MEMPHIS, Tennessee – Dos trabajadores, protegiéndose de una lluvia torrencial fría en este puerto del Río Mississippi, fueron destruido por un camión de basura mal funcionando. Así fue como empezó, en 1968, una larga huelga de empleados del sector público que sacudió al país y para siempre cementó una alianza histórica entre el movimiento sindical y el de derechos civiles.
Pasó en una ciudad que se administraba más como una plantación que el centro urbano de comercio e industria que era. El alcalde Henry Loeb, gerentes abusivos con poca educación, y el bajo pago amarraba a los obreros afronorteamericanos en un sistema moderno de pobreza y esclavitud.
Después de que sus compañeros fueron botados como basura, los trabajadores de la sanidad, muchos de estos enfrentándose en contra de la autoridad blanca por primera vez en sus vidas, desfilaron por las calles con letreros diciendo que no eran basura. Los letreros gritaban, “YO SOY UN HOMBRE” (“I am a man).
Muchos arriesgaron lo poco que tenían para caminar con esos letreros y organizar el sindicato.
Hubo clero afronorteamericanos que hablaron con multitudes de gente apoyando a los huelguistas. Estos ayudaron desenmascarar, ante la nación, la inmoralidad de lo que estaba pasando aquí.
Dirigentes obreros y organizadores fuertes, ambos negros y blancos, fueron enviados aquí por los dirigentes nacionales de los sindicatos porque entendían que la lucha por la igualdad de las razas era central al progreso social.
Hubieron los primeros negros concejales del Concejo Municipal de Memphis.
Hubieron mujeres dinámicas afronorteamericanas que abogaban por la comunidad y se conviertieron en líderes por los derechos civiles.
Hubieron gente de la élite blanca que, a través de su vocero el alcalde Loeb, trataron de hacer todo lo posible para resistir el cambio.
Y hubo un líder de la Campaña de los Pobres, acusado de ser subversivo, acosado por el FBI, que vio en la lucha de los obreros más pobre aquí en la ciudad donde fue asesinado, los medios para fomentar un movimiento que para siempre uniría las luchas laborales con las luchas por los derechos civiles, la paz y la justicia.
Este fue el movimiento que se renovó aquí del 17 al 21 de enero en la conmemoración del natalicio de Martín Luther King de la AFL-CIO. Durante esta conmemoración, mil dirigentes sindicales de todas partes del país, la mayoría participando aquí por primera vez, pudieron escuchar a algunos de los héroes que pelearon en esa batalla épica de aquí.
La Federación de Empleados de Estados, Condados y Municipios (AFSCME por sus siglas en inglés) tomó en serio el pago del 1968 y enviaron un equipo que consistía de Joe Paisley, un blanco de Nashville, y Bill Lucy y Jesse Epps, ambos negros, de la sede nacional, para dirigir la batalla laboral aquí. Los tres participaron en la conmemoración.
“La huelga hizo una realidad el sueño del doctor King en el sentido que enseñó quienes son, la gente trabajadora, la fuerza central que puede cambiar a la sociedad”, dijo Lucy, que actualmente se secretario tesorero nacional de AFSCME.
“Toda labor que beneficia al pueblo es digno”, declaró Lucy agregando que, “Cuando gente me pregunta que ¿como podemos comparar la labor de un trabajador de la sanidad con el trabajo de un abogado profesional? yo le pregunto ¿cual debe faltar durante un día caluroso en julio?”.
Paisley le contó a los delegados sobre la rueda de prensa del abril 1 del 1969. AFSCME, clero de Memphis, la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur, Jesse Jackson y otros se juntaron en uno de las primeras señas de unidad entre los movimientos laborales y de derechos civiles. Juntos llamaron por un fin a la “gobernación de plantación” en Memphis y en favor de extender el boicot de las tiendas en el centro de Memphis a un boicot nacional de mercancía producida en Memphis además de en contra de compañías nacionales con plantas de distribución en Memphis como Coca-Cola, Wonder Bread, y Sealtest Diary.
“Es unidad forzó a la ciudad a reconocer el sindicato y los trabajadores ganaron”, dijo Paisley. “El movimiento aquí hoy tiene el potencial de virar la dirección de todo el país”, añadió.
Durante las últimas tres horas y media de la vida de Martín Luther King, Epps la pasó con él en el Hotel Lorraine de aquí. Él dio que igual que figura bíblica, Moisés, pasó 40 años en el desierto con su pueblo, “abril será 40 años [desde el asesinato de King] y el pueblo norteamericano está listo ahora. Las elecciones del 2008 será lo que hace este año uno de un gran renacimiento. Ahora tenemos que irnos de aquí e ir a nuestros sindicatos e ir a nuestras comunidades y hacerlo pasar”.
Los más de mil sindicalistas en el salón se pusieron de pie y lo aplaudieron prolongadamente.
Mirando al pasado, luchando por el futuro