Ocho días en Líbano

Primera de dos partes

Pasé los últimos ocho días, 7 a 14 de agosto, de la Guerra entre Israel y Líbano en Beirut, capital de Líbano. Había viajado allí desde EEUU como integrante de una delegación por la paz. Nuestra meta era la de expresar solidaridad con el pueblo de Líbano.

Otros países mandaron delegaciones también. Vinieron a ser testigos de la devastación causada por el bombardeo israelí y para llamar atención de sus pueblos respectivos a las causas primordiales de la guerra.

Alrededor de 1.200 libaneses murieron durante la ofensiva militar israelí y 900.000 otros desplazados de sus casas.

Durante la primera semana de los ataques aéreos devastadores sobre blancos civiles en Líbano, la secretaria de Estado Condoleezza Rice dijo que el mundo estaba viendo “los dolores de parto de un Medio Oriente nuevo”.

La gente que conocimos nos dijeron que creían que si EEUU no hubiera estado proveyendo bombas a Israel, todo esto no hubiera pasado. Sin embargo, cuando platicó nuestra delegación norteamericana con gente en los campos para los desplazados, en las calles y en medio de las ruinas en el sur de Beirut, nos dieron abrazos calurosos y nos pidieron que al volver a casa contáramos sus historias.

Hablando personalmente, para mi fue una experiencia tremenda no solo participar en la delegación de paz de EEUU, representando a Unidos por la Paz y Justicia, pero también tener la oportunidad de poder reunirnos con dirigentes y militantes del Partido Comunista Libanés.

Como bien se puede imaginar, los comunistas se encontraban en pie de emergencia. Estaban en medio de responder a la crisis, y nos fue una inspiración verlos trabajar. El partido incluye a cristianos, musulmanes y ateos.



Persiste la unidad nacional bajo fuego

Aunque Beirut estaba bajo bombardeos cada día, había entre el pueblo un ambiente de unidad. Los residentes del sur de Beirut, así como la gente desplazada del sur de Líbano buscando refugio en la capital, nos dijeron de muchas maneras que rechazan ser divididos, o sea por EEUU o sea por Israel. Declararon muchos que son primero libaneses, no musulmanes, druzes o cristianos.

Los comunistas libaneses dijeron que este sentimiento refleja a varias cosas: el impacto de la guerra civil que duró 15 años, el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri en 2005 y los 18 años de ocupación israelí que terminaron hace apenas seis años. Había por toda la ciudad anuncios electrónicos contando los días desde el asesinato de Hariri. Y, todavía se pueden ver los edificios que fueron dañados durante la guerra civil y la ocupación israelí de 1982 a 2000.



La destrucción más reciente

El nivel de destrucción en Líbano por la última ronda de bombardeos israelíes es asombrante.

Fueron destruidas o sufrieron graves daños algunas 150.000 hogares, 50.000 de ellas en Beirut solo. La cuarta parte de la población de Líbano fue desplazada, entre el 10 y el 15 por ciento de la población no va poder regresar pronto a sus casas. Fueron dañados o destruidos 90 puentes y todos las autopistas fueron bombardeadas.

La primera ola de bombas cayó sobre el Aeropuerto Internacional de Beirut y sobre 50 fábricas, entre ellas la lechería más grande de la región, que tiene contrato con la ONU para los esfuerzos regionales de asistencia. Entre otras fábricas que fueron atacadas fue una que producía vidrios, y otra que producía casas prefabricadas.

Dejaron de funcionar el 60 por ciento de los hospitales de Líbano, con dos de ellos destruidos por completo por las bombas. También fueron destruidos cientas de plantas de purificación de agua, depósitos de combustible, estaciones de bombeo y otros bienes de infraestructura.

Muchos libaneses con quienes pude hablar me dijeron que sentían que el mundo los había abandonado. Muchos estaban enojados con el gobierno Bush y sus esfuerzos para bloquear un cese de fuego.

Cuando se dieron cuenta que estaban hablando con alguien de EEUU, enfatizaron la necesidad de la unidad nacional y la necesidad de resistir a los intentos norteamericanos e israelíes por dividir al pueblo libanés. Notablemente, conocimos a gente desplazada en ciudades de carpas o viviendo en las instalaciones de las escuelas públicas que expresaron un humanitarismo conmovedor hacia el pueblo israelí, que también estaban sufriendo debido a los ataques de su propio gobierno.



El crecimiento de la influencia de Hezbolá

Mientras siguió la guerra, surgió un nuevo y reconocido respeto por Hezbolá. Se vio a Hezbolá como enfrentando a los ataques israelíes apoyados por EEUU y las contravenciones a la ley internacional.

Habían muchos reportes de noticias en EEUU, el Reino Unido e Israel sobre los planes de los neoconservadores norteamericanos por desbaratar al gobierno de Líbano, que tiene apenas 15 meses en el poder, intentando aislar y marginar a Hezbolá, y experimentando si se acepta un ataque preventivo contra Irán y posiblemente Siria.

Hezbolá ocupa un lugar minoritario en el gobierno. Justamente antes del comienzo de las hostilidades se habían llevado acabo entre el gobierno y Hezbolá discusiones para llegar a un “acuerdo nacional”. Pero los ataques aéreos y terrestres masivos de parte de Israel, en los cuales murieron y fueron heridos más niños que soldados, han creado otra dinámica. Muchos libaneses dijeron que nunca habían pensado en apoyar a Hezbolá antes de la guerra, pero ahora su opción ha cambiado.

Las opiniones reflejaron un espectro de reacciones, desde una nueva admiración, incluso entre los cristianos, por Hezbolá hasta un reconocimiento renuente de que en realidad son EEUU e Israel los que están haciendo a la gente abrazar a los integristas islámicos.

En el curso de la última década, Hezbolá se ha involucrado políticamente en las comunidades, en la política electoral y en la federación laboral del país. El Partido Comunista Libanés coopera con ellos y con otras fuerzas políticas en puntos comunes, pero siempre tiene presente las agudas diferencias de programa y análisis.

Cuando Hezbolá fue fundado su programa abogaba por un estado islámico. Pero cuando comenzó a presentar candidatos para ser elegidos, su plataforma electoral ya no proyectaba esa meta.

Dice mucha gente que los líderes de Hezbolá han cambiado sus tácticas pero no su análisis básico ni sus objetivos estratégicos a largo plazo. Pero todos están de acuerdo que hoy, con un gobierno de unidad nacional presidiendo sobre un país devastado, todas las fuerzas políticas tienen que luchar por avanzar a la democracia por el bien de todo el pueblo libanés.



Resistencia más que militar

La resistencia a la agresión militar israelí fue definida tanto por el Partido Comunista Libanés que por muchos organizaciones no gubernamentales en términos muy amplios, que iba más allá de las puras acciones militares.

La participación ciudadana a la más amplia escala, basada en voluntarios, para cumplir las necesidades de la población desplazada fue calificada como “parte de la resistencia”. La gente abría sus hogares, los pequeños negocios donaban alimentos y artículos de primera necesidad, y los ciudadanos se pusieron de voluntarios para quedarse en el sur de Líbano por proteger a las ciudades y pueblos (incluyendo a comunistas que lo hicieron); todos estos se consideraban como parte de la resistencia.

Los doctores y personal médico que mantuvieron funcionando a los hospitales y clínicas, los oficiales elegidos y otros que mantuvieron funcionando a los servicios humanos esenciales, estos también fueron calificados como parte de la resistencia.

Judith Le Blanc es vicepresidente del Partido Comunista de EEUU y copresidente nacional de Unidos por la Paz y Justicia.