Madre inmigrante luchando con dignidad

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CHICAGO — Josué, 14, Juan, 11 and Paloma, 9, viven en el estado mexicano de Guerrero. No han visto a su madre, Flor Crisostomo desde que cruzó la frontera por el desierto de Arizona en junio del 2000. Crisostomo vino a Estados Unidos en busca de trabajo para suportar a sus hijos.

Ella fue arrestada en una redada por agentes de Inmigración y

Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) en el 2006 mientras trabajaba en una compañía que manufacturan palés. Después de dos años de apelaciones legales a través del sistema jurídico, el departamento de Seguridad Patria la ordenó deportada a su país natal no más tarde que el 28 de enero. Pero ella decidió refugiarse en la Iglesia Metodista Unida Adalberto en el noroeste de Chicago.

Crisostomo le dijo a Nuestro Mundo que ella vino a EEUU porque el Tratado de Libre Comercio Norteamericano (TLC) entre EEUU, México y Canadá le hacía “imposible” comprar alimentos para sus hijos.

Dijo ella que el gobierno mexicano piensa que bajo el TLC con la reducción de tarifas en el maíz, frijoles, azúcar, y leche en polvo tanto como un millón de agricultores cesantes del país vecino tratarán de cruzar la peligrosa y mortal frontera para buscar empleo.

Crisostomo dijo que no se iba y que se refugió en la iglesia como un acto de desobediencia civil para que los norteamericanos vean lo que está pasando con la cuestión del tal llamado “libre comercio” y que el gobierno estadounidense y el mexicano tienen que poner fin a lo que llamó un sistema de explotación de trabajo indocumentado.

Ella subrayó que las redadas y deportaciones hacen que los trabajadores indocumentados vivan con miedo. Que los hacía buscar empleo peor, pero que hasta un trabajo malo es mejor que ningún trabajo.

La experiencia de Crisostomo muestra los problemas a raíz de sistema actual de inmigración. Mientras el departamento de Seguridad Patria y las leyes antiinmigrante y antiobreras hace la supervivencia de trabajadores indocumentados peor en EEUU, la política neoliberal del TLC ha destruido la economía agraria mexicana, causando que agricultores no puedan ganarse la vida y soportar a sus familias.

Elvira Arellano, luchadora por los derechos de los inmigrantes y de su hijo que es ciudadano estadounidense, también se había refugiado por un año en la misma iglesia antes de ser deportada el verano pasado. Ella y Crisostomo son buenas amigas.

En una entrevista telefónica con Nuestro Mundo, Arellano dijo que en esta época de campañas electorales era “muy importante” que se luche por la reforma migratoria. Arellano agregó que la gente tiene que salir a votar por un cambio para que el Congreso junto con una nueva presidencia puedan promulgar una reforma migratoria.

Ella llamó a Flor Crisostomo “parte de mi familia”, diciendo que Crisostomo estuvo ahí por ella cuando estaba refugiada. Crisostomo, siguió Arellano, es una madre que se ha sacrificado por sus hijos.

Mientras tanto, Crisostomo desea que el gobierno mexicano y el estadounidense se de cuenta de que para hacer la frontera seguro se debe negociar de nuevo el TLC y los otros pactos económicos que han destruido las economías locales.

Crisostomo dijo que ella sabe que al tomar esta acción, mata cualquier oportunidad que tenga de estar legalmente en EEUU. Ella enfatizó que no solo lucha por ella, sino por todas las familias inmigrantes en EEUU y los que están separados de sus familias.

Ella continuó que no será un símbolo de miedo entre su pueblo, sino que poniendo su “granito de arena” en la lucha puede que haga que el Congreso estadounidense actúe de inmediato.

Crisostomo concluyó que no le importa si tiene que ir a la cárcel. Una vez regrese a sus hijos, ella dijo, no volverá con las manos vacías como hacen muchos, sino que le dará lo único que tiene para darle – “Mi dignidad”.