El estancamiento entre las fuerzas populares y las de la oligarquía sigue en la República de Honduras tras el golpe de estado cívico-militar que se inició el 28 de junio contra el gobierno del presidente legítimo Manuel Zelaya.
A la hora de cierre, el presidente hondureño estaba en camino a la capital de Costa Rica, San José, para participar en una reunión con el presidente golpista, Roberto Micheletti, el jueves, 9 de julio. El presidente costarricense, Oscar Arias, servirá de mediador.
La decisión de aceptar negociar fue anunciada después de que Zelaya se reunió con la canciller estadounidense Hillary Clinton el 7 de julio. Zelaya dijo que él es el presidente legítimo y no se puede negociar, mientras que Micheletti dijo que el retorno de Zelaya no es discutible.
Este estancamiento, que aparentemente seguirá, vino después de que Zelaya trató de regresar a Honduras acompañado del presidente de la Asamblea General de la ONU, el sacerdote y sandinista Miguel D’Escoto; la presidenta de Argentina, Cristina Fernández; el presidente paraguayo, el obispo Fernando Lugo; el presidente de Ecuador, Rafael Correa; y el secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza.
Las delegaciones viajaron en tres aviones para regresar como prometido el domingo, 5 de julio. Aunque al principio el gobierno golpista dijo que si Zelaya retornara sería arrestado, no lo permitieron aterrizar. Los militares pusieron camiones en el medio de la pista de aterrizaje del aeropuerto para prevenir que Zelaya pudiera regresar al país.
Miles de hondureños estaban en el aeropuerto de Toncontín para acompañar a su presidente legítimo.
Al principio, los militares y la policía nacional rodearon al aeropuerto para prevenir que los partidarios de Zelaya llegaran a esperarlo. No obstante, muchos de los reclutas de la policía se negaron a tomar ninguna acción en contra los manifestantes. Después de disputar con los oficiales militares, la policía se retiro. Esto obligó a los militares ceder paso a los manifestantes.
No obstante, ese significó que los partidarios de la democracia tenían control de aeropuerto. Los militares no permitieron el aterrizaje de Zelaya no los sus acompañantes y hasta dispararon en contra de los manifestantes por el progreso y la democracia.
Se ha estimado que un mínimo de 200 mil personas participaron en la marcha a favor de la democracia. Algunos estiman la multitud entre 400.000 y 500.000. La marcha empezó por la mañana con 70 mil. A la hora de cierre, supimos que ha habido manifestaciones todos los días, los profesores de escuelas han dejado las aulas vacías, y en las universidades los estudiantes han ocupado los edificios
Aunque sectores de los partidarios del gobierno de presidente Barack Obama e incluso algunos sectores de la izquierda dicen que esto es solo un proyecto de la oligarquía hondureña, se está viendo que el golpe está sirviendo a sectores del imperialismo estadounidense.
Eva Golinger, ciudadana norteamericana descendiente de venezolanos, escribe que “El Instituto Internacional Republicano, considerado la ramal internacional del Partido Republicano estadounidense, y uno de los cuatros ‘grupos centrales’ de la Dotación Nacional para la Democracia, fundada por el Congreso estadounidense, que aparentemente sabían del golpe de estado en Honduras contra del presidente Zelaya sabían del golpe de antemano”.
El martes pasado, la señora Xiomara Castro de Zelaya, la Primera Dama de la nación hondureña, encabezó una marcha por el centro de la capital Tegucigalpa. Mientras ella le dio la gracias a un “gobierno amigo” del presidente Barack Obama, exigió que Estados Unidos debe de tomar medidas más concretas.
La Primera Dama instigó al pueblo hondureño a no dejar las calles y seguir con la resistencia. Igualmente, el presidente hizo la misma petición cuando salió de su reunión con la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Mientras tanto, el régimen golpista sigue diciendo que lo que pasó fue un cambio de gobierno normal. Honduras ha sido víctima de varios golpes de estado militares en apoyo a la oligarquía, a las clases dominantes del país. Estos siempre han sido gobiernos derechistas.
Actualmente, aunque dirigentes del Partido Liberal, agrupación política del presidente Zelaya, son los que han dirigido el golpe, las manifestaciones pro golpistas son organizadas por gente del Partido Nacional, agrupación conservadora. Vale decir que ambos partidos representan principalmente a la clase dominante del país, aunque tengan diferencias por ser de diferentes partes de la burguesía.
No obstante, una izquierda popular, respondiendo a las necesidades del pueblo ha podido surgir dentro del liberalismo hondureño. Esto se puede ver en los comentarios a la radio de militantes y partidarios del Partido Liberal que se oponen al golpe de estado.
Esta oposición al golpe también se ha visto dentro gente de clase trabajadora que han apoyado al conservador Partido Nacional. Algunos de estos han llamado a los programas radiales para declarar que están en contra del golpe y, aunque no votaron por Manuel Zelaya, respaldan que él regrese al país como presidente en pos de la democracia hondureña.
La historia de Honduras y la actualidad parecen contradictorias. Honduras fue usada para albergar a los infames contras, es decir a los contrarrevolucionarios opuestos al gobierno de los sandinistas en Nicaragua que reemplazaron al gobierno ultraderechista y asesino de Anastacio Somoza, cosa que fue aceptada por sus clases dominantes.
Aunque el presidente Zelaya no es de un parido de izquierda, sino un partido burgués que tiene sectores que se han ido a la izquierda en pos de un mundo mejor, de justicia social, de derechos humanos, para todos los hondureños, especialmente las clases y capas que han sido marginalizados, el gobierno legítimo se ha alineado a los países de Nuestra América que le dicen NO a la hegemonía estadounidense en pos de una América de justicia social y hasta socialista.
Lucha popular sigue en Honduras