BOGOTA, Colombia — Dentro las oficinas del Partido Comunista Colombiano (PCC) en esta ciudad hubo mucha actividad el 3 de junio para el empezar del 19 Congreso del partido. Algunos delegados llegaron al salir del trabajo, mientras otros llegaron después de largo viajes en autobúses y aviones de todas partes del país.
Como en cualquier otra organizacion, las paredes del centro del PCC estan llenas de retratos de los queridos dirigentes ya fallecidos. Es chocante ver, en vez de caras de ancianos, los rostros de lideres jovenes sin arruga ninguna. Esto es el resultado de veinte anos de olas de asesinatos de lideres comunistas sindicales y rurales.
Sin embargo, el Partido sigue adelante, encontrando su optimismo en el indomable pueblo trabajador de Colombia.
Campo Elías Puentes orgullosamente viste con su chaqueta de su sindicato en la apertura del Congreso, su primer. Él trabaja para la telefónica de propiedad estatal. Es difícil para un joven activista aprender ser un dirigente sindical, pero hay pocos veteranos. Él lo explica simplemente, “La generación mayor fue asesinada”.
Los delegados de partidos fraternales estaban ansiosos por aprender más sobre la lucha en Colombia. En un receso durante los cuatro días del Congreso, Carlos Lozano, miembro de la directiva y director del semanario del Partido – Voz – habla con el grupo. Él explica que la ausencia de reforma agraria está a raíz del conflicto. Una oligarquía de latifundistas que eran solo el cuatro por ciento de la población controlaban 70 por ciento de la tierra. Continuando, Lozano dijo que los campesinos están luchando por sus tierras desde los 1940s. Pero los latifundistas contrataron a paramilitares para aterrorizar a los campesinos y sus partidarios.
“La consigna del Partido es que la tierra es de quien la trabaja”, dijo Lozano. Él explicó que muchos activistas, incluyendo dirigentes de la juventud comunista fueron al campo para ingresar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para ayudar a los campesinos defenderse. Las FARC son un grupo diferente ahora, con su propia estructura, liderazgo y política, pero tiene relaciones fraternales con el Partido.
Los 400 delegados forman una representación de la población diversa de Colombia, el segundo país más populoso de Sudamérica.
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Martín Louiza, un mecánico de 36 años, pertenece a la comunidad indígena en Tolima, y es el secretario político del Partido ahí. Louiza habló de la creciente lucha de los indígenas para recobrar su cultura e idioma, al igual que sus tierras.
Elsida Rojas es una de 10 que forman la delegación de Cartagena. Las mujeres componen como un cuarto del Congreso, pero Rojas es impaciente. “Hemos hecho mucho progreso”, dice ella, aunque no calla su opinión que más se necesita hacer. Ella es una secretaria que trabaja en el campo de derechos humanos y administra un programa para dar de comer a niños sufriendo de malnutrición.
El primer día es largo pero no hay inquietud mientras los delegados escuchan los reportes y debates. El “Tratado de Libre Comercio” (TLC) en el cual está insistiendo el presidente derechista de Colombia, Álvaro Uribe, junto con George W. Bush, está “se orientan a intensificar la explotacion de la fuerza de trabajo mediante la reduccion del salario, el aumento de las jornadas laborales, la reduccion de las garantias sindicales y de la seguridad social, deslocalizar la produccion...” dice la tesis de discusion del Congreso. El pacto también privatizaría “las entidades públicas estratégicas, incluidas la salud, la educación y los servicios esenciales. El sector agricola está gravemente amenazado por la competencia con los productos agrricolas subsidiados en las potencias capitalistas.”.
Un acuerdo militar entre EEUU y Colombia, corolario del TLC, ya está en vigencia. Bajo el pretexto de la guerra contra el narcotráfico se promulgó el Plan Colombia. Miles de millones de dólares en ayuda militar ha financiado a los paramilitares que trabajan en alianza con los latifundistas, las corporaciones transnacionales y los militares estadounidenses.
Las corporaciones también usan a los paramilitares como sus ejércitos privados para matar miles de los sindicalistas más militantes del país.
De acuerdo a una demanda hecha por el sindicato de Obreros Siderúrgicos de EEUU en los tribunales federales contra la corporación Coca Cola, el gerente de una embotelladora de Coke en Carepa afirmó que él dio la orden a los paramilitares para que destruyan la unión laboral ahí. Ellos forzaron a los trabajadores dejar el sindicato. Despidieron a 27 y los forzaron irse de la región bajo amenazas de muerte. Aunque arrestaron al gerente y líderes paramilitares del área, los soltaron sin formular cargos. No obstante, encarcelaron por seis meses a cinco dirigentes del sindicato que protestaron lo ocurrido.
Terminar con la violencia es prioridad para el pueblo colombiano. El PCC ve la derrota de Uribe como crítico a la meta de conseguir una resolución negociada del conflicto armado. El gobierno de Uribe se niega a negociar por lo más mínimo, tal como un intercambio humanitario de prisioneros e insiste en solo una “solución” militar.
El tema del Congreso fue “Por un Gobierno Democrático”. La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) organizó y está encabezando una gama de organizaciones y movimientos sociales en la Gran Coalición Democrática (GCD) que va a postular un candidato. La Coalición incluye a otras federaciones sindicales, el Partido Comunista, indígenas y gente desplazada.
El segundo día del Congreso culminó en un acto público donde hablaron Jaime Caycedo, secretario general del PCC, y el senador Carlos Gavirias a quien el Partido está respaldando para candidato presidencial de la GCD. Caycedo dijo, ante la multitud de 5.000, que el régimen de Uribe no es invulnerable y que la próxima elecciones son críticas para toda la América Latina. Muchos en el acto no eran comunistas, sino de otras organizaciones en la Coalición. El sentimiento por la unidad era tan fuerte que hasta Antonio Navarro, otro precandidato de la izquierda, asistió y habló.
Durante una plenaria del Congreso, cuando los delegados estaban haciendo fila para hablar sobre el informe político principal, uno interrumpe desde el piso y anuncia que el hermano de un delegado fue asesinado esa mañana. El clamor de dolor colectivo duro solo un segundo cuando alguien llamó por un momento de silencio. Los delegados responde, “¡ni un momento de silencio! – el que muere en la lucha, vive en cada compañero, somos el partido de la esperanza, somos el Partido Comunista Colombiano”.
Cristobal Cavazos contribuyó a este artículo.
Partido Comunista Colombiano: ‘Somos el partido de esperanza’