Provocado por una compañía que quiere mantener a los obreros sin representación sindical, el gobierno hizo una redada en la carnicería de lechón más grande del mundo — Smithfield Parking, en Tar Heel, Carolina del Norte — el 24 de enero.
El Sindicato Unido de Trabajadores de Alimentos y Comerciales (UFCW por sus siglas en inglés) acusó a la compañía de conspirar con los agentes federales de inmigración para desanimar a los obreros de Smithfield de organizarse en sindicato.
Gene Bruskin, organizador del sindicato, dijo que Smithfield tiene un historial de amenazar a los obreros con ser deportados si tratan de organizarse.
Agentes de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) arrestaron a 21 obreros — 18 mexicanos y un guatemalteco — que según esa agencia federal son “ilegales” y serán deportados.
Bruskin que varias cosas señalan a que la compañía hizo trampa en la redada.
Él explicó que cuando la ICE hace redadas, conecta los arrestos de “tal llamado ilegales” con varios tipo de actividad criminal. “De esta manera dicen que están más interesados en combatir la delincuencia que irse detrás de minorías”.
En el caso de la redada en Smithfield ningunos de los arrestados fueron acusados de un delito, solo fueron acusados de una violación civil, a pesar de que todos los arrestados fueron cuestionados sobre actividades criminales.
Otro organizador apuntó a que normalmente las grandes compañías tratan de evitar redadas masivas en sus plantas. Ellos prefieren que lo hagan calladamente y evitar una redada que interrumpa la producción, “si no lo que quieren es tratar de atemorizar a los obreros que están tratando de sindicalizarse. Entonces una gran redada resulta útil”.
Cuando Nuestro Mundo cuestionó a dennos Pittman, vocero de relaciones públicas de la compañía, él admitió que “Smithfield ha estado trabajando desde el pasado julio para verificar que los 5.200 obreros en la planta tengan documentos legales de inmigración”.
Al preguntarle si la decisión de la compañía de empezar trabajar con las autoridades el pasado julio tuvo algo que ver con el paro masivo de dos días ese mismo mes por el despido de 50 trabajadores latinoamericanos, Pittman dijo, “No, esto fue rutinario”.
Pittman dijo que ellos entregaron los nombres de todos los que trabajaban ahí “porque no queremos que la gente nos acuse de hacer perfil étnico y Dios sabe que más”.
El vocero de Smithfield negó que la redada tenga nada que ver con los 12 años de lucha para organizar el sindicato. “Esto no tiene que ver con ningún tipo de lucha. No hay lucha. No estamos tratando de aterrorizar a nadie”.
La compañía ha sido acusada de violaciones de normas internacionales de derechos humanos. Entre estas está la de tomar represalias contra los obreros que reportan que fueron lesionados en la planta, y de violaciones de leyes laborales con amenazas, intimidaciones y violencia contra los que ejercen el derecho de organizar el sindicato. El grupo de derechos humanos, Human Rights Watch, y la Junta Nacional de Relaciones Laborales — una agencia federal del departamento del Trabajo —han citado a la compañía Smithfield por estas violaciones.
La compañía también ha creado fricción racial entre sus obreros blancos, negros, indios y los inmigrantes.
Ronnie Anne Simmons, obrera en Smithfield por 10 años, le dijo a un reportero del periódico sindical Working America el mes pasado que ella jamás se olvidaría de la violencia a la que fue testigo ella en el 1997, cuando el sindicato perdió un voto por poquito. Esa elección fue desmentida por un tribunal federal que falló que la compañía violó las leyes laborales del país por conducta de “coacción extensa” para que los obreros votaran contra el sindicato.
“Cuando tuvimos el voto por la unión laboral uno tenía que pelear para entrar [al sitio de votar]. Una vez entra, encuentra una locura”, ella dijo. “Los supervisores estaban gritando insultos racistas, la policía estaba por todo el lugar, fue muy feo. Ellos estaban empujando y cayéndole encima a gente, y se reían — todo porque queríamos nuestros derechos”.
La lucha por sindicalizar continúa sin cesar en la planta. Cientos de obreros están envueltos, dice representantes del sindicato. Uniones laborales locales, junto con grupos de derechos civiles e iglesias a nivel nacional se han unido con estos obreros para conformar el grupo Justicia en Smithfield. Marchas, protestas y otras actividades de apoyo y solidaridad han tomado lugar en pueblos y ciudades a través de EEUU.
Smithfield conspira con gobierno contra obreros