CHICAGO — Imagínese si usted tuviera que despertarse en la oscuridad cada mañana para luego tener que cosechar tomates durante una jornada de 10 horas — cada día, siete días a la semana — en condiciones explotativas y bajo la vigilancia de hombres armados.
¿No le parece como una esclavitud física y mental?
Bueno, usted es un trabajador agrícola inmigrante que trabaja entre 60 y 70 horas la semana sin derechos laborales ni protección sindical, viviendo en condiciones inhumanas.
Trabajadores que cosechan el tomate, que están excluidos de la ley federal de normas laborales, no reciben pago extra por horas extras, ni seguro de salud, ni días pagados por enfermedad, ni vacaciones pagadas, ni otros beneficios.
Lideres de los trabajadores agrícolas de Immokalee, Florida, donde existe la concentración más grande de trabajadores agrícolas en el estado y de donde más de 90 por ciento de tomates frescos cosechados en el invierno en Estados Unidos, dicen que tal explotación no es nada más que una forma moderna de esclavitud o servidumbre feudal.
“Es cierto, la esclavitud aun existe”, dijo Cruz Salucio Pérez, de 22 años de edad, oriundo de Guatemala que es un dirigente de la Coalición de Trabajadores de Immokalee (CIW por sus siglas en inglés). “A los trabajadores nos obligan a trabajar en condiciones parecidas a la esclavitud, estamos bajo vigilancia de guardias armados, y no podemos tener visitas”, dijo Pérez. “A algunos nos han amenazado, a otros hasta los han golpeado”.
La CIW es una organización de trabajadores, basada en la comunidad, cuyos integrantes son mayormente inmigrantes hispanos, haitianos e mayas. Está conduciendo una campaña para que la cadena de restaurantes de servicio rápido McDonald’s, con ganancias anuales de $22 mil millones, se preocupe por la protección de la mano de obra campesina explotada que cosecha los tomates que compra.
Durante una reciente presentación, Pérez dijo creer que el gobierno no puede hacer la diferencia en esta campaña. “Son los consumidores, el pueblo, son los que tienen el verdadero poder de resistir y presionar a McDonald’s”.
La Alianza de Estudiantes y Obreros agrícolas (SFA por sus siglas en inglés), una red nacional de estudiantes y juventud, llegaron a Chicago en enero juntos con la Campaña para Comida Justa y CIW, para organizar apoyo para una manifestación el 13 de abril fuera de las oficinas de la corporación McDonald’s en Oak Brook, Illinois, donde piensan anunciar el comienzo de un boicot nacional a los “arcos dorados”. El 14 de abril el grupo planea dirigir un desfile en frente del restaurante “Rock ’n’ Roll” McDonald’s en el centro de Chicago, que terminará en la plaza federal con actividades divertidas de música y protesta.
El coordinador nacional de la SFA, Marc Rodríguez, de 25 años de edad, dijo que su grupo y CIW ha llevado a cabo casi cien presentaciones a estudiantes en la ciudad a nivel de primaria, secundaria y universidad. También han visitado a las iglesias, sindicales y organismos comunales. Rodríguez dijo que los resultados han sido “tremendo”, sobretodo cuando la gente se entera de lo que pasa en Immokalee en sus comunidades. Ya que esta clase de restaurantes se enfocan en la juventud, dijo Rodríguez, deben prestar atención a una rebelión por ese sector clave de su clientela.
CIW, formado en 1993, tiene más de 2.500 miembros que trabajan para corporaciones grandes en el sector de agricultura, recurriendo toda la costa oriental del país siguiendo las cosechas de tomate y cítricos. En los pasados seis años, la agrupación ha desempeñado un papel clave en descubrir, investigar y llevar a la justicia cinco casos de esclavitud moderno y el tráfico en inmigrantes.
La organización se conoce ampliamente por su boicot nacional de cuatro años contra Taco Bell y la corporación a cual le pertenece, Yum Brands. En 2005 Taco Bell aceptó establecer un código de conducta y garantizar la protección de la mano de obra agrícola y proteger sus derechos, además de un aumento de salarios. CIW espera establecer el mismo acuerdo con McDonald’s como un precedente para toda la industria de restaurantes de servicio rápido.
CIW dice que McDonald’s no ha reconocido los abusos serios que los obreros que cosechan el tomate tienen que aguantar, y niega trabajar con la organización para resolver este problema.
La mayoría de los trabajadores agrícolas de Immokalee trabajan en pequeños ranchos que pertenecen a individuos. Se les paga alrededor de 45 centavos por cada cubeta de 32 libras (14,4 kilos) de la fruta que cosechan. CIW y sus aliados exigen que McDonald’s pague un centavo más por libra por los tomates que compran de los contratistas que contratan a los trabajadores agrícolas. Esto aumentaría el pago a los trabajadores a 77 centavos o sea un amento de 72 por ciento.
El ingreso promedio anual de un trabajador que trabaja cosechando tomates es $10.000 y en 30 años, no han visto ningún aumento. Para ganar tan solo el salario mínimo tienen que cosechar 2,5 toneladas en una jornada de 10 horas, o cosechar 181 libras (81 kilos) de tomate para poder comprar un “Big Mac” en McDonald’s.
“Todos sabemos que grande y poderoso McDonald’s es, pero esto fue logrado a precio del sudor y trabajo de los trabajadores agrícolas, contribuyendo directamente a su explotación”, dijo Rodríguez.
“Ya es tiempo que McDonald’s acepte alguna responsabilidad”, concluyó.
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Trabajadores agrícolas de Immokalee consideran boicot de McDonald’s