Segunda de dos partes
Jay Bookman, asistente editor de la página editorial del diario The Atlanta Constitution, escribió recientemente, “En su esencia, [la política militar estratégica de Bush] se propone un plan para la dominación militar y económica norteamericana de cada región del mundo, sin ninguna traba por tratados ni preocupaciones internas. Y para realizar ese plan, se preve una extensión bruta de nuestra presencia militar global.”
Similarmente, G. John Ikenberry, escribiendo en la revista Foreign Affaire [Asuntos Exteriores], dijo: “La naciente estrategia neoimperial norteamericana amenaza con desgarrar la tela de la comunidad internacional y de las alianzas políticas … Es un punto de vista que está cargado de peligro y que probablemente fallará. No es solamente insostenible a nivel político, pero también diplomáticamente dañino. Y si la historia es un guía fiel, provocará un antagonismo y una resistencia que dejará a Norteamérica en medio de un mundo más hostil y dividió.”
¿Ya no es esto evidente? La embestida para invadir a Irak con fuerza mortal ha encontrado una resistencia en el pueblo norteamericano, a no mencionar los pueblos de tierras cercanas y lejanas, que no sólo tienen sospechas de la política de la administración hacia Irak, pero también dudan la dirección mundial de los proyectos militares-estratégicos de Bush.
La gente ya está llegando a comprender que el peligro de guerra no se esfuma por si solo. Y los líderes del movimiento de los trabajadores y de los movimientos populares reconocen que no pueden guardar silencio sobre una invasión a Irak y la nueva doctrina de guerra de Bush sin sacrificar las vidas y la prosperidad de los que representan.
Así, queda más claro que la lucha contra el creciente peligro de guerra será la realidad política dominante y definitiva en nuestro propio país durante cualquier futuro previsible. Esta lucha formará y condicionará todas las demás luchas y cuestiones.
El significado del peligro de guerra es visto por un sector cada vez más grande del pueblo, mientras la agresión en el extranjero se combina con una creciente desigualdad racial y sexual en este país, una crisis económica siempre más amplia, y restricciones groseras a los derechos democráticos y sindicales, incluyendo la imposición de la Ley Taft-Hartley en un intento para aplastar al sindicato portuario en la Costa Oeste
Mientras muchos comentaristas han notado la capitulación del liderazgo partidario de los Demócratas, más saliente es la aparición de un bloque significativo en el Congreso que se opone a la embestida belicista, y el muy creciente sentimiento e iniciativa anti-bélica y de solidaridad laboral en el seno del movimiento sindical. Cada vez más, los líderes y responsables sindicalistas se pronuncian públicamente en oposición a la invasión de Irak por Bush.
Si se junta esto con el nuevo nivel de actividad en las calles en favor der la paz, y el crecimiento de la unidad multirracial, es de buen agüero para la formación de un frente amplio, conducido por los trabajadores, contra la política reaccionaria de la administración Bush y sus partidarios reaccionarios de las corporaciones.
En el curso de esta lucha, hay que surgir en el diálogo nacional una visión alterna del papel de nuestro país dentro de la comunidad mundial. En cuanto a esto, la izquierda política y las fuerzas progresistas tendrán una responsabilidad muy especial
Tal visión debería incluir el no uso de la fuerza en las relaciones internacionales, la destrucción mundial de todas las armas nucleares y de otras armas de destrucción masiva, el fortalecimiento del papel de la ONU, y de su Asamblea General, relaciones equitativas entre los países desarrollados y los países en vía de desarrollo, el rechazo al NAFTA [Tratado de Libre Comercio Norteamericano], del ALCA [Acuerdo de Libre Comercio de las Américas] y de otros tratados comerciales similares, el respeto universal a los derechos de soberanía de los estados grandes y pequeños, una resolución justa e inmediata a los conflictos existentes en el mundo, comenzando con la crisis entre Israel y los palestinos, y una disposición por parte de nuestra nación a ser miembro igual y contribuyente de la comunidad mundial sin ni derechos ni privilegios especiales.
Desde luego, la visión de los comunistas y socialistas de un mundo justo y pacífico se informa por nuestro ideal socialista. Hace casi cien años Rosa Luxemburg dijo que las opciones que afrontan a la humanidad eran ‘o el socialismo, o la babarie.” En aquella época, las armas de destrucción masiva todavía no existieron. Pero ahora sí. Así que la advertencia de Rosa ya cobra una urgencia renovada, y la lucha por el socialismo adquiere una nueva necesidad
En una época, la visión socialista se animaba con la posibilidad de una vida mejor para toda la humanidad. Y todavía es así. Pero en un momento tan peligroso como éste, nuestra visión socialista también ofrece la mejor salvaguardia contra la guerra y la destrucción de nuestro frágil planeta.
Por ahora, sin embargo, la tarea inmediata y urgente es formar una más amplia coalición popular, conducida por los trabajadores, para hacer descarrilar los proyectos de Bush de invadir a Irak.
Este artículo está basado en la palabras de apertura a la reunión de la Junta Nacional del Partido Comunista de Estados Unidos el 21 de septiembre que se celebró en la ciudad de Chicago. Sam Webb es presidente nacional de dicha colectividad política. Se puede comunicar con él al swebb@cpusa.org
Una amenaza a la humanidad – La nueva doctrina militar de Bush