Victoria para estudiantes antiguerra

2416.jpg

BERWYN, Illinois — Después de ser suspendidos y amenazados con la expulsión por haber protestado en contra de la guerra en Irak un grupo de estudiantes ganó el derecho de regresar a las aulas el 13 de noviembre.

Lo único que querían hacer era enviar un mensaje de paz y “traer un fin al conflicto en Irak”, dijo el estudiante Matt Heffernan a los periodistas al frente de la escuela Morton West aquí el 6 de noviembre. Él fue parte de un grupo de estudiantes que fueron suspendidos y otros amenazados con expulsión por protestar en contra de la guerra.

Heffernan, un estudiante de tercer año en esta escuela superior de Berwyn, un suburbio afuera de Chicago, dijo que él y 70 otros estudiantes, mayoría anglos y latinoamericanos, simplemente querían despertar la conciencia sobre los efectos de la guerra. “Gente dicen que no les afecta, pero nosotros decimos que sí les afecta”, él dijo.

Los estudiantes protestaron contra la guerra el 1 de noviembre, rehusando dejar la cafetería de la escuela hasta el fin del día.

Después de palabras y presión proveniente de los padres, estudiantes, grupos pacifistas del área, Ben Nowakowski, el superintenente escolar del Distrito 201, anunció en una declaración que los 38 estudiantes suspendidos y los que iban a ser expulsados pueden regresar a sus clases.

Los padres de los 38 están planeando hablar con la junta escolar para asegurarse que las suspensiones no aparezcan en las carpetas de los estudiantes.

Nowakowski y la junta escolar originalmente habían acusados a los estudiantes de “desobediencia flagrante y actividad de turbas”, diciendo que interrumpieron el proceso educativo y que potencialmente causaban daños a otros estudiantes durante su protesta pacífica.

Los estudiantes le dijeron a los reporteros que los oficiales les dijeron que si mudaban la protesta a otro lugar fuera de la cafetería sería expuestos solo a detención escolar el sábado. Los estudiantes aceptaron y cuando se movieron los oficiales escolares acordonaron el área con una cinta amarilla y mesas para que otros estudiantes no se pudieran unir a ellos. Muchos de los estudiantes se fueron después de la intimidación.

“Me gustaría regresar a la escuela”, Heffernan le dijo a Nuestro Mundo antes de que se echaran para atrás las autoridades escolares. “Yo no hice esto para ser desobediente. Yo simplemente quería promover la paz y decir ‘traigan las tropas a casa’. Por eso es que tuve que hacerlo”.

Bárbara Maniotis, otra estudiante de tercer año, habló con este reportero. “Hemos estado en esta guerra por cinco años ahora. Más apoyo tengamos, mejor serán las posibilidades de salir ahora”.

El 7 de noviembre cientos de padres, estudiantes, activistas antiguerra, veteranos de la guerra en Vietnam y gente que abogan por la libertad de expresión aparecieron en la reunión de la junta escolar del distrito para exigir que los oficiales reconsideren su decisión y no expulsen a los estudiantes.

La mayoría que participaron en la reunión alabaron a los estudiantes por expresar su opinión y abogaron por que se proteja su derechos garantizados bajo la Primera Enmienda a la Constitución. Muchos dijeron que los oficiales escolares reaccionaron de sobremanera.

Adam Szwarek, otro estudiante que protestó la guerra, dijo que la manifestación fue motivada por el aumento de reclutadores militares que visitan la escuela cuatro veces cada semana. “Cada día los militares quieren que hagamos flexiones”, dijo Szwarek. “Ellos están apoyando a la muerte, violencia y asesinato, y nosotros con lo que hicimos fue lo opuesto”.

“Expulsen a los reclutadores militares, no a los estudiantes”, reclamó un padre que hablaba por otros también.

Jonathan Acevedo, de 16 años, tocó la guitarra y cantaron canciones de paz durante la protesta mientras otros estudiantes portaban carteles y se agarraban de las manos.

“Yo creo que la guerra es injusta”, Acevedo le dijo a Nuestro Mundo. “Muy mucha gente y niños han muerto y eso no va bien conmigo”.

“Los reclutadores viene y tratan de decir que la guerra es chévere”, dijo el joven Acevedo que una vez estaban pensando en alistarse. “Pero después yo me pregunto, ¿Cual es el punto? No sería algo que valga gastar mi vida”.

Él agregó, “La guerra está afectando a nuestra economía. No debemos estar pagando por algo en el cual no creemos. Ese dinero se puede usar mejor para curar enfermedades”.