(Fragmentos de la comparecencia de Fidel en el programa Ante la Prensa, de la TV Cubana, el 19 de febrero de 1959. Publicado en el periódico Revolución, 20 de febrero de 1959)
“A mí lo que me preocupa no es lo que soy ahora; yo puedo decir, como lo he dicho a los que me felicitaban cuando me designaron Primer Ministro: felicítenme cuando termine. Lo que me preocupa no es lo que sea ahora, sino cómo voy a hacer lo que tengo que hacer por Cuba, y cómo voy a cumplir ese rol que me ha tocado, porque yo creo que estas cosas, poco a poco, por una serie de circunstancias, aparte del esfuerzo propio, le toca a uno realizarlas”.
“Lo que me preocupa no es sólo esa cuestión. El valor histórico en definitiva de los hombres de la Revolución depende de la obra que realicen, por eso quizás alguno no se explique por qué muchos de nosotros trabajamos tanto sin descanso y estamos continuamente actuando. Que el objeto de nuestra extraordinaria preocupación es que tenemos que hacer las cosas bien, o sea, cumplir con la gente que cree en nosotros, porque es un problema muy serio para cualquier hombre, que haya millones de gentes creyendo en él, demostrándole esa fe, ese cariño, esa simpatía, y que uno no pueda o no sea capaz de satisfacer esas esperanzas”.
“No es que yo sea un hombre que me falte la fe. Yo tengo la más completa seguridad que nosotros vamos a echar adelante la Revolución y que vamos a tener éxito. No es que tenga fe solamente en mí; tengo fe en todos los compañeros que lucharon junto a mí en la Sierra Maestra durante largos años; fe en los valores que nos esperaban aquí, fe en los valores que van apareciendo y que se van sumando”.
Más adelante, el líder de la Revolución dijo: “Estimo que una de las medidas a dictar tan pronto se haya logrado la reestructuración del aparato administrativo, es lograr la implantación de la carrera administrativa. Hay que alejarles la mente a los hombres jóvenes de los cargos burocráticos, como hay que alejarlos del vicio, porque creo que ha constituido realmente un vicio la burocracia para nuestro país”.
Se refirió al valor de la reforma Agraria para los fines de eliminar el desempleo, por sus repercusiones en la industrialización. Explicó de qué manera no era tan solo un acto de justicia sino también una necesidad económica por cuanto al repartirse la tierra aumentaría el poder adquisitivo de los campesinos, que constituyen la mitad de la población del país “y que al consumir más con su mejor nivel de vida harían que las industrias trabajaran más, que hubiera más empleo, lo que a su vez producirá mayor consumo de productos agrícolas en las ciudades para beneficio de los campesinos”.
Subrayó la importancia de consumir productos cubanos, para así ayudar a la industria nacional. “Esa es una especie de reforma arancelaria popular”, dijo refiriéndose a la campaña por el consumo de productos cubanos [... ]
Más adelante, Fidel expuso: “Aquí hay que reformarlo todo, desde el campo hasta la moral y las costumbres. Toda reforma es ahora revolucionaria”.
Sobre las relaciones internacionales de Cuba, Fidel expresó que estas deben basarse en la amistad y el respeto mutuo tanto hacia Estados Unidos como hacia los demás pueblos del mundo. Dijo que no era Cuba sino eran los Estados Unidos los que tenían que rectificar en las relaciones de los dos países. Afirmó que Cuba debe comerciar con todos los pueblos que querían hacerlo con el nuestro, y de modo concreto se refirió al comercio con la Unión Soviética diciendo: “Si los rusos nos quieren comprar no nos vamos a comer el azúcar, les venderemos.”
Tomado del periódico cubano, Granma
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