Un documental de Rosie Pérez: Yo Soy Boricua, Pa’ Que lo Sepa

El documental de la actriz puertorriqueña neoyorquina, Rosie Pérez, quizás sin tanto querer, subraya las contradicciones de una minoría nacional, dentro de Estados Unidos, de un país colonial.

Empezando con enseñar imágenes del Desfile Nacional Puertorriqueño en Nueva York (la actividad de afirmación nacional borinqueña más antigua en EEUU) y el orgullo que los puertorriqueños en EEUU sienten por ser de ese país (aunque no hayan nacido allá), la película trata de contestar la pregunta ¿quienes son los puertorriqueños y qué hacen aquí?

El documental trata de hacer esto a través de un resumen histórico, narrado por el actor Jimmy Smits (también puertorriqueño), y entrevistas con intelectuales puertorriqueños, artistas, familiares de Pérez y recuerdos. Desafortunadamente, existen algunas distorsiones, aparentemente más bien errores basados en mitos e historias que más bien sirven a una posición política que la realidad histórica.

No obstante, recorre por una historia que empieza con los tainos y su conquista por los conquistadores españoles.

Aquí encontramos uno de los primeros errores cuando dicen que los tainos eran dóciles o pasivos y que por eso fueron conquistados. La realidad es que hubo rebeliones de los tainos contra los españoles que los estaban esclavizando.

Un hilo soberanista, de afirmación nacional corre por el documental. Esto se ve cuando el filme muestra documentación de las luchas de los militantes del Partido Nacionalista, encabezado por Pedro Albizu Campos, y la represión en contra de estos y otros independentistas.

Quizás no nos deben molestar mucho los errores históricos visto que también se encontraban en los noticieros estadounidenses. Por ejemplo, el documental enseña film noticioso de la rebelión nacionalista. En esas noticias el narrador dice que los comunistas proveyeron las armas que usaron los nacionalistas en su intentada insurrección fracasada.

Cualquiera que conozca, de manera no superficial, a la política e historia puertorriqueña sabe muy bien que aunque ambos, los nacionalistas y los comunistas, luchaban por la independencia de Puerto Rico — los nacionalistas como la meta final y los comunistas como un paso imprescindible hacia su meta, el socialismo.

El concepto de estrategia y tácticas de los nacionalistas y los comunistas, también eran diferente. Los nacionalistas se pensaban como “la nación organizada” y pensabas que podían ganar un Puerto Rico soberano a través de una insurrección hecho por ellos. Los comunistas creían en organizar al pueblo por no solo por el futuro de un Puerto Rico independiente, sino por las reclamaciones de la gran mayoría trabajadora y campesina de Puerto Rico. Y los comunistas sabían que Puerto Rico era una nación dividida en clases sociales mientras se enfrentaban a un imperio que oprimía a todo puertorriqueño. Para los nacionalistas, Puerto Rico era una familia donde el puertorriqueño “que tenía una peseta más que el otro” lo ayudaba.

Claro está que a pesar de estas diferencias, los comunistas salieron a la defensa de los nacionalistas encarcelados por la insurrección, como es debido de cualquier marxista en cuestión a los que luchan en contra de la ocupación de su país, aunque sea con métodos equivocados.

Ese hilo independentista también se ve en el relato de los Young Lords, grupo juvenil puertorriqueño en EEUU.

Pero también existe la gran contradicción de que mientras aluden a la necesidad de un Puerto Rico libre también se quejan de que “no son permitido a votar por el presidente, pero se esperan que mueran por el presidente” de EEUU.

Esta contradicción es entre uno de derechos nacionales y derechos civiles. El primero va al poder pleno de los puertorriqueños a resolver sus problemas y sobre que futuro quieren. El segundo va en torno a hacerse parte de un país que lo mantiene como ciudadano de segunda clase, un país que está construyendo una muralla para mantener afuera a latinoamericanos.