La decisión más reciente de la Reserva Federal huele a amiguismo y a favoritismo. La Reserva estableció un departamento especial para ofrecer préstamos a precio de ganga a los jefes de Wall Street que son en gran parte los mismos responsables de haber estropeado a la economía.
En efecto, la Reserva ya sostiene del erario público a los mayores y más poderosos de los bancos de inversión a cuenta de los contribuyentes de clase trabajadora. Con esta decisión queda resuelta de una vez para siempre la pregunta – si los intereses de Wall Street tienen voz decisiva en el Banco de Reserva Federal, organismo establecido en la década de los 1930 para proteger a una economía que, supuestamente, está a servicio de todos.
Sería muy justificada que se haga una investigación del Banco de Reserva Federal de parte del Congreso por esto y también porque la Reserva ha dejado en claro que seguirá ignorando el mandato que le dio el Congreso al crearla, el mandato que garantice a una economía de pleno empleo en EEUU. Con todo y el amiguismo, el favoritismo y el no cumplimiento de las instrucciones del Congreso, ya bastan y sobran razones por iniciar una investigación en el Congreso.
La nueva Facilidad Principal de Crédito para Empresarios (PDCF, por sus siglas en inglés) es el mecanismo creado para regalarles dinero a los jefes financieros. A estos se les ofrecen préstamos baratos a una tasa mínima de interés, el 2,5 por ciento, y todo lo que tienen que hacer estos es ofrecer alguna clase de inversión como seguridad, muy a menudo acciones o bonos que en si poseen un valor bastante dudoso. Es como si tu pudieras sacar un préstamo para la compra de un auto nuevo ofreciendo como seguridad tu viejo carro con 200.000 millas. ¡Y eso sin necesidad de trabajar ni tener ingresos de tu parte!
Mientras que los trabajadores se ven obligados a producir más y más por su salarios estancados u decaídos, y mientras que no reciben nada de ayuda si tratan de acumular recursos, reciben los amiguitos de la Reserva dinero casi regalado para seguir amontonando activos, como en el caso de J.P. Morgan, que acaba de engullir a la Bear Stearns.
Wall Street ya está tumbando las puertas de la nueva facilidad de la Reserva para los préstamos regalados. Apenas a los tres días de su creación se apresuraron estos a despojar a los contribuyentes norteamericanos de $30 mil millones. Erin Callahan, tesorera de Lehman Brothers, calificó al arreglo como “increíblemente atractivo”. El tesorero de Morgan Stanley, Colm Kelleher, declaró que lo que a él le gusta más es que el dinero está disponible para el curso normal de negocios. Anteriormente, los jefes hubieron podido recibir la tasa de ganga solo en momentos graves, o, quizás, cuando sufrían de una grave escasez temporal de dinero. Pero esos días “duros” ya se acabaron, y ahora dice la Reserva que estos préstamos regalados están a la disposición de los súperricos cuando estos quieran y de la manera que quieran.
Este nuevo programa de asistencia social a los inversionistas más adinerados es, en efecto, un subsidio gubernamental a un inmenso cartel criminal que les está robando a los trabajadores norteamericanos. Goldman Sachs, Lehman Brothers, y Morgan Stanley, todas empresas que reciben esos nuevos subsidios, rinden ganancias desmedidas. Aun más insultante a los trabajadores, que no reciben ni un centavo de ayuda, es el hecho de que los impuestos que paga la gente trabajadora luego se los regalan a las mismas compañías que promueven las tendencias más negativas en la economía norteamericana: recortes de salarios y de trabajos, exportación de trabajos, antisindicalismo y salarios estratosféricos para los ejecutivos.
El programa de préstamos regalados de la Reserva es aun más insultante a los trabajadores cuando tomamos en cuenta lo siguiente. Muchas familias están perdiendo sus casas debido a la crisis hipotecaria, una crisis que fue creada por las mismas compañías que hoy reciben ese dinero gratis. Si tuvieran estas familias acceso a préstamos a 2,5 por ciento no estuvieran enfrentando al desalojo. Pero, muy al contrario, mientras sus impuestos van a Wall Street, ellos pierden sus hogares y se acaban viviendo en las calles.
Ya hace demasiado tiempo que se mira, o se pinta al Banco de Reserva Federal como fiel guardián de nuestra economía, vigilando por el bien de todos, una especie de Gran Hermano genial. A quienes pongan en tela de duda a la Reserva, sindicalistas en especial, se les descartan de antemano como locos radicales. No podemos sobrevivir sin el Banco de Reserva Federal, es lo que creé la mayor parte de la gente. Pero lo que no lográbamos ver es la realidad, que la puerta de la Reserva es puerta giratoria que abre directamente a las salas de las mesas directivas de Wall Street. Lo que no vimos es que el Banco de Reserva Federal es organismo de clase dominante que sirve con su sus políticas a los intereses de esa misma clase.
Pero no será para siempre. Esta última movida de la Reserva en esta crisis les ha abierto los ojos a muchos para ver la realidad de su papel.
Se cuidan uno al otro