Zelaya vuelve a Honduras a la escondida

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La crisis que ha existido en el país centroamericano de Honduras desde que las Fuerzas Armadas, respaldadas por la oligarquía y los políticos tradicionales, derrocaron al presidente Manuel Zelaya el 28 de junio, ya ha llegado a una coyuntura critica. Sorpresivamente, el presidente Zelaya llegó a la capital Tegucigalpa el lunes por la mañana, declarando que ha llegado para restaurar a la presidencia.

Este acto atrevido pretende cambiar el juego político en Honduras.

Zelaya dijo que había viajado en una manera secreta durante 15 horas y logró entrar en Tegucigalpa sin que las patrullas del gobierno de facto de Roberto Micheletti lo detectaran. De hecho, cuando se enteró por primera vez que Zelaya estaba en Tegucigalpa, Micheletti lo desmintió. Poco después el líder golpista tuvo que tragarse sus propias palabras, cuando Zelaya apareció personalmente en la terraza de la embajada brasileña, aplaudido por una muchedumbre extática de sus seguidores en las calles alrededor del plantel. Zelaya dijo al pueblo, según la agencia noticiera Telemundo: "A partir de ahora nadie nos vuelve sacar de aquí... somos un pueblo unido y un pueblo vencedor".

La canciller legítima de Honduras, Patricia Rodas, dijo a Telesur: "Hemos pulverizado al adversario que ha tratado de mancillar la libertad, las aspiraciones, las expectativas, los sueños de toda una comunidad que se alzó entera a favor de nuestra dignidad".

Micheletti reaccionó con rabia extrema. Insistió que la embajada brasileña entregara a Zelaya para someterlo a juicio bajo los cargos fantoches de traición a la patria y abuso de poderes que sirvieron como pretextos para su derrocamiento y destierro. Pero el presidente de Brasil, Luis Inacio "Lula" da Silvia y su canciller, Celso Amorim, tomaron una línea firme de apoyo a Zelaya y desde luego no aceptan ninguna instrucción de parte del gobierno golpista a que consideran ilegitimo y usurpador. Amorim advirtió al gobierno golpista en contra de cualquier atropello contra de la embajada y su personal.

Mientras que helicópteros del gobierno sobrevolaban a la muchedumbre que se va aumentando cada minuto delante la embajada y mientras que policías y soldados replegaron, Micheletti también impuso un toque de queda de 15 horas a solo 20 minutos antes de que empezara. Además, fortalecieron los controles en las carreteras para impedir que más personas viajaran a Tegucigalpa para apoyar a Zelaya. Los activistas de la resistencia dicen que las señales de sus teléfonos celulares han sido interferidas por gente del régimen golpista. Pero tal como parece, estas medidas llegan demasiado tarde como ya corre la palabra de que Zelaya exige que toda su gente acuda a Tegucigalpa para respaldarlo.

La Organización de Estados Americanos (OEA) tuvo una sesión de emergencia el lunes en la tarde. Hubo cierto desacuerdo. Mientras que todos los países se expresaron contentos de que Zelaya haya regresado, algunos querían reenfatizar a los "acuerdos de San José" elaborados por el presidente costarricense a la iniciativa de la canciller norteamericana Hillary Clinton, pero otros no. La resolución que eventualmente se aprobó, con una disensión de parte de Nicaragua y Venezuela en el punto de los acuerdos de San José, resulta un tanto contradictorio. Los nicaragüenses y venezolanos opinan que el regreso de Zelaya a Tegucigalpa constituye una situación nueva, y que esto, además del punto de vista de Zelaya, debe tomarse en cuenta.

Tanto el presidente Arias como la canciller Clinton hicieron un llamado para que nadie de las dos bandas en Honduras actúe en una forma provocativa.

Zelaya, tal como parece, ya también está retirando su respaldo a los acuerdos de San José. Estos acuerdos, rechazados desde el principio por el régimen golpista, disponen del regreso de Zelaya como presidente bajo amnistía, a cambio de concesiones inclusive una reducción sustancial de sus poderes y una promesa de abandonar su campaña a favor de una convención constituyente para renovar la constitución de 1982. El motivo parece ser de que, ya que Micheletti saboteó a los acuerdos, y Zelaya ha regresado bajo su propia iniciativa sin llegar a ningún tipo de acuerdo con Micheletti, que Zelaya y sus seguidores no tienen absolutamente ninguna obligación moral de confinarse dentro de la marca de tales acuerdos.

De hecho, las bases sociales del gobierno de Zelaya jamás se sentían entusiasmadas por lo de San José, y menos con la idea de abandonar la convención constituyente. Otro problema es que las campañas para las elecciones nacionales del 29 de noviembre de 2009 ya empezaron el 1 de septiembre, o sea hace tres semanas, y durante este plazo los candidatos pro Zelaya no han podido llevar a cabo sus campañas por razón de la represión. De modo que es muy probable que se presente una exigencia de que la elección sea postergada.

El secretario general de la OEA, José  Miguel Insulza, va a llegar a Tegucigalpa para respaldar a Zelaya. También se espera de que el tema de Honduras sea tratado en las nuevas sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas. Se suponía que Zelaya iba a tomar la palabra en Nueva York, pero esto seria ya bastante difícil. Se sabe que jefes de estado de otros países van a hablar del tema.

Como quiera, varios dirigentes del movimiento de resistencia en contra del golpe ya dicen que esperen el colapso del régimen de Micheletti en cualquier momento.

Foto: Presidente Manuel Zelaya habla en un teléfono celular en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, 22 de septiembre. Foto por Esteban Felix/Prensa Asociada.