AGADIR, Marruecos (AP) - Funcionarios japoneses y ambientalistas se culparon mutuamente el miércoles por el fracaso de las negociaciones para limitar la caza de ballenas por Japón, Noruega e Islandia que matan a cientos de cetáceos cada año.
Las 88 naciones de la Comisión Ballenera Internacional realizaron dos días de negociaciones intensas a puerta cerrada acerca de una propuesta para flexibilizar la prohibición de cazar ballenas por los tres países, que se acogen a excepciones a la moratoria sobre la cacería comercial.
Japón, Noruega e Islandia cazan unas 1.500 ballenas por año. Japón insiste que lo hace con fines de investigación científica, pero la mayor parte de la carne y los derivados van a parar a los restaurantes, no a los laboratorios.
Un punto que aparentemente frustró cualquier acuerdo fue que la comisión creó un santuario ballenero en 1994 en el océano austral al sur de Australia, pero los barcos japoneses cazan allí sin problemas porque la agencia no tiene poder de policía. Australia ha presentado una demanda contra Japón en la Corte Internacional de Justicia en La Haya.
El presidente interino de la comisión, Anthony Liverpool dijo en una reunión a puertas abiertas el miércoles que no hubo acercamiento en las posiciones fundamentales y la delegada estadounidense Monica Medina sostuvo que "después de tres años de discusiones, parece que estamos en un impasse".
La comisionada de la caza de ballenas japonesa Yasue Funayama dijo que su país había ofrecido concesiones importantes para llegar a un acuerdo y culpó del impasse a los países que se niegan a aceptar que se mate a un solo cetáceo.
"Debemos elevarnos por encima de la política y adoptar un panorama más amplio", dijo Funayama.
Los países antiballeneros intentaron vedar el ingreso de Japón al santuario ballenero, prohibir el comercio internacional de carne de ballena e imponer cuotas firmes vigentes para los próximos 10 años.
La propuesta permitiría a Japón cazar 400 ballenas en el santuario durante los próximos cinco años, lo que muchos países consideraron excesivo, en tanto Japón lo presentó como una gran concesión. El país asiático se había fijado una cuota de 900 ballenas en 2009, pero no alcanzó esa cifra debido al hostigamiento por parte de las organizaciones defensoras de las ballenas.
Australia y un bloque latinoamericano se mantuvieron firme en su posición de vedar totalmente la caza en el mar Antártico, según un delegado de un país no ballenero que habló bajo la condición de anonimato.