Esta vez son los latinos las víctimas del racismo en el Sur

“Asiatados – La vida de los Latinos de Bajo Ingreso en el Sur” se llama el reporte del Southern Poverty Law Center (SPLC) sobre la situación de los inmigrantes latinoamericanos en el sur de Estados Unidos. El informe dice, “Más de una persona en el estudio describió el Sur como una ‘zona de guerra’ para los inmigrantes…”.

El reporte, que fue hecho público la semana pasada, dice “Los latinos en el Sur – muchos de los cuales vinieron aquí para escaparse de la gran pobreza en sus países de origen – están encontrando hostilidad de todas partes, discriminación y explotación”.

El SPLC dice “Rutinariamente les roban lo que se ganaron y se les niega las protecciones básicas de salud y seguridad” en el trabajo. El reporte iguala al tratamiento de los latinos como “igual al ambiente opresivo… que los negros recibían” durante las peores épocas del apartheid norteamericano.

Al principio del reporte están publicadas las imágenes de 15 inmigrantes con la leyenda, “Estos trabajadores migrantes se encontraban entre los miles que fueron a Nuevo Orleáns para ayudar restaurar la ciudad después del huracán Katrina. Ellos trabajaron largas horas bajo condiciones peligrosas – solo para que les robaran los salarios. Una demanda del SPLC resultó en que les pagaran el dinero que le habían retenido”.

El SPLC entrevistó a como “500 latinos de bajo ingreso – incluso residentes legales, inmigrantes indocumentados y ciudadanos de Estados Unidos”. El reporte cita a gente de organizaciones pro inmigrantes que dicen que muchos “presumen que todo latino es indocumentado” y que por eso “la discriminación ha llegado a la población legal”. “Muchos de estos nuevos inmigrantes”, dice el informe, “dejaron a sus hogares en México, Guatemala, Honduras y otros países latinoamericanos para escaparse de la pobreza, que algunos expertos piensan ha empeorado debido a la política de comercio estadounidense”.





“Encontramos una población bajo sitio y viviendo con temor – temor de la policía, temor del gobierno, y temor de los delincuentes que se benefician por su vulnerabilidad”.





“Viene para trabajar”, pero 41 por ciento reportan que han pasado veces cuando los patronos no les pagan por su trabajo. “En Nuevo Orleáns, un asombrante 80 por ciento reportaron robo de salario”, dice el informe.





La gran mayoría, 80 por ciento, no saben donde y como reportar que las empresas por las cuales trabajan le robaron su salario.





La situación es peligrosa, según esta investigación. Eva San Martín, que trabaja para una organización que defiende a los inmigrantes en Nuevo Orleáns, reportó que un trabajador fue a su patrón para reclamar el dinero que se le debía, “el contratista subió su camisa y mostró que tenía un arma de fuego – y eso fue suficiente”, dijo San Martín.





Un trabajador de nombre Beltrán dijo que puso alfombras a diez apartamentos pero cuando nunca le pagaron los $3.000 que se le debía. “Esto le pasa a todo el mundo. La humillación empieza ahí. Yo sé que en este país usted puede defender sus derechos, pero la gente le tiene miedo a la policía”, dijo Beltrán cuando lo entrevistaron.





El reporte da muchos ejemplos. “Inmigrantes latinos estaban entre los cientos de obreros restaurando a las escuelas en Nuevo Orleáns después de Katrina. A pesar de trabajar fuerte, frecuentemente encontraban el día de cobrar que le pagaron menos”.





“Cuando no nos pagaban, no teníamos ni dinero para comida”, dijo Sergio de León.





En un affidávit para una demanda, Reyes Aguilar García dijo, “Ellos decían que no teníamos derechos en este país y que teníamos que callar si no queremos problemas”.





El reporte culpa en parte a las leyes débiles laborales en el Sur. Dice, “estos estados del Sur no tienen mecanismos fuertes para ayudar a los trabajadores defender sus derechos”. En la agricultura es aun peor debido a que primero, las leyes federales que protegen a los trabajadores no cubre a los del campo, y, segundo, muchos estados tampoco tienen leyes que los protejan.





En muchos de estos estados no hay leyes de salario mínimo para los que trabajan en las fincas. En Alabama y Carolina del Sur niños que trabajan en la agricultura no están obligados a asistir a las aulas como el resto de la población, nota el





reporte.





Como mencionado anterior, muchos tienen miedo de ir a las autoridades. “Como los afronorteamericanos en la altura de la época de segregación, muchos latinos en el Sur viven con el miedo constante de ser injustamente blancos para la policía”.





Muchos reportaron que la policía ponen puntos de control o a la entrada de las comunidades latinas o cerca de estas. Ellos usan estos puntos para pedir identificación a todos que pasan por ahí.





Uno, Víctor Márquez, regresaba a su pueblo natal en Querétaro, México cuando la policía lo paró en Alabama. Márquez tenía con él casi $20 mil dólares que había ahorrado y con los cuales iba usar para construir una casa cuando la policía lo paró.





Al encontrar el dinero el policía lo confiscó diciendo que pensaba que por ser tanto dinero tenía que ser relacionado con el tráfico de drogas. Pero Márquez nunca fue ni arrestado ni tiene cargos formulado en su contra pero el dinero no se le ha entregado y el fiscal quiere que el estado se quede con los $20.000. Márquez dijo que esto es lo peor que le ha pasado en los 20 años que ha laborado como trabajador en la agricultura en EEUU.





El SPLC recomienda que se hagan cumplir las leyes para la protección de los trabajadores, especialmente en los estados que no tienen leyes locales. El Congreso debe implementar leyes para que los indocumentados no sean deportados en casos de organización sindical. Permitir que organizaciones legales que reciben fondos federales puedan representar a los indocumentados. Poner fin al perfilamiento racial y proveer acceso a información en el idioma de los inmigrantes, entre otras cosas.





El reporte también dice que existen obstáculos para la “discusión legítima de la política migratoria”. Entre estos están mentiras de políticos xenofóbicos y derechistas además de locutores de radio y televisión. También de grupos racistas y fascistas.