En reciente edición, el diario caraqueño Últimas Noticias publicó el expediente de un personaje que, a todas luces, sirve de conexión entre los golpistas de la oligarquía venezolana, la mafia terrorista de Miami y los 'estrategas' yankis que el Gobierno destina a la guerra sucia en el continente: se trata de Hermes Rojas Peralta, el silencioso director de la Policía del estado de Miranda, y mano derecha del gobernador golpista Enrique Mendoza.
El dossier titulado 'Los Agentes de la Desestabilización' (silenciado por los medios progolpismo y la prensa internacional) habla de las conexiones entre Rojas Peralta y un grupo de personajes que hoy forman parte de la conspiración dirigida por el imperio para derrocar a Hugo Chávez Frías, y que (coincidentemente) tuvieron nexos con el golpe de Estado en Chile: Charles Shapiro, embajador norteamericano en Caracas, y Otto Reich, asesor para asuntos latinoamericanos.
Hermes, Shapiro y Reich, conforman un siniestro trío vinculado al golpe de Estado del 11 de abril, y estrechamente relacionado con la extrema derecha demócrata cristiana, el Opus Dei, el partido Primero Justicia y la llamada Coordinadora Democrática.
Charles Shapiro, quien ahora acostumbra a pasearse por Caracas con humoristas contrarrevolucionarios, participó y formó parte del grupo de funcionarios pagados por la CIA en el plan de desestabilización del Gobierno de Allende, y ha sido 'asignado' posteriormente a estados latinoamericanos donde se necesita conspirar en contra de las luchas populares. Recordemos su presencia en Nicaragua y El Salvador durante la década de los ochenta.
No menos conocido, Otto Reich (cubano que emigró a Miami en 1960) formó parte de la contrarrevolución cubana en el exilio. Estuvo involucrado en el plan de propaganda y desestabilización del Gobierno chileno. Luego, en el grupo Halcones del Pentágono, durante los últimos años del Gobierno de Richard Nixon, enfrentó los intentos revolucionarios en Latinoamérica, y alcanzó 'celebridad' en el caso Irán-Contras.
Pero la joyita de Shapiro y Reich en Venezuela, Hermes Rojas Peralta, cuenta con un aval terrorista insuperable: trabajó bajo las órdenes de Luis Posada Carriles durante las operaciones que conducirían al derrocamiento y muerte de Salvador Allende; y mantiene en la actualidad estrechas relaciones con la mafia miamense, principalmente con el autonombrado comandante Rodolfo Frómeta, quien dirige al grupo terrorista Comandos F4, hoy en un peligroso maridaje con los militares golpistas de Altamira.
El testaferro Rojas Peralta, bajo las órdenes de Enrique Mendoza, puso sus manos tras el golpe de Estado del 11 de abril y fue uno de los máximos responsables del cierre fascista al canal estatal Venezolana de Televisión. Por estos días, el Gobierno de Chávez ha denunciado que la Policía de Miranda, comandada por Rojas Peralta, adquirió de forma ilegal medios blindados y armamento de guerra, medios nada reglamentarios para una institución policial.
Conocidos los antecedentes de estos personajes, y sus movimientos en torno a la dividida y desprestigiada oposición venezolana, queda claro que la conspiración de turno, bajo el manto del circo revocatorio, camina a la consumación de otro golpe. En Miami, según se empeñan en hacer saber las jineteras del Apocalipsis, se moviliza la derecha reaccionaria, mientras en Caracas el pueblo desenmascara a los que juegan al golpe: el nombre de Hermes Rojas Peralta ya está en la lista.
Tomado de Granma
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