Anita y Lorenzo Torrez eran una pareja recién casada que se encontraron en medio de la huelga de la compañía Empire Zinc, en Hanover, Nuevo Méjico, en 1950. Se radicalizaron durante el curso de la huelga, y se hicieron miembros del Partido Comunista EUA. Más tarde, participaron en la histórica película, Sal de la Tierra (Salt of the Earth), actuando papeles menores en la misma. Lorenzo habla unas pocas líneas en una de las escenas en el local de la unión laboral de trabajadores. Este año marca el 50 aniversario de esta película clásica pro-sindicalista.
Lorenzo trabajó 25 años como minero. Más tarde, la pareja se fue de Nuevo Méjico y participaron en las luchas populares y de los trabajadores en California. Últimamente, se radicaron en Arizona, donde, entre otras cosas, ayudaron a fundar el Colegio “Sal de la Tierra” en Tucson, en 1992.
Durante este año del aniversario, Lorenzo y Anita Torrez han estado hablando públicamente por todo el país sobre sus papeles en la huelga y la película. Serán los invitados de honor en banquetes patrocinados por el //Mundo// el 9 de noviembre en San Francisco, y el 15 de noviembre en Chicago. Tuvimos la oportunidad de entrevistarlos durante su visita más reciente a Nueva York.
Mundo: ¿Cómo estaba el ambiente político durante la huelga en la Empire Zinc?
Lorenzo: Las condiciones eran duras. Las minas de zinc está debajo de la tierra. Los mineros eran méjicoamericanos. Volvimos de la Segunda Guerra Mundial con la idea de la democracia en nuestras cabezas, y encontrábamos la misma discriminación que antes. Nos levantemos contra ella. Utilizábamos al sindicato para quebrantar la discriminación que había existido para siempre. Estábamos decididos a quebrar las barreras, a recibir un trato igual.
Fue una lucha contra el racismo y por la igualdad. La unión de trabajadores tuvo 5.000 miembros, en un local conjunto del Sindicato de Mineros, Molineros, y Fundidores, cubriendo a seis minas.
Hasta las filas de pago estaban segregadas: Una para los anglosajones, otra para los mejicanos. La vivienda estaba segregada. Los cines estaban segregados, con mejicanos a un lado, y anglosajones al otro. No pudimos sentarnos juntos. El balneario estaba segregado. Había un día a la semana cuando los mejicanos pudieron entrar, y después vaciaron el balneario y volvieron a llenarlo.
Estaban hartos los mejicanos. Los anglosajones tuvieron los trabajos especializados, dejando a los mejicanos o afronorteamericanos el trabajo subterráneo — el trabajo más sucio, más duro. La gente indígena, traído por la compañía durante el escasez de mano de obra durante la Segunda Guerra, habían sido obligado a volver a las reservaciones. La compañía los expulsó y derrumbó sus casas después de la guerra.
Mundo: Platíquenos sobre el papel de las mujeres en la huelga, y más específicamente su participación en los piquetes.
Anita: No había otra manera de hacerlo. Hubo un entredicho legal bajo la ley Taft-Hartley. Eso quiere decir que no pudieron hacer piquete más, y sin piquetes, se esfuma la huelga. Había mucha discusión dentro de la unión. Alguien dijo que las mujeres no estaban en huelga, así que pudieron ellas hacer piquete. O abandonas la huelga, o invitas a las mujeres. Algunos creyeron que fue la única manera, pero otros se quedaban opuestos. Luego corrió la voz de que las mujeres iban a hacer piquetes, y nosotras, las mujeres, nos dijimos, ¿Porqué no? Muchas de ellas vinieron a la línea de piquetes de pura curiosidad. Pero una vez que allí estaban, pues decidieron unirse a la línea. En esa época, las mujeres se quedaban en casa. Muy pocas mujeres trabajaban. Sus esposos salieron a trabajar. Las mujeres se quedaban en casa con los niños.
Mundo: Y ¿cómo respondió la compañía?
Anita: La ley y la compañía se quedaban sorprendidos y asustados por lo que estaba pasando. Pensaban que estas mujeres estaban locas, que no iban a poder sobrevivir, que no mujer. Nos echaron a la cárcel. Y, mientras pasaba el tiempo, la compañía trató de iniciar un movimiento “vuelta al trabajo.” Ocuparon a gente de afuera, a cruzar a nuestras líneas. De eso surgió la violencia. Se había decidido que los hombres no se iban a involucrar, que las mujeres iban a luchar de la mejor manera que sabían. Cuando las mujeres no quisieron levantarse, fueron arrestadas por la policía, pero luego vinieron otras mujeres a tomar sus lugares. La cárcel estaba llena. No supieron qué hacer.
Mundo: ¿Qué efecto tuvo esto sobre los mineros?
Lorenzo: Cuando vieron que las mujeres se estaban poniendo de pie, cuando vieron cómo luchaban las mujeres, esto les dio ánimo a los mineros a mantenerse firmes también. Vieron a estas mujeres luchando, poniéndose de pie para salvar a nuestra unión. Los hombres vinieron y se sentaron sobre una colina y miraron, pero se preocuparon por no darle a la policía el pretexto que buscaban, para quebrar la línea. Se mantuvieron disciplinados.
Mundo: ¿Cual fue el resultado de la huelga?
Anita: Finalmente, la compañía llamó a la unión y propuso un arreglo. Se cumplieron la mayor parte de nuestras demandas. Iba haber igualdad en vivienda y salubridad. Después de la huelga, la compañía puso agua corriente a nuestras casas. Pusieron fin a la segregación del balneario y del teatro. Acabaron con la segregación. Los trabajadores volvieron al trabajo. La huelga había durado mes tras mes. Algunos de los mineros se habían ido a buscar otros trabajos, sobre todo los con las familias más grandes. Pero aún los que consiguieron nuevos trabajos siempre apoyaban a la huelga, mandando dinero. Pero, a algunos de estos trabajadores, no se les llamó a volver.
Lorenzo: Hicimos un gran avance en lo de la vivienda. Afectó a todos los campamentos de mineros de la región. Las autoridades policíacas avisaron a las compañías que (las relaciones laborales) son problemas entre patronato y unión, y que ellos no se iban a meter. Y, había otro resultado. Anteriormente, el alguacil siempre fue anglosajón. Luego, pusimos a un chicano, miembro de nuestra unión, como candidato a ser alguacil. Lo elegimos, y lo mantuvimos allí durante años.
Traducido por Owen Williamson
Parte 1: “Sal de la Tierra”: Ahora, más relevante que nunca.