Trabajadores de Louisiana: Derrumban barreras trabajos sindicalizados

ketch2

AVONDALE, Louisiana - Billy Marks, de 50 años de edad, electricista sindicalizado en el gran astillero de Avondale cercano de aquí, describió a la fiesta navideña del año pasado en el astillero. "Allí estaban los Latinos con su salsa y su cochinita píbil, los Puertorriqueños con su comida típica, los Jamaiquinos con sus pasteles de bacalao, los Afronorteamericanos con su comida "soul". Llegaban los irlandeses con su carne de res con col, y los caldos y los quimbombós haitianos y Criollos eran cosas de otro mundo. Mis platillos favoritos fueron los platillos de arroz dominicanos. Tuvimos una fiesta increíble".

"Y si hubieras visto a esas mujeres soldadoras que andaban portando playeras que decían "Soy una mujer, y construyo barcos".

Nadie lo dice de una manera más elocuente que los trabajadores mismos. Los poderosos no quieren grandes proyectos con muchos trabajadores sindicalizados porque tienen la tendencia de borrar la brecha racial que siempre ha retardado el progreso en esta parte del país desde el fin de la Guerra Civil norteamericana.

Marks y 5.000 más ya están a riesgo de perder sus trabajos si se cierre al astillero. Northrop Grumman, la compañía pariente, ha estado planeando cerrarlo en cambio de un pago de $330 millones por parte de la Marina.

"Es evidente que las ganancias son bastante más importantes que los seres humanos," dice Marks, que fue entrevistado esta semana en la sala de los Electrical Workers [Electricistas] aquí. "Lo que construimos en Avondale nos ayudaba a ganar la Segunda Guerra Mundial," dijo. "Quizás no hubiera sobrevivido la democracia en este país si no fuera por lo que lograban los trabajadores aquí. Una compañía llega a ser tan grande que tiene una responsabilidad a la comunidad. (Continua el reportaje después del video.)

Una amplia coalición de uniones, grupos comunitarios e iglesias de la región ha montado una campaña por salvar al astillero.

Dice Marks que la justicia no es la única cuestión que lo preocupa.

"Nunca he trabajado en un lugar en donde la fuera laboral esté tan diversa," dice. "En Avondale, los grupos que hubiera pensado que no tienen nada en común uno con otro se han reunido como familia".

Marks, un trabajador anglosajón casado a una mujer dominicana, dice que está convencido de que si se pudieran crear lugares de trabajo como el suyo por toda la región, se pudiera debilitar severamente al racismo. "Sería mucho más difícil para ellos utilizar a esa táctica de plantación de dividir y conquistar," dijo.

Poco después, en el otro lado del Misisipi, en Chalmette, Louisiana, dos jóvenes caminaban juntos al restaurante de mariscos Today's Ketch.

Michael Johnson, de 34 años y afronorteamericano, y Guseppe Todaro, blanco, se sentaban compartiendo una mesa. Los dos son trabajadores sindicalizados en un proyecto local de construcción de un patio de jugar para niños, proyecto subvencionado con fondos federales. Johnson está ayudando a capacitarle a Todaro, que está en el programa de aprendizaje de la IBEW (Hermandad Internacional de Electricistas, por sus siglas en inglés).

"Soy muy alegre de pertenecer a la unión," dijo Todaro. "Es la oportunidad de una vida para mi. Mike y los otros me están capacitando tan bueno que cuando se acaban conmigo voy a tener habilidades que nunca hubiera podido conseguir en otra parte".

"Cuando tienes una unión," dijo Todaro, "recibes una capacitación que te dura toda la vida y te da protección y beneficios buenos".

Dijo Todaro que, basado sobre su experiencia, "todos esos políticos que atacan a las uniones y buscan recortes no tienen sentido para mi. Esta ciudad fue destruida por Katrina cuando yo era joven. Los dólares federales están construyendo el patio de jugar que necesitamos y me dan trabajo".

A dos mesas de ellos, tres trabajadores sindicalizados más estaban tomando su comida de mediodía. Estaban trabajando en otra operación pagada con fondos federales en Chalmette, un proyecto de restauración de cloacas y drenaje.

"Sin fondos federales y sin los sindicatos ninguno de nosotros hubiéramos tenido oportunidad de entrar a la tal llamada clase media," dijo Johnson, el trabajador afronorteamericano que está ayudando a capacitarle a Todaro.

Para mi, es muy sencillo," dijo Johnson. "Danos trabajos buen pagados, danos derechos en el trabajo, y nos encargaremos de reconstruir a este lugar bien bueno. Será mayor y mejor que nunca".

Jeff Pohlmann, dueño del restaurante, estaba sacando gaseosas (sodas) de la máquina cerca de la mesa de Johnson, y escuchaba esa parte de la conversación. "Después de todo lo que hemos sufrido," dijo, "es solo gracias a ellos que todavía estoy aquí en el negocio".

Foto: Giuseppe Todaro, 22, aprendiz de electricista en un sitio de construcción de un patio para niños, proyecto pagado con fondos federales en Chalmette, Louisiana. Blake Deppe/PW