El gobierno, en un intento transparente por interpretar como positivo las malas noticias económicas, dijo el 29 de febrero que los gastos del consumidor en enero subieron en un 0,4 por ciento, y que eso fue mejor de lo que esperaban los economistas.
Sin embargo, una mirada más estrecha a los índices económicos comprueba que todo ese aumento, lejos de venir de gente que tiene más dinero que gastar, es de gente que tiene que gastar más por menos. Una alza inflacionario precipitoso y constante, particularmente en los precios de alimentos y combustibles, obliga a gente a gastar una mayor parte de lo poco que tienen.
Sin contar a la inflación, ya hace meses que la gente está comprando menos. Si no se cuentan a los meses inmediatamente después del huracán Katrina en 2005, las figuras de gastos de consumidor nunca han sido tan funestas desde el noviembre de 2001, cuando los trabajadores norteamericanos estaban luchando por recuperarse de la primera recesión de Bush, una recesión que todavía afecta a muchos.
El gobierno declaró en su reporte del 29 de febrero que en enero se marcaba un aumento de 0,3 por ciento en los ingresos personales. Aquí la realidad es que los “aumentos” de enero fue el resultado de algo que pasa una sola vez — bonos anuales extremos pagados a los ejecutivos de las corporaciones.
El presidente Bush le dijo a reporteros el 28 de febrero que no piensa que el país se encuentra en una recesión económica. Estos datos significan que, a pesar de las declaraciones del presidente Bush, una segunda recesión de Bush ya es una realidad. Gastos estancadas o en declive para fines del año pasado y comienzos de este año significan a una economía muy débil, porque los gastos de consumidor cuentan por dos tercios de la actividad económica total.
Otras partes del reporte del departamento de Comercio publicado el 29 de febrero nos dicen más de lo que quiso admitir Bush cuando hablaba con los periodistas. Cuando se analizan estos datos, estos muestran que la economía ya estaba estancada durante el último trimestre del año pasado cuando los efectos de las crisis de la vivienda y del crédito obligaron a todos a apretarse los cinturones más apretadas de lo que han estado apretado en mucho tiempo.
El reporte del departamento de Comercio anotó que se aumentó el Producto Doméstico Bruto a un ritmo microscópico de 0,6 por ciento durante el último trimestre de 2007. En el trimestre anterior había crecido en un 4,9 por ciento.
El Producto Doméstico Bruto, y no las figuras de gastos sin ajuste por la inflación ni los aumentos de salarios a los ejecutivos en jefe de empresas, es una medida más confiable de la salubridad económica del país. El Producto Doméstico Bruto mide el valor de todos los bienes y servicios producidos en Estados Unidos.
El presidente de la Junta de la Reserva Federal, Ben Bernanke, utilizando frases bien moduladas y muchas veces incomprensibles como “riesgos del lado hacia abajo”, discutió a la siempre más débil economía en las vistas públicas antes el Congreso un día antes de la publicación de las figuras.
Por supuesto, a los trabajadores no les hace falta debatir si estamos o no en una recesión. Para millones, jamás ha terminado la primera recesión de Bush.
Desde que Bush entró a la presidencia han rebajado los ingresos medianos por $1.100 por año.
Se ha aumentado la productividad de los trabajadores en un siete por ciento desde que Bush asumió la presidencia, mientras que los salarios han sufrido el mismo declive que los ingresos medianos. Eso quiere decir, naturalmente, que las ganancias adicionales generadas por ese aumento de productividad han ido directamente a los cofres de las corporaciones.
Más de la quinta parte de las ganancias totales en EEUU van al 1 por ciento más rico. Una porción cada vez menos va a la tal llamada “clase media” y a los 20 por ciento de abajo. Eso pone al revés por completo a la tendencia que había comenzado luego de la Segunda Guerra Mundial y que duró hasta los años 1970. EEUU ya tiene el mayor grado de desigualdad de ingresos de cualquier país desarrollada, con una mayor diferencia que la que había antes de la Gran Depresión de los 1930.
En realidad, ¿qué importancia tiene si la llamamos recesión o no?
Economía en declive desde año pasado