Líder de inmigrante deja santuario

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CHICAGO — Flor Crisóstomo es una muy conocida activista por los derechos de los inmigrantes. Ella pasó casi dos años refugiada en la Iglesia Unida Metodista Adalberto. El 19 de octubre, Crisóstomo anunció que ella dejó su refugio en la iglesia para comenzar la próxima fase de su lucha por la reforma migratoria y los derechos de las comunidades indígenas.

En una carta ella dijo que se había mudado a otro lugar.

"Mi santuario, después de dos años, empezó a perder su eficacia política en términos del movimiento inmigrante", dice la carta, agregando. "Llegué a la decisión de salir del santuario para poder empezar lo que será la próxima etapa de mi activismo, y para poder servir a esta lucha de una manera más eficaz en los próximos días, meses y años".

De acuerdo a Susana Sandoval, vocera de la líder inmigrante, Crisóstomo no está dispuesta a hacer entrevistas en el momento y su paradero es desconocido. No fue claro si Crisóstomo estaba en el área de Chicago u otro lugar en el país.

"Nadie sabe donde está", dijo Sandoval por teléfono. "Ella le dejará saber a la gente cuales serán los próximos pasos que tomará pronto en su página cibernética".

Jacobita Alonso, una dirigente laica en la iglesia Adalberto y amiga y compañera de Crisóstomo por varios años, dijo que fue sorprendida de que Crisóstomo de repente dejara el santuario. Dijo Alonso que no había hablado con ella desde que se fue de la iglesia.

"Todo lo que puedo decir es que le deseo suerte en su nuevo viaje", Alonso dijo. "Solo sé que donde esté ella continuará a luchar por la justicia y los derechos de los trabajadores indocumentados".

Crisóstomo, madre de tres, es originalmente de Oaxaca. Ella cruzó la frontera a través del desierto en el estado de Arizona en junio 2000 en busca de empleo para soportar a sus familia.

Durante una redada en 2006, Crisóstomo fue arrestada en una fábrica de Chicago. Era una de 1.200 inmigrantes detenidos a través del país ese año en redadas que muchos ven como manera de intimidar el movimiento por los derechos de los inmigrantes.

Después de dos años de apelar su caso el departamento de Seguridad Patria la ordenó regresar a Mexico para enero 2008. Desafiando la orden de deportación, ella decidió refugiarse en su iglesia como un acto de desobediencia civil.

Crisóstomo siguió a su buena amiga y también dirigente de derechos de los inmigrantes, Elvira Arellano, que vivió en la misma iglesia por un año resistiendo la deportación para poder quedarse con su hijo que nació en Estados Unidos.

Arrellano fue arrestada y deportada en California cuando estaba allá para hablar en una iglesia.

En una carta reciente, Crisóstomo le dio las gracias a los que la apoyan incluso el grupo pro derechos de inmigrantes, el Centro Sin Fronteras, que la ayudó crecer y desarrollarse políticamente. También le agradeció a la gente de su iglesia por el respaldo espiritual que le dieron desde el día que primero fue arrestada. En la carta le dio reconocimiento a Jacobita Alonso como guía, amiga y compañera.

También le dio gracias al pastor de la iglesia, Walter Coleman, y a Emma Lozano, directora de Centro Sin Fronteras. Ella dijo que sin ese apoyo ella no hubiera llegado a esta decisión y la confianza de seguir la lucha.

Ella también le dio las gracias a las diferentes comunidades que la apoyaron durante sus dos años refugiada en la iglesia, incluso a la comunidad puertorriqueña en Humboldt Park que la protegió y vigiló que nada la pasara proveyendo seguridad.

Más que nada, dijo, cuenta con el apoyo de su familia. Ella emitió un reto a los inmigrantes indocumentados a que no dejen la lucha y a que se mantengan firme con esperanza a favor de una reforma migratoria justa.

Foto: Pepe Lozano