LAWRENCE, Massachusetts – Cuando Nicole Ayala de Killeen, Tejas, decidió llevar a su suegra a pasear a Méjico por un día no sospechaba que iba ser insultada o hecha sentir “como si yo fuera una delincuente” al tratar de regresar a Estados Unidos a través de la ciudad Del Rio. Ayala, que ha vivido en EEUU 25 de sus 26 años, se le había quedado su tarjeta de residencia en su hogar.
La suegra de Ayala, Felicítia Caminero, una activista comunitaria y sindical de Lawrence, Massachusetts, decidió tratar convencer a los agentes de la frontera que la dejaran entrar. “Ella tenía su identificación como dependiente de su esposo, mi hijo, que está en el ejército”, dijo Caminero. “Ellos buscaron en la computadora y la encontraron ahí como residente”, añadió.
“Aunque yo les dije que se tenía que dar un viaje de seis horas ida para buscar el documento me respondieron de mala gana que no podían hacer nada”, dijo Caminero. “Yo le dije que el esposo de ella era un sargento en el ejército y que ella tenía hijos pequeños en la casa y me dijeron que no le importaba nada de eso”.
Caminero le dijo a este reportero que los agentes de la frontera le dijeron que no podían dejar a nadie entrar sin documentos después del 11 de septiembre. Caminero le preguntó al agente de inmigración si era que él pensaba que su nuera era una terrorista cuando la acusaron de poner palabras en su boca. “Yo solamente estoy preguntando”, dijo Caminero.
A pesar de esto Caminero dijo que jóvenes norteamericanos que venían desde Méjico y decían que se le había quedado sus documentos o no tenían fueron permitidos entrar.
“Todos los que dejaron entrar eran blancos. Pararon a una pareja hispana y le dijeron a la muchacha que ella no podía entrar aunque estaba con el esposo que presentó una identificación del ejército y ella de dependiente”.
Las cosas fueron de mal en peor. La hermana de Ayala fue a buscar sus documentos mientras que Caminero se quedó con su nuera. Las dos mujeres latinas decidieron esperar afuera del edificio porque el frío del aire acondicionado hacía que Ayala se sintiera mal. El agente le dice que pueden esperar adentro y Ayala responde que no puede soportar el frío.
“A pesar de que él nos dice que tenemos que o esperar adentro o irnos a Méjico nos quedamos afuera del edificio”, según Caminero.
A la media noche hay un cambio de turno. Una agente femenina despierta a las dos mujeres. “Regresen a Méjico, extranjeras” le dice la agente de inmigración a ellas en inglés. “Porque ella usó la palabra ‘alien’ que también significa extraterrestre, yo le respondí que éramos de la Tierra y no del espacio”.
Caminero le responde, “Yo soy ciudadana. Pero ella me mira como que no me creé y me pregunta ¿de donde eres? Yo le respondo que soy de Puerto Rico y Puerto Rico es una colonia de Estados Unidos. Ella me mira con frustración. A mí me parece que ellos están impuesto a que la gente le cojan miedo y no le gustó que yo me defendiera”.
En estos momentos la agente amenaza a Caminero con arresto. Caminero, que también es delegada de taller en su sindicato, la Asociación Nacional de Educación, le pregunta “cuales son los cargos” y la oficial responde “intimidar y agredir a un oficial”. Caminero dice “yo no pude creer mis oídos. Esa mujer era grande, pesada, alta y con una pistola. Yo la miro me río y le pregunto si estaba bromeando. Yo era la que debiera sentirse intimidada”.
“Ella nos dice que no podemos estar afuera del edificio porque estábamos ahí ilegal, que tenemos ir a Méjico o entrar en el edificio. Yo le pregunté como entrar en el edificio era legal mientras estar afuera era entrada ilegal”, dijo Caminero.
“Tuvimos que irnos a Méjico. Ellos decían que era por nuestra seguridad que tenía que estar adentro, pero nos mandaron a Méjico y tuvimos que pasar el resto de la noche en las calles”.
Después de que su hermana le trajera sus documentos, Ayala dijo, “Me trataron como basura ... Yo no creo que este es el país que yo juré defender”. Ayala pasó cinco años como voluntaria en el ejército estadounidense.
Pesadilla en la frontera