Un programa educativo clave creado bajo la Ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás de George W. Bush no ha rendido resultados, según el estudio reciente del Instituto de Ciencias Educativas, organismo investigativo del Departamento de Educación norteamericano. El estudio concluye que no hay diferencias entre el grado de comprensión de textos escritos mostrado por estudiantes que participaban en el programa “Leer Primero” [Reading First] y por los que no participaron en el programa.
Desde el 2002 el departamento de Educación ha gastado más de seis mil millones de dólares en el programa Leer Primero, más o menos mil millones al año. Leer Primero ha sido elemento clave de la ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás y participan en él 1,5 millones de estudiantes desde el kinder hasta tercer grado en 5.200 escuelas en 13 estados.
Declaró el senador Edward Kennedy (demócrata por Massachusetts), presidente de la Comisión de Educación del Senado, que “El gobierno Bush ha puesto al amiguismo en primer lugar y ha relegado a último lugar la capacidad de leer de nuestros niños, y el reporte nos muestra las consecuencias preocupantes”. Debido a las críticas y acusaciones de conflicto de intereses a los oficiales de Leer Primero, el Congreso celebró vistas públicas en abril de 2007.
Estas audiencias revelaron cómo es que sacaron ganancias los que implementaron y diseñaron el programa Leer Primero a un costo de mil millones de dólares al año, animándo a los estados y distritos escolares a comprar determinados libros de texto, exámenes y servicios. Leer Primero también fue acusado de mala administración.
Chris Doherty, ex director de “Leer Primero”, mandó un mensaje electrónico a un integrante de su equipo de trabajo revelando sus motivos cuando hizo referencia a un programa de lección que él había desaprobado. Escribió Dohery, “Están tratando de meterse en nuestra fiesta y hay que proporcionarles una paliza a la [grosería] en plena vista de todos los demás aspirantes de entrometidos que andan por nuestro patio esperando ver el trato que les vamos a dar a esos infelices”.
Doherty y otros oficiales de Leer Primero solo aprobaron concesiones cuando estados y distritos escolares utilizaban programas de lección favorecidos por estos oficiales, como eran “Direct Instruction” de McGraw-Hill, y “Voyager Expanded Learning”. Otros programas como “Reading Recovery” y “Success for All”, aun cuando cumplieron con los requisitos y criterios legales no fueron aprobados para el uso. Fueron estos los “infelices”.
No funcionaba la Mesa de Revisión Experta. Algunas solicitudes fueron aprobadas para concesiones sin documentación ninguna, mientras que otras fueron negadas sin ofrecer razón ninguna.
Durante las audiencias, el representante George Miller (demócrata por California) presidente de la Comisión de Educación de la Cámara de Representantes, dijo a un panel de oficiales de Leer Primero, “Esto me suena a mí como una empresa criminal. Ustedes. no pueden pasar por encima de la ley. Pero la realidad es que sí lo han hecho”.
Luego de la audiencia, el presidente de la Comisión Financiera de la Cámara, el representante David Obey (demócrata por Wisconsin) encabezó la lucha por recortar el presupuesto de Leer Primero de mil millones de dólares a $393 millones en 2008. El presupuesto de Bush para el año fiscal 2009 busca restaurar fondos a los niveles anteriores. Chris Doherty renunció poco antes de publicarse el Informe Investigativo del inspector general del departamento de Educación, John Higgins, sobre Leer Primero.
La realidad es que resultan loables las metas y los propósitos del programa Leer Primero: “Ayudar a los estados y distritos escolares locales a establecer programas de lección para los estudiantes de bajos recursos desde el kinder hasta el 3º grado basado en las investigaciones científicas que tengan como resultado que puedan leer los estudiantes al nivel que corresponda a su grado”.
Sin embargo, la tragedia del programa Leer Primero no es del programa mismo, sino más bien de los oficiales que lo administraron mal y su desprecio total por las leyes y los reglamentos que gobiernan a su departamento. Se ha dejado predominar el amiguismo y la avaricia corporativa sobre las necesidades educacionales de los niños más pequeños que debían haber sido servidos por el programa.
Programa de lectura federal es un “fracaso”