El empresario mediático multimillonario Rupert Murdoch tuvo que humillarse en su audiencia ante una comisión de la Cámara Británico de Comunes el 18 de julio. Pero sigue la policía investigando los casos de 3.700 víctimas cuyos mensajes celulares fueron invadidos por los hackers de Murdock, victimas desde la familia real hasta una jovencita de 13 años que fue asesinado.
El escándalo ya es tan virulento que Paul Stephenson, comisionado en jefe de Scotland Yard, ha renunciado su puesto en medio de cargos de que aceptaban oficiales de policía sobornos inmensos para proporcionarles a los vendedores de chismes de Murdoch números de teléfonos celulares y otros datos confidenciales de víctimas.
El FBI está investigando un reporte de que el ex tabloide de Murdoch, News of the World, intentaba invadir los mensajes telefónicos de las familias de las víctimas del terrorismo del 11 de septiembre en Nueva York.
Se hacen recordar las memorias del desastre descontrolado que llegó a llamarse "Watergate," que forzó la dimisión del presidente Richard Nixon.
Vale la pena recordar la declaración de apertura del senador Sam Ervin, Demócrata por Carolina del Norte que presidía a las audiencias de Watergate en 1975. Dijo Ervin que los ladrones que penetraban a las oficinas del Comité Nacional Demócrata en el edificio Watergate de parte del Comité por la Reelección del Presidente (CREEP) "estaban, en efecto, invadiendo los hogares de cada ciudadano de EEUU".
Los ladrones no buscaban robar ni joyas, ni dinero, ni otra propiedad privada, agregó Ervin, "pero algo aun más precioso: su herencia más preciosa, el derecho a votar en unas elecciones libres".
Añadió Ervin que la conspiración de Nixon en Watergate reveló "la misma mentalidad del Gestapo".
Penetrar los mensajes telefónicos de una jovencita secuestrada y luego asesinada es un crimen asqueroso. Pero aun más siniestro es hambre de Murdoch por el poder político autoritario utilizando su megáfono mediático para aplastar uniones, intimidar a la oposición, y meter al oficio a políticos que realizan su agenda pro corporativa y antipopular. Apoyaba Murdoch a la primera ministra británica Margaret Thatcher y sus políticas destructivas y antitrabajadoras. Sus propiedades mediáticos en EEUU, the Wall Street Journal, the New York Post, y más notoriamente, Fox News, han promovido al extremismo estilo "Tea Party," al racismo y a la histeria antiinmigrante a servicio de una agenda ultraderechista de los más ricos, por medio de una sucia clase de "periodismo de ataque" basado en las mentiras y distorsiones.
Esta es una forma aun más insidiosa de "invadir los hogares de cada ciudadano" que lo acontecido en Watergate.