Gladys Marín, presidenta del Partido Comunista de Chile, murió temprano el 6 de marzo de un tumor en el cerebro diagnosticado hace año y medio. Tenía 63 años.
Marín, la única mujer encabezado un partido político en Chile, fue considerada por ambos sus aliados y enemigos políticos como símbolo de la izquierda chilena y la lucha contra la dictadura y por la democracia. Hasta sus oponentes políticos alababan su consecuencia en mantener sus ideales políticos.
Ella fue consecuente en la lucha para que el general retirado Augusto Pinochet pague por las muertes causada por la dictadura fascista que él dirigió después de hacer un golpe contra el presidente elegido Salvador Allende y su gobierno de izquierda – la Unidad Popular. Su demanda contra Pinochet por la detención, tortura y muerte de líderes de su partido empezó el proceso de desafuero contra el dictador para que él pueda ser juzgado por sus crímenes.
Reconociendo su papel de liderazgo político y moral, el gobierno nacional decretó dos días de duelo nacional y otorgó al antiguo Congreso Nacional y su Salón de Honor para que el pueblo pueda despedirse de la heroína comunista. Casi 500.000 desfilaron por el Salón de Honor para decirle adiós.
Marín nació en la ciudad de Curepto donde vivió con su madre, una maestra, y su padre, un agricultor. Su madre mudó la familia a Talagante, al sur de Santiago, después que su padre abandonó a la familia. En Talagante ella participa activamente y se hace líder de la organización de juventud católica.
Como una activista juvenil y estudiante, conoce a militantes y líderes de la Juventud Communista y en el 1958 ingresa a sus filas en Santiago donde fue a estudiar. Pronto la eligen al comité regional. Ella también participa y en la Federación de Estudiantes Normalistas y fue elegida presidenta.
A solo tres años después de la revolución visita a Cuba donde ve un pueblo transformando a su sociedad de una que es dependiente a una donde el pueblo gobierna empezando la construcción del socialismo.
En 1963 su actividad y papel la llevan a ser elegida como secretaria general de las Juventudes Comunistas. Ese mismo año se casa con el ingeniero Jorge Muñoz. Muñoz, miembro de la directiva del Partido Comunista, fue detenido y “desaparecido” por la dictadura pinochetista en 1976.
En 1965 Marín se postula y es elegida diputada por el Partido Comunista por tres términos hasta el 1973 cuando se produce el golpe militar de Pinochet.
Después de la victoria de la Unidad Popular en 1970, ella trabaja con otros legisladores para alzar los sueldos, congelar precios, bajar el nivel de desempleo en mitad, empezar programas de obras públicas y nacionalizar a la industria del cobre como recurso para el pueblo chileno.
Inmediatamente después del golpe fascista en septiembre del 1973, Marín va a una estación de radio difusión y le exhorta al pueblo a resistir el golpe. Luego entra en la clandestinidad donde se queda hasta diciembre cuando la directiva del Partido decide que ella deber de ir al extranjero para organizar un movimiento contra la dictadura. Ella acepta aunque quisiera quedarse en Chile.
Ella busca asilo en la embajada de Holanda, donde permanece por ocho meses debido a la negativa de la dictadura otorgarle salvo conducta. Después de protestas internacionales se la concede.
Después de cinco años de ir de país a país, incluyendo EEUU, fomentando el movimiento contra la junta militar, vuelve clandestinamente a Chile en 1978 para encabezar la directiva interna del Partido Comunista en la lucha contra la dictadura.
En todos estos años de exilio y clandestinidad no pudo verse con sus hijos, Álvaro y Rodrigo, hasta el 1987 en Argentina. Ellos tuvieron que tomar medidas estrictas de seguridad. Ella entrando a Argentina por un lado y ellos entrando por otro cruce. Para regresar hicieron lo mismo, pero por diferentes partes de la frontera.
Después de los 17 años de la dictadura y el regreso de la democracia, ella lucha para cambiar la constitución pinochetista impuesta al pueblo y las leyes del régimen – entre estas está el sistema electoral binominal que lo hace imposible representar todos los puntos de vista político.
Pinochet demanda a Marín por llamarlo un sicópata que llegó al poder a través de la intriga, traición y crimen. Ella fue arrestado, pero liberada a los dos días después de protestas de masas. La demanda de Pinochet no fue a ningún sitio.
Marín fue la primera mujer chilena en postularse para la presidencia cuando la hicieron la candidata de la izquierda no parlamentaria en 1998. El año anterior fue candidata por el Senado.
Cuando se descubrió que sus fuertes dolores de cabeza era un tumor, ella va a Estolcolmo para ser operada. Pasa los meses después de la cirugía bajo tratamiento en Cuba antes de regresar a Chile. Desafortunadamente, ella se vio forzada regresar a Cuba para una segunda operación. Regresa a Chile por última vez en diciembre 2004.
Hasta cuando estaba bajo tratamiento en Suecia, Cuba y Chile, Marín siguió jugando un papel activo en las cuestiones políticas chilenas, escribiendo artículos y cartas, celebrando ruedas de prensa, y reuniéndose con la directiva del Partido.
Mientras estaba en Cuba recibiendo terapia, Marín escribe y presenta un nuevo libro de memorias dedicado a su madre, esposo asesinado y “a los que triunfarán porque con dignidad, optimismo y lucha harán cierto que otro mundo sea posible”.
Fallece Gladys Marín, revolucionaria chilena