Seis tareas urgentes para la comunidad progresista y de izquierda

ilgwu

Desde que Reagan fue eligido presidente hace más de tres décadas, los extremistas de ultraderecha reunidas bajo la bandera del Partido Republicano han buscado reestructurar el papel y las funcciones del gobierno a beneficio de las capas superiores de la clase capitalista.

Una de sus metas principales ha sido la de desmantelar al conjunto de programas y derechos sociales (Seguro Social, Medicare, Medicaid, y derechos laborales, civiles, de la mujer y de gente con descapacidades, los derechos electorales, y mucho más) legislados durante las últimas ocho décadas.  Estos logros progrestistas son anátema para ellos. En vez de triunfos, la derecha los ve como tristes episodios en la historia norteamericana.

Viendo para atrás a los últimos 30 años vale decir que la ultraderecha ha tenido éxito en redistribuir las riquezas por medio de los impuestos, a las corporaciones y las familias más adineradas. Pero ha logrado mucho menos éxito en desmantelar a los entitulamientos y derechos sociales.

Esto nos dice mucho sobre la popularidad de este compacto social entre el pueblo norteamericano.

Sin embargo, siguen los derechistas tratando de acabar con él, incluyendo en las pláticas recién concluidas sobre el techo de la deuda.  Y lo intentarán de nuevo cuando el súper comité de 12 senadores y congresistas, mitad de cada partido y cámara del congreso, se reúne para este otoño por deliberar el futuro de estos programas y de estos derechos.

Es así que nadie que se beneficie de alguna manera de estos derechos y de estos programas, y esto quiere decir casi todo norteamericano, debe quedarse confortable.  Ya no se consideran como patrimonio de cada norteamericano una red de seguridad social para personas mayores, ni un nivel mínimo de cuidado de salud, ni las garantías más básicas de la igualdad y la democracia.  La verdad es que ya queda precario su futuro.

Pero, ¿qué se necesita para salvar estos elementos centrales de nuestro compacto social?  Lo mismo que hacía falta para ganarlos: una lucha sostenida de masas, por parte de un amplio movimiento multirracial conducido por los trabajadores. Sin un movimiento así resulta difícil ver cómo se mantendrán a estas protecciones sociales, ni hablar de mejorarlos.

Es muy cierto que en la Casa Blanca y en el Congreso hay quienes apoyan a los entitulamientos y derechos sociales (y esto también hace falta para una lucha victoriosa), pero no es suficiente. Estos no poseen en si el poder social suficiente como para resistir a una ofensiva montada por la ultraderecha que incluye a casi todos los sectores de la clase capitalista. Reside ese poder social con las masas que eligen a los oficiales.

Bajo estas circunstancias, juegan un papel esencial la izquierda y la comunidad progresista. Este es lo que podemos y debemos que hacer:

1)    Alumbrar los enlaces entre la dinámica interna del capitalismo, la crisis económica capitalista, y la embestida actual en contra de los derechos y niveles de vida de la gente. En especial, hay que recordarles a todos que la misma "empresa libre" desreglada que nos ha metido a esta crisis no nos va sacar de ella nunca, y por eso hace falta un gobierno proactivo y al lado del pueblo.

2)    Hacer el caso de que nuestra prioridad nacional inmediata y sobresaliente es la de la creación de trabajos. En realidad,  en estos momentos las medidas de austeridad resultarían dañinas a la gente trabajadora, a la economía, y a nuestra salud fiscal a largo término. De hecho, minar a estos programas sería como un puñal al corazón de la gente trabajadora, y a la gente de color en especial, y sería exactamente la medicina equivocada para una economía que ya anda coja gracias a la falta de compras por parte del consumidor. 

3)    Construir una estrategia que se enfoque sobre en obstáculo principal al cambio positivo, que es el extremismo de ultraderecha, así como sobre los grupos sociales principales que se tienen que reunir para preservar y ampliar a nuestro compacto social nacional.

4)    Fortalecer la lucha contra el racismo, práctica ideológica y social que alimenta las ganancias corporativas, se entreteja con el proyecto político de la ultraderecha y hace debilitar gravemente la lucha para defender los logros del pasado y para lograr más victorias en el futuro. Giros cualitativos hacia una dirección progresista y radical están relacionados de manera orgánica con un pensamiento y una acción siempre más antirracista por parte de la gente blanca, la gente trabajadora blanca en especial.

5)    Encontrar formas para reunir al más amplio movimiento posible en defensa a estos programas y estos derechos. No nos ayudan las tácticas estrechas que dejan marginados a aliados, aunque sean temporales, contraponen demandas radicales a las más inmediatas, y minimizan al peligro del extremismo ultraderechista. La tarea no es la de proponer para cada problema las soluciones más radicales, pero, en primer lugar a organizar luchas alrededor de las demandas que las millones están listos a defender.

6)    Conectar a todas las luchas contra la derecha a las próximas elecciones nacionales.

Hoy más que nunca, hace falta el papel histórico de la izquierda y de la comunidad progresista. Hagámoslo.

Foto: El compacto social norteamericano: En este foto sin fecha, agremiados de edad mayor y jubilados de la Unión Internacional de Trabajadores de Ropa para Damas, antecesor del sindicato actual Unite-Here, llevan pancartas que exigen "Trato justo a las personas mayores," "Manos fuera del Seguro Social," "Que no se meten con Medicare," "Cumpla sus promesas, Sr. Presidente," y más. Kheel Center, Cornell University. CC 2.0