voto.
Algunos candidatos de las izquierdas, como Rodolfo Padilla, el actual alcalde de San Pedro Sula, la segunda ciudad hondureña, y el candidato independiente por la presidencia, Carlos Reyes, han retirado sus candidaturas en forma de protesta en contra de la manera en que se están conduciendo las elecciones.
La izquierda anti-golpe había exigido que antes de las elecciones, Zelaya debe haberse restaurado a la presidencia y el orden constitucional debe haberse devuelto. De otra manera, las elecciones estarían llevadas a cabo bajo condiciones de represión, con candidatos derechistas libres de hacer campaña mientras que los candidatos de la izquierda y sus aliados bajo amenaza de arresto o algo peor. También la prensa derechista sigue publicando sin impedimentos pero la izquierdista sigue bajo acoso y amenazas. Un acuerdo firmado el 30 de octubre, según el cual Zelaya hubiera sido restaurado a la presidencia como parte de un gobierno de "unidad nacional", se deshizo casi inmediatamente cuando el congreso hondureño, dominado por golpistas, negó votar sobre la restauración de Zelaya hasta tal vez después de las elecciones, y Micheletti se auto declaró jefe del "gobierno de unidad" excluyendo a Zelaya.
A pesar de lo absurdo de tratar de llevar a cabo elecciones "limpias" bajo estas condiciones, el Departamento de Estado de los Estados Unidos ya declara que reconocerá que, no importa quien gana, va a reconocer los resultados de las elecciones, y las sanciones económicas y diplomáticas serán eliminadas. Zelaya acusa a la secretaria de estado Hillary Clinton de haber traicionado a Honduras a cambio de que el Senador Jim DeMint, (R-Carolina del Sur) dejara de bloquear la confirmación de dos funcionarios nombrados por Obama. Esta declaración por los Estados Unidos ya eliminó el motivo de parte de Micheletti de hacer concesiones a Zelaya. Aunque otros países en la región cumplan con su compromiso de no reconocer las elecciones, Micheletti sabe perfectamente bien que 80 porcentaje del comercio de Honduras es con los Estados Unidos.
Pero aun así, un abstencionismo grande puede quitar legitimidad a las elecciones. De modo que Micheletti parece estar desarrollando dos líneas de contraataque: represión y provocaciones. En Honduras, ejercer el sufragio no es obligatorio. Pero el gobierno de Micheletti está amenazando con cárcel a cualquier persona que trata de organizar un boicot de las elecciones, y el mismo Micheletti dice que son Venezuela y Nicaragua que están organizando el boicot.
El régimen golpista está emitiendo advertencias espantosas de que terroristas, y tal vez Nicaragua y Venezuela, van a tratar forzosamente de parar las elecciones. Hay reportes mediáticos también de que el sector patronal va a despedir a cualquier obrero que no vota. El 14 de noviembre, el jefe del Tribunal Electoral, Enrique Ortez (el mismo que dijo a Obama "negrito cortador de caña"), anunció que las elecciones se van a llevar a cabo con muchas mas medidas de seguridad y supervisadas por el ejercito y la policía, los mismos cuerpos que llevan 4 y medio meses de estar reprimiendo a la oposición al golpe.
El 13 de noviembre el régimen golpista dijo que un artefacto explosivo, quizás lanzado por avión, había explotado en las cercanías de la bodega donde el gobierno guarda las materiales para las elecciones, supuestamente para destruir las papeletas para así evitar que las elecciones se lleven a cabo. Pero Arturo Cano reportó en el diario mexicano La Jornada que no hubo ni bajas ni daños, ni se ha podido hallar ni un fragmento del supuesto artefacto infernal. Esto no paró a Ortez de culpar la "explosión" a la resistencia, tampoco inhibió a la prensa burguesa internacional de reportar el "incidente" como un verdadero acto de terrorismo.
¿Cuáles serán las metas de Micheletti y su gente? Tal vez si el boicot da resultados en la forma de un tremendo abstencionismo, pueden decir que esto es a causa del miedo que el "terrorismo" le dio al pueblo. Y mientras tiempo la movilización de los soldados y policías para propósitos de "seguridad" pueden suprimir cualquier agitación a favor del boicot, a la vez de intimidar a personas que piensan votar por candidatos de izquierda, como no todos ellos han renunciado sus candidaturas.
Pero eso si: En las dos semanas que quedan hasta las elecciones, habrán más provocaciones.
Foto: Flag of Honduras, Copyleft