Vivimos momentos que hubieran enorgullecido a César Chávez. Por primera vez en décadas los trabajadores del país han dicho "¡basta!" y exigido el respeto de quienes los emplean.
En ésta nos jugamos todos los que no somos ricos o superricos nuestro futuro económico y nuestra capacidad de frenar a los enemigos de la salud de nuestras comunidades.
Ante a la desidia y negligencia de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, en el Capitolio de Madison, Wisconsin, decenas de miles de trabajadores están al pié del cañón para defenderse contra los abusos de un corporatismo desenfrenado.
Lo que está en juego en Madison es ni más ni menos que el derecho de los trabajadores a negociar sus condiciones de empleo, y lo que pretende el Gobernador Scott Walker es eliminar ese derecho fundamental.
"En la ausencia de las uniones (sindicatos), los ataques contra los derechos de los trabajadores y el declive en la calidad de los empleos no tendrá límites, especialmente para comunidades vulnerables como los latinos," advierte una declaración de apoyo a las protestas de Wisconsin firmada por 20 organizaciones hispanas de todo el país. "Wisconsin, Ohio, Indiana, Michigan, Tennessee, Iowa y Florida son algunos de los estados cuyas legislaturas tratan de destruir el derecho de los trabajadores a negociar sus condiciones de empleo".
En los últimos días, centenares de miles de trabajadores han demostrado en las calles de todas las capitales de los estados de la unión que se hartaron de este asalto contra sus derechos fundamentales.
Y a nadie nos sorprende que los políticos que empujan esta ofensiva contra el sueño americano al que todos aspiramos cuentan con las riquísimas contribuciones de corporaciones que también quieren arrebatarnos el derecho a una vida saludable libre de contaminación.
Los patrones de Walker son los hermanos Koch, dueños de Koch Industries, una fuente inagotable de dinero y recursos para las causas más reaccionarias en la vida política de nuestro país.
Hace meses, los Koch, cuya corporación es uno de los 10 peores contaminadores del país, apoyaron el incremento de la polución y acabar con la economía limpia en California por medio de la fracasada Proposición 23. Ahora, estos autodeclarados valladares de la "libertad económica" pretenden acabar con las uniones, la única fuerza electoral que puede competir contra Koch Industries y el resto de las megacorporaciones que alimentan la máquina electoral conservadora.
Los 10 grupos que más dinero contribuyeron a campañas electorales en 2010 fueron todos conservadores excepto tres, y esos tres eran uniones.
Walker ha puesto el grito en el cielo y presentado un presupuesto draconiano alegando el tremendo déficit que padece Wisconsin. Pero ese déficit no existía hasta que el mismo Walker concediera en enero $117 millones en cortes de impuestos a corporaciones que ni siquiera tienen sede en su estado.
La fórmula, que están aplicando otros gobernadores republicanos, es simple. Crea una crisis fiscal o aprovéchate de una ya existente y úsala como excusa para empobrecer a los empleados públicos y debilitar a las uniones que los representan.
Pero a Walker le ha salido el tiro por la culata. Los maestros, funcionarios, policías, bomberos y decenas de miles de otros trabajadores de Wisconsin no se dejan engañar y exigen que retire el proyecto de ley que acabaría con sus derechos sindicales.
"El declive de la presencia de las uniones en Estados Unidos es un gran problema que afecta la calidad de empleo de los latinos y del resto de los trabajadores del país", dice la declaración de los grupos hispanos. "Los trabajadores latinos sindicados ganan un 51% más que los no sindicados, y las trabajadoras sindicadas un 34% más que las no sindicadas".
Hace medio siglo, César Chávez dijo: "El principio fundamental de la acción no violenta es jamás cooperar con algo que sea humillante".
Su formidable capacidad de persuasión e infatigable vitalidad consiguieron que millones de trabajadores agrícolas disfruten de mejores condiciones laborales y salarios, más acceso a servicios sociales, mejor protección contra los pesticidas y, sobre todo, una vida digna.
Lo que propone Walker con el apoyo incondicional de los hermanos Koch es humillante. Por medio de un virtual edicto, ya que se niega a negociar con los empleados públicos, pretende convertirse en un patrón incontestable con un poder abusivo.
Chávez convirtió las uvas de la ira en el dulce sabor de la victoria en una pelea abrumadoramente desigual.
Pero él, al igual que los empleados públicos de Wisconsin, aplicó un remedio ancestral: la unión hace la fuerza.
Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígale en Twitter @javier_sc
Este artículo se volvió a publicar en el sitio web del Sierra Club
Foto: Madison, Wisconsin, 10 de marzo. John Bachtell / People's World