Las últimas noticias de Honduras son espantosas. Tal como parece, los famosos "acuerdos" elaborados la semana pasada entre los negociadores del presidente legítimo Manuel Zelaya y el líder del golpe de estado Roberto Micheletti resulta ser otra maniobra cínica de Micheletti además de un pretexto para que la administración de Obama abandone su apoyo a Zelaya.
Los acuerdos estipulan que el Congreso vote a favor de restaurar de Zelaya como presidente, luego se instale un gobierno de unidad, más una comitiva internacional, presidida por el ex presidente chileno Ricardo Lagos y la secretaria de trabajo estadounidense Hilda Solís para asegurar que se cumplan los acuerdos. Luego se reconocerá las elecciones del 29 de noviembre y se levantarían las sanciones que la comunidad internacional ha impuesto al país.
Zelaya parece creer que cuenta con los votos en el Congreso para que lo restauren como presidente.
Sin embargo, excepto lo de la comitiva internacional, nada pasó. La directiva golpista del Congreso se niega hacer un plenario sobre los acuerdos y el regreso de Zelaya, tal vez hasta después de las elecciones del 19 de noviembre. Tampoco hay acuerdo sobre la composición del gobierno de unidad, de lo cual Micheletti se ha autodeclarado como jefe.
Ahora también hay inquietud sobre versiones de que la administración de Obama haya pactado con el Partido Republicano de dar paso atrás en su apoyo a Zelaya, a cambio de un acuerdo de parte del senador republicano Jim DeMint de Carolina del Sur de dejar de obstaculizar la confirmación de Arturo Valenzuela como subsecretario de estado para asuntos hemisféricos, y Thomas Shannon como embajador en Brasil. Shannon fue uno de los principales negociadores de los acuerdos en Honduras.
El jueves DeMint publicó una parte de prensa triunfante tomando crédito por haber obligado a la administración de Obama a dar marcha atrás sobre Honduras. Y de hecho, Valenzuela y Shannon fueron confirmados en sus puestos.
Estas declaraciones parecen tener credibilidad pues Shannon dijo que EEUU va a reconocer las elecciones del 29 aunque no se restaure Zelaya al poder. Zelaya cuestionó esto en un tono de aspereza, y como respuesta el Departamento de Estado repitió que siguen apoyando a la restauración de Zelaya. Pero amenazar con no reconocer a las elecciones es un elemento vital para presionar al régimen golpista. Sin esta amenaza y las sanciones, declaraciones de apoyo a Zelaya son simplemente palabras vacías.
Al comienzo, la mayoría de los líderes de la resistencia hondureña expresaron su apoyo reservado a los acuerdos. Este apoyo ya se han esfumando. Berta Oliva, jefa del Comité de Familiares de los Desaparecidos y Detenidos en Honduras (COFADEH) ha hecho un llamado para que las elecciones se posterguen por tres meses por razón de la represión que ha estado sucediendo desde el comienzo de la jornada electoral el 1 de septiembre. Durante dos meses de los tres estipulados por las leyes hondureños, los candidatos de las derechas por la presidencia, por el Congreso y por otros puestos han estado haciendo campaña a toda maquina, mientras que por lo menos dos candidatos de las izquierdas han sido ejecutados y otros no pueden hacer su campaña en forma abierta. La prensa derechista ha puesto en circulación toda suerte de mentiras, como el de que la izquierda es financiado por las FARC y que los que marchan en contra del golpe no son hondureños sino venezolanos. Mientras tanto, los medios de la izquierda son reprimidos.
Aunque se restaure la normalidad constitucional mañana, quedarían pocas semanas para que los candidatos que se oponen al golpe hagan campaña. Si coge aun más tiempo, no tendrá ninguna legitimidad las elecciones.
Se ha establecido una situación en que Micheletti y sus aliados en la oligarquía hondureña y el Partido Republicano norteamericano celebren un gran triunfo. Al suceder esto la reacción en contra de la administración del presidente Obama será fenomenal. Combinada con las frustraciones sobre la continuación del bloqueo a Cuba y el asunto del apoyo al gobierno derechista de Colombia, es probable que la política de la administración en las Américas quede en ruinas.
Debemos ponernos en contacto con la Casa Blanca y el Departamento de Estado para exigir que el gobierno retome su política anterior de denunciar al golpe y apoyar a Zelaya, además de reusar de reconocer los resultados de las elecciones del 29 y fortalecer las sanciones en lugar de abandonarlas.