WASHINGTON — El teniente del Ejército Brady Van Engelen casi se muere de una bala que un francotirador que entró su cabeza mientras patrullaba afuera de una mezquita sunita en Bagdad en abril del 2004. Pero, él le dijo a Nuestro Mundo, el sistema médico para veteranos como él está “completamente roto”.
Ahora recuperándose después de que le ponga un plato de titanio en el cráneo, él se retiró del Ejército. Como director asociado del grupo Veteranos por América, él es un elocuente vocero de los soldados que vuelven de Irak y Afganistán. Muchos de estos vuelven heridos en carne y espíritu y a pesar de esto son obligados a esperar por meses y hasta años para recibir tratamiento. A muchos le niegan tratamiento o beneficios.
Desde que un reportaje salió el 23 de febrero en el Washington Post, Ven Engelen ha sido entrevistado por muchos medios. El artículo del diario capitalino escribió que había mierda de ratones, cucarachas, carpetas manchadas, colchones baratos, entre otros problemas en el Edificio 18 del hospital Walter Reed donde tratan a 700 soldados.
El mismo Van Engelen fue tratado en otra unidad cercana de Walter Reed como paciente no internado. Una vez él se vio obligado a llamar un taxi para que lo lleve a la clínica de rehabilitación por estar muy débil y mareado para ir a pie.
“Ellos pintan el edificio y llenan los agujeros”, él dijo. “En totalidad hemos fracasado… Es un sistema completamente desbaratado”.
El artículo en el Washington Post, escrito por los periodistas Dana Priest y Anne Hull, estaba basado en cuatro meses de visitas al Edifico 18 para entrevistar a soldados sin permiso de los oficiales de Walter Reed. “Detrás de la puerta del cuarto del soldado Jeremy Duncan, parte de la pared está desbaratada y guinda en el aire pesada con moho negro”, escribieron. “Cuando el ingeniero de combate herido se para en la ducha y mira para arriba, él puede ver la bañera del piso arriba por un roto podrido”.
Alarmados por el reportaje, el Pentágono envió un equipo para llenar los agujeros y pintaron. Entonces el general Kevin Kiley, comandante de los equipos médicos del Ejército, hizo una gira del sitio y proclamó, “Yo no considero que el Edificio 18 está por debajo las normas”.
Durante una rueda de prensa de la Casa Blanca, el secretario de prensa de Bush, Tony Snow, negó que el gobierno es responsable por los problemas en Walter Reed, diciendo que la culpa es del Pentágono. “Excúsame. Yo serví en Irak a órdenes del presidente – mi comandante en jefe”, escribió Van Engelen en Huffington Post. “Es la responsabilidad del comandante en jefe asegurarse que proveen por nosotros”.
Van Engelen le dijo a este reportero, “Lo que estamos encontrando es que los aspectos de salud mental están ahogando al sistema. Tres de cada 10 soldados regresan con estrés post traumático. No hay zona de seguridad en Irak o en Afganistán. Muchos están siendo desplegados por segunda, o hasta tercera vez, para servir en combate. Regresan con esa forma de pensar. Lo estamos viendo en niveles más altos de suicidio, niveles más altos de desamparo, división de la familia”.
Él enfatizó que el veterano de combate de hoy es diferente al de las guerras anteriores. En la Segunda Guerra Mundial, Corea y Vietnam, eran jóvenes de 19 años enviados a través del Servicio Militar Obligatorio. “Hoy tenemos soldados de la Guardia Nacional de 33 años con una esposa y tres muchachos en casa. Tenemos 16 mil madres solteras sirviendo en Irak y Afganistán.
Necesitamos un sistema que bregue con sus necesidades”.
Tod Ensign, director del grupo Soldado Ciudadano, le dijo a Nuestro Mundo, “Podemos enfrentarnos con una epidemia de estrés post traumático más grande que él de Vietnam”.
Soldado Ciudadano, un grupo organizado desde la Guerra de Vietnam, está haciendo mucho trabajo entre los soldados en el Fuerte Drum, donde está basada la 10ma División de Montaña, cerca de Watertown, Nueva York. En otoño el Pentágono anunció que la 3ra Brigada de la división regresaría de Afganistán el 14 de enero. “Todo el mundo estaba celebrando”, dijo Ensign. “Entonces el Pentágono anunció que la 3ra Brigada se quedaría hasta fines de julio. La ira corrió por toda la base. Es cruel la presiones que le pone a esta gente”.
Adrienne Willis, vocera de prensa para Veteranos por América, dijo que su grupo no ha tomado una posición ni a favor ni en contra la guerra de Irak. “Pero somos muy cautelosos sobre la expansión”, ella dijo.
Carrie Biggs-Adams, del personal nacional del sindicato Trabajadores de la Comunicación, es una integrante de Sindicalistas Contra la Guerra y se ha unido a las vigilias del grupo pacifista femenino Código Rosado en el Walter Reed casi todos los viernes en los últimos dos años.
“A esta gente la rompieron en nuestro nombre y es nuestra obligación arreglarlas”, ella dijo. “Tiene que ver con el letrero que cargamos: Dinero para los heridos, no la guerra”.
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Escándalo en hospital del Ejército