Ahora sabemos que el Senado norteamericano no aprobará la legislación de cambio climático este año. En forma póstuma se han señalado varios desafíos: falta de liderazgo de la Casa Blanca, oposición unificada del Partido Republicano a la propuesta legislativa de cambio climático estableciendo los límites máximos en las emisiones, la estructura y las reglas del Senado, y la complicada naturaleza del proyecto legislativo de cambio climático de los límites máximos en las emisiones.
"Se ha señalado una omisión importante en gran parte de este análisis: la ausencia de presión de los estadounidenses en todo el país exigiendo se tome una acción enérgica respecto del cambio climático. Muy pocos americanos están vinculados a este cambio social trascendental de tal manera que se produzca el ímpetu político para lograr este cambio. La ausencia de esa presión pública, (las itálicas son mías) es lo que ha producido el presente estado de inmovilidad política".
(De "Por que murió el proyecto de cambio climático? Porque todavía no tenemos un movimiento político real sobre el cambio climático", por Kelsey Wirth, Larry Shapiro, Phillip Radford)
Otros líderes de la justicia social pudieron hacer la misma observación.
Con antelación a la elección del Presidente Obama los enemigos del progreso sintieron el peso y la presión de un público excitado.
La coalición que eligió a Obama no se ha ocultado, pero su nivel de actividad no coincide con los desafíos que el pueblo americano enfrenta, ninguno más importante que una economía estancada y un alto nivel de desempleo. Tampoco su energía y organización se comparan favorablemente con los esfuerzos de la derecha política, especialmente sus elementos más extremistas - los comentaristas derechistas de radio, Fox News. Newt Gingrich, Sarah Palin, Michelle Bachman, los Tea Party, las talegas llenas de dinero, etc., etc.
Tanto la recesión económica prolongada (sin final a la vista), como el posible regreso de la extrema derecha política al poder, es un llamado a una movilización poderosa de cada persona de ideas progresistas en nuestro país. En el centro de esta movilización debe estar la clase trabajadora multirracial (en sentido amplio) y sus aliados.
No hay otra forma de mantener a estos extremistas derechistas inmovilizados junto a sus socios capitalistas, sin mencionar que lo que se debe hacer es emprender transformaciones económicas o políticas progresistas de carácter radical.
Iniciativas y aperturas de carácter democrático y progresista que venga desde arriba - digamos del presidente - son ciertamente importantes (por ejemplo, proyectos de creación de empleo, construcción de infraestructura) especialmente si pueden ser aprovechados por la gente de la coalición para ampliar y profundizar el proceso de cambio.
Sin embargo, estas iniciativas y aperturas no pueden ser substitutos al factor organización de masas, a la acción y unidad a nivel de base. En cada punto crucial de nuestra historia - la Guerra de Independencia, la Guerra Civil, el New Deal, la revolución de los Derechos Civiles - un poderoso oleaje de acción popular llegó a ser la fuerza material hacia el poder, para profundizar y extender el proceso de cambio.
Todo esto me lleva al tema de la Manifestación por Una Nación que se llevará a cabo Octubre 2 en la capital de nuestra nación. Esta es una oportunidad para restablecer, revitalizar y restaurar la organización de la coalición de la gente que eligió el primer presidente afroamericano en la historia de nuestro país.
Oportunidades como esta existen muy pocas. Pero cuando aparecen deben ser aprovechadas. No quedará piedra sin mover para traer la gente y sus organizaciones a la manifestación en Washington. El éxito de este evento será medido por el tamaño de la manifestación. Una gran participación cambiará la atmosfera política y enviará un mensaje a partidarios y enemigos.
El éxito también será medido por el grado en que se impulsa la lucha por el empleo y un castigo a la derecha republicana en Noviembre. Finalmente, el éxito se medirá por el grado en que la coalición que eligió al Presidente y ha permanecido inactiva desde el 2008, recupere su ritmo y se convierte en una fuerza sostenida y entable la lucha por el cambio progresivo y radical en el corto y largo plazo.
Sam Webb es el presidente nacional del Partido Comunista de los Estados Unidos.
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