Crisis económica global y un programa por el cambio

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Recorre al mundo una crisis económica; pocos países quedan fuera de sus garras, y ninguno de ellos tiene la capacidad para arrastrar al resto del mundo con él.

Esta no es ninguna crisis cíclica ordinaria en la cual un declive en la actividad económica está seguido por una recuperación robusta que levanta ingresos y crea trabajos.

Desde la década de los 1930 el mundo no ha experimentado ningua crisis de igual profundidad, duración y consecuencias para la gente trabajadora del mundo.

Es una crisis tanto estructural e institucional que cíclica.

Se ha desgarrado el modelo neoliberal de crecimiento por una burbuja de deuda y acumulación en país tras país. Como en la cuenta infantil de "Humpty Dumpty," no puede ser reconstruido de la misma manera de antes.

Están encerrados la mayor parte de los países y las regiones en un crecimento lento y el estancamiento. Solo unos pocos: China entre ellos, están creciendo a niveles respetables. En el Sur Global, el impacto es catastrófico. A la profunda miseria se agrega una miseria aun más profunda.

Y Europa queda al borde de un desaster. Grecia es el epicentro inmediato. Su economía se está desgarrando y se está intensificando la lucha de clases, gracias en gran medida a las condiciones crediticias draconianas impuestas al pueblo griego por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Ya es posible una falla en la deuda gubernamental, que en su turno pueda perturbar muy facilmente a los mercados financieros en Europe y quizás en otras partes del mundo también.

No nos sorprende que hay poca evidencia de que vay haber una recuperación dinámica y amplia a escala global. Al contrario, el prognosis para la economía global a corto y largo plazo no es prometedor.

Hasta el momento los únicos ganadores son las familias y las corporaciónes más ricas. Han salido de esta crisis con sus ganancias, su poder y sus privilegios intactos. Claro, algunos han caído vícimas a la crisis, pero solo a ser devorados por sus rivales mayores, así como lo pronosticó Marx.

En la práctica, el capital financiero, que incluye a las corporaciones no financieras como GE, Ford y otras, sigue sentado al ápice de la economía.

Situación actual de la economía norteamericana


Luego de una recuperación débil y desbalanceada que ha favorecido de gran manera a la clase capitalista, la economía norteamericana ya parece estar al borde de una nueva recesión. El doble recesión de la cual tanto se ha hablado ya está tocando a la puerta.

Las señales están por doquier.

Está en medio de otra recesión el mercado de viviendas. Están a la baja tanto los precios de la vivienda que el número de nuevas casas construidas, mientras que están en alza las ejecuciones hipotecarias.

También anda cojo el total que gastan los consumidores mientras posponga la gente trabajadora sus compras, para repagar sus deudas.

Las tasas de crecimiento económico también son débiles, ni cumpliendo con las bastantes modestas proyecciones anteriores.

Sigue estrecho el crédito porque los bancos no quieren prestar.

Se atrasa la inversión mientras los negocios, atiborrados con $2 billones en fondos para la inversión y capacidad productora subutilizada no están dispuestos a invertir dinero en nuevas plantas y maquinaria mientras haya poca demanda para los bienes y servicios.

Siguen débiles los mercados de exportación, a pesar de la caída en el valor del dólar en los mercados internacionales de divisas. Y existe poca esperanza de que se vaya mejorar esto, porque gran parte del mundo, sobre todo Europa, se encuentra en una situación económica similar o peor.

Los salarios reales siguen sin aumento, hecho que hace contribuir a la debilidad en los mercados de consumo.

Y, peor de todo, la tasa de desempleo oficial anda en el 9,1 por ciento. Extraoficialmente, está el desempleo real a más o menos el 15 por ciento. Todo junto, unos 25 millones de personas o están sin empleo o están en trabajos precarios o de tiempo parcial.

Tras estos indicadores económicos hay gente, gente viva y verdadera que ya se enfrenta a desalojos, ejecuciones hipotecarias, pérdidas de ingresos, un futuro sin empleo, sin techo, sin alimento, sin seguridad, con espíritus quebrantados y vidas acortadas.

Tras estos indicadores económicos hay una crisis que inflige su peor sufrimiento a los más pobres y los más vulnerables de nuestra sociedad.

Tras estos indicadores económicos hay jóvenes que no tienen ni estudios, ni trabajos, ni suerte.

Tras estos indicadores económicos hay el azote de la discriminación y la opresión racial y de género. Esta crisis, aunque su destrucción haya sido indiscriminada, les exige un mayor precio a la gente de color y a las mujeres. Esto se refleja en cada índice que mide el bienestar social y económico.

Desgraciadamente, sin encontrar un nuevo camino de desarrollo que haga reestructurar a la economía, a las instituciones y al poder a favor de los trabajadores del mundo, resulta difícil ver cómo vayan a recuperar sus fuerzas las economías de EEUU y del mundo.

Hasta las economistas de más renombre ya no ven a ninguna salida fácil a la crisis financiera y a la Gran Recesión. En una columna de comentario reciente, Lawrence Summers, ex consejero económico para la administración Obama escribe que estamos corriendo el riesgo de una década perdida muy parecida a la de Japón si no damos estímulo al lado de demanda de la ecuación económica; es decir, crear trabajos y aumentar los ingresos a la gente de bajos y medianos recursos.

Así es que hay una pregunta inmediata: ¿Qué hace falta para proyectar a la economía y al crecimiento de empleos a una trayectoria ascendente?

Un programa contra la crisis

Estamos a favor de un programa que haga combinar a las medidas inmediatas con las demandas a largo plazo. Lo que nos sirvió en las décadas inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial ya resulta inadecuado dada la naturaleza y la envergadura de la crisis.

Para aquel entonces estaban impacientes y capaces de comprar bienes y servicios, ya están cargando el peso de la deuda familiar. Para aquel entonces estaba creciendo el mercado de vivienda tanto en las ciudades que en los suburbios, pero ahora se está encogiendo. Para aquel entonces la curva de crecimiento de las industrias de la producción masiva, sobre todo del auto, estaba creciendo, pero ahora estas mismas industrias son más pequeñas y contratan a bastante menos trabajadores. Para aquel entonces funcionaba EEUU como el superpoder económico sin rival en todo el mundo, pero ahora los mercados globales están llenos y hay una fiera competencia. Para aquel entonces existía un contrato social entre capital y trabajadores, pero ahora el capital ha declarado la guerra a los trabajadores; para aquel entonces la confianza en el dólar como divisa y valuta fue alta en los mercados internacionales, pero ahora se está diluyendo esa confianza. Para aquel entonces gozaban los trabajadores norteamericanos de amplias oportunidades de empleo en un mercado laboral relativamente protegido, pero ahora los trabajadores norteamericanos se encuentran en un mercado laboral mundial, gracias a la globalización y la entrada de las clases trabajadoras de China, la India y Rusia. Para aquel entonces, el cambio climático y la crisis ambiental no fueron peligros para el futuro de la humanidad, pero ahora sí.

Bajo estas nuevas condiciones, las políticas sencillas Keynesianas, es decir, gastos de estímulo (echar agua a la bomba) aliviarían la crisis, pero no la afectarían de manera fundamental. Así es que debe ser combinado el estímulo económico con un programa más ambicioso para el alivio inmediato, trabajos, igualdad, sostenibilidad y paz.

1. Alivio inmediato

Un moratorio a las ejecuciones hipotecarias y a los desalojos. Reajustes a las hipotecas para establecer abonos alcanzables. Beneficios de desempleo de trabajo a trabajo, con un aumento de beneficios. Aumentos a las estampillas (cupones) para alimentos, al programa WIC de alimentación para mujeres, infantes y niños, al seguro médico para los niños y a la asistencia energética para la gente de bajos recursos. Transformar a los bancos y las instituciones financieras en utilidades públicas bajo manejo democrático y democratizar al Banco de Reserva Federal.

Ayudar a los gobiernos estatales y federales con sus déficits para que puedan preservar servicios y trabajos. Subvencionar a proyectos de infraestructura ya listos para comenzar.

2. Una economía de trabajos pacíficos y verdes

Aprobar a la creación de trabajos con obras públicas masivas para hacer más eficientes y ecológicos los edificios existentes, construir nuevas escuelas, hospitales, vivienda alcanzable, transporte público y puentes. Dar prioridad a las áreas más afectadas por la pérdida de las fábricas y granjas familiares, y a las zonas de más desempleo.


Proyectos a gran escala para mejorar la eficiencia y bajar el costo de la generación de electricidad del sol, del viento, y de biomasa. Programas inmediatas para recortar emisiones de gases invernaderos y para limpiar al medio ambiente. Restaurar la reglamentación energética federal y animar al control público de las utilidades.

Aprobar la Ley de Libertad de Escoger para los Empleados para permitirles a los trabajadores a sindicalizarse sin la intimidación patronal.


Extender a Medicare a todos. Subvencionar plenamente a la educación pública desde nivel preescolar hasta la educación superior y la capacitación técnica. No a la privatización al Seguro Social o Medicare. Proteger a Medicaid. Extender y mejorar beneficios.


3. Restauración a los derechos civiles, a la Carta de Derechos y a la separación de poderes

Acción afirmativa en el empleo, en la educación y la vivienda. Un fin al viaducto "de la escuela a la prisión". Penalizar a los crímenes de odio.

Preservar a Roe v. Wade.

Aprobar una reforma migratoria con amnistía, un camino hacia la ciudadanía, no a la militarización de las fronteras, y no a los programas explotadores de "trabajadores huéspedes". Alto a las redadas y deportaciones. Ningún ser humano es ilegal.

Derogación a la Ley Patriota. Restauración a los derechos de Habeas Corpus. No más tortura.

Extender a los derechos de votar. Aprobar elecciones con fondos públicos, inscripciones de mismo día, y derechos de votar para personas con antecedentes criminales que ya han purgado sus condenas. Restaurar la Doctrina de Igualdad de Tiempo en los medios.


4. Fortalecer con la paz

Completar la retirada de tropas norteamericanas de Irak, sin dejar atrás ninguna base ni corporación norteamericana. Pleno cuidado para los veteranos de guerra. No a la guerra a Irán. Ayudar al pueblo iraquí a reconstruir su patria. Un fin al bombardeo a Libia y animar a un cese de fuego y una solución política al conflicto.

Adoptar una nueva política exterior acentuando a la diplomacia y al respeto para todas las naciones. Un compromiso renovado al papel pacificador de la ONU. Un fin a las políticas comerciales que enriquecen a las corporaciones mientras se destruyen a los trabajos. Ratificar acuerdos climáticos internacionales.

Hacer efectivo la no proliferación nuclear, trabajar por la abolición de las armas nucleares. Recortar por la mitad los gastos del Pentágono, cerrar las bases norteamericanos alrededor del mundo.

Por supuesto, no somos tan inocentes como para creer que podamos lograr un programa semejante en este momento; el balance de fuerzas sociales y de clase no lo permite. Una condición necesaria, pero no suficiente, para su realización sería una victoria contundente en las elecciones del 2012.

Sam Webb es el presidente nacional del Partido Comunista de los Estados Unidos.

swebb@cpusa.org

--Political Affairs

Foto: Thessaloniki, Greece. apαs/cc por 2.0.Flickr http://www.flickr.com/photos/apostolosp/4163713076/#/