Desde 2006, los gobiernos derechistas de los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón han llevado a cabo una guerra de nervios con el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM). El presidente Calderón ha, en los últimos meses, intensificado el pleito, evidentemente con el fin de aplastar completamente a este gremio. Pero cada día crece más la solidaridad nacional e internacional con los mineros.
Bajo el antiguo partido gobernante de México, el PRI, la mayoría de los sindicatos grandes fueron incorporados en las operaciones del partido gobernante y el estado. Este arreglo corporativista tuvo el propósito original de mantener la unidad de los mexicanos en contra de enemigos reaccionarios en el país e internacionalmente. Pero los trabajadores en muchas ocasiones se han encontrado con un frente unido de patrón, gobierno y sindicato en su contra cuando reclamaban por mejoras salariales.
También han existido sindicatos y federaciones sindicales que operan fuera del arreglo corporativista. Entre los más conocidos figura el muy luchador Sindicato Mexicano de Electricistas, la Unión Nacional de Trabajadores (en realidad, una federación) y el FAT (Frente Autentico de Trabajadores). En varias ocasiones el gobierno se ha recurrido a la represión para bregar con los sindicalistas independientes.
La derrota del PRI en las elecciones de 2000 ha sacudido al arreglo corporativista, mientas que la orientación derechista y antiobrera de los gobiernos de Fox y Calderón ha presentado a los obreros mexicanos con nuevos retos tales como la privatización acelerada, el libre comercio, una debilitación de los derechos laborales y niveles de vida que se desploman.
Algunos de los sindicatos corporativistas han pretendido adaptarse por medio de intentar quedarse bien con el gobierno de Calderón, del Partido de Acción Nacional (PAN). Por ejemplo, el principal sindicato en la industria petrolera no ha protestado en contra de las medidas calderonistas hacia la privatización de PEMEX, la compañía nacional de petróleos.
Pero el Sindicato de Mineros, a pesar de haber sido parte del sistema corporativista dentro de la Confederación de Trabajo (CT), bajo el liderato de su secretario general Napoleón Gómez Urrutia, se ha desviado del antiguo plan. En primer lugar, ha luchado y ganado convenios laborales con aumentos salariales mayores a lo que el gobierno quiso que se les otorgara. Luego empezó a atacar al gigantesco monopolio Grupo México por su negligencia de salud y seguridad de sus obreros que produjo una explosión en febrero de 2006 en una mina en Pasta de Conchos en Coahuila, incidente en el cual 65 mineros perdieron sus vidas.
En forma de respuesta, el departamento federal del trabajo intentó remover a Gómez Urrutia como secretario general y colocar en su puesto a un hombre que cree tener vínculos con la gerencia de Grupo México. Cuando esta movida fracasó, acusaron a Gómez de corrupción en el reparto de $55 millones que el sindicato había recibido por razón de la privatización de minas. Gómez y sus aliados dicen que una auditoría privada compruebe que no hubo desvío de fondos, y que la acusación es falsa. Pero Gómez se mantiene en autoexilio en Vancouver, Canadá.
El gobierno y el sector patronal han intentado minar el apoyo para Gómez, manipulando elecciones sindicales en varias regiones del país. Pero la mayoría de los miembros del sindicato siguen apoyando a Gómez, como muestra el apoyo sólido para una huelga en la mina de cobre de Grupo México en Cananea, Sonora, a pesar de que el gobierno y la gerencia hayan recurrido a todo tipo de movida legal y no legal para parar la huelga.
En las ultimas semanas el secretario de Trabajo de México, Javier Lozano Alarcón, ha intensificado los ataques, amenazando a Gómez Urrutia con extradición desde Canadá, congelando las cuentas bancarios del sindicato, y deteniendo a dos funcionarios del sindicato por su asociación con Gómez Urrutia (luego se pusieron en libertad pero hay cargos en su contra).
Esta intensificación de la represión ha producido más solidaridad con el Sindicato de Mineros dentro y fuera de México. Otros sindicatos mexicanos hay cooperado con una serie de paros de simpatía. En Estados Unidos, el Sindicato Unido de Obreros Siderúrgicos, que representa unos empleados de Grupo México al norte de la frontera, ha estado organizando apoyo para Gómez y su sindicato, a pesar de una campaña de calumnia en su contra en la prensa mexicana. Junto con otros sindicatos, los obreros siderúrgicos norteamericanos están apoyando una queja por parte de sus compañeros mexicanos ante la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos. La petición exige que el gobierno mexicano deje de perseguir a los mineros, que descongele las cuentas bancarias de su sindicato, que reconozca a Napoleón Gómez Urrutia como dirigente legalmente elegido por los miembros, y otras medidas.
Ahora los mineros ganaron otra victoria en corte cuando el Juzgado Quinto en Materia de Trabajo del Distrito Federal ha fallado que la huelga en Cananea es una acción legal, así superando un fallo en el sentido contrario por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. Este fallo fue calificado por Napoleón Gómez como “un triunfo más en la lucha de los trabajadores mineros por la autonomía y libertad sindical y por los derechos fundamentales de los obreros”.
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