El nuevo normal, Segunda de dos partes

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En este universo del "nuevo normal," existen las condiciones para una nueva ronda de acumulación de capitales y crecimiento al lado "oferta" de la ecuación. Debido a la profundidad y escala de la crisis actual han sido eliminadas plantas, maquinaria y empresas ineficientes, ya está disponible una reserva gigante de mano de obra desempleada, el precio del poder de trabajo (salarios) es más barato, las tazas de interés están bajas, y el poder económico se ha concentrado y centralizado aun más en manos de menos empresas industriales, financieras y de servicio.

Pero al lado "demanda" de la ecuación las condiciones para la acumulación (la producción de ganancias) están aun menos favorables. Una vez más, debido a la crisis económica (riquezas que se esfumaban, descansos, ejecuciones hipotecarias, la implosión de los salarios, montañas de deuda que pagar, etc.) la demanda (consumo y inversión, tanto doméstico que global) es insuficiente relativo a la capacidad productiva de la economía mundial. Y hay muchas razones para creer que eso no cambiará ni a corto ni a mediano plazo.

En realidad, resulta difícil imaginar de dónde vendrá el  nuevo dinamismo que motivará el crecimiento económico, los trabajos, la investigación científica y un crecimiento ampliamente compartido en los salarios sino de un proyecto de desarrollo económico financiado y dirigido por el gobierno. Un proyecto así debe que ser sostenible, verde, maximizando el control de los trabajadores y las comunidades, y con un dinamismo suficiente como para impulsar el  crecimiento de la economía entera.

Una queja evidente que surgiría tanto entre amigos que enemigos es que el déficit federal ya anda fuera de control, que un proyecto de este tamaño va mucho más allá de lo que corresponde al gobierno, y que representaría una intrusión masiva a la vida de la gente.

El déficit federal alcanza niveles récord y hay peligros por seguro, pero no hay ninguno tan grande que el peligro (y los costos) al pueblo norteamericano de un estancamiento a largo plazo. Además, una parte del financiamiento puede provenir de recortes del presupuesto militar y un cambio de impuestos a Wall Street y a las corporaciones.

Y lejos de ser una intrusión gubernamental, el desarrollo bajo dirección federal puede animarles a las autoridades municipales y regionales a planear y a organizar grandes proyectos y puede canalizar fondos de inversiones a pequeñas y medianas empresas y cooperativas obreras y comunitarias.

Depende muy poco la realización de un proyecto como este de su factibilidad y necesidad. En un sentido más grande, depende de cuál de las partes en competencia (hay más que dos en el escenario político actual) logra encuadrar el diálogo nacional y ganar a su visión mayorías populares activas.

En este momento la fuerza política, la autoridad moral y la opinión pública inclina hacia la dirección de la nueva administración y al más amplio movimiento que la eligió, pero no tanto como para poder ganar reformas tan radicales, asumiendo por el momento que todos pudieran ver su necesidad.

Esa tarea todavía está por realizarse.

Sam Webb es presidente nacional del Partido Comunista de Estados Unidos

 

Foto: Stephan Savoia/Pensa Asociada