CHICAGO — “La ironía de todo esto es que Bush en la televisión nos dice que estamos en Irak porque tenemos que deshacernos de las armas de destrucción masiva allá. Yo serví a mi país honorablemente allá para después regresar a casa a un sitio donde, como trabajador, yo ni tengo el derecho a la representación sindical. Las compañías tienen todo el poder. Nos golpean si tratamos de ejercer nuestros derechos”.
Estas fueron las palabras del ex sargento del Ejército de Estados Unidos, José Hill, de 30 años. Él es un residente del lado sur de Chicago y técnico para Comcast que está afiliado con el Local 21 de la Hermandad Internacional de Electricistas. Hill, entrevistado por Nuestro Mundo, es solo uno de los miles de trabajadores que tomaron parte en una manifestación aquí el 17 de febrero en pos de una ley laboral más fuerte que le dé a los trabajadores la oportunidad de ejercer su derechos a negociar colectivamente por mejor pago, beneficios de salud y para la jubilación.
Ellos llenaron el Salón de Plomeros y se juntaron con dirigentes nacionales de los sindicatos, oficiales electos y grupos de base de las comunidades y religiosos para apoyar el proyecto para la Ley de Libre Opción para Empleados. Esta ley simplificará la vía a la representación sindical para los trabajadores.
Los oradores le dijeron a los 3.000 trabajadores, representando a casi todos los sindicatos en el área de Chicago, que el proyecto estimularía a la economía asegurándose que más dinero entrara a la economía. Trabajadores en sindicatos ganan un promedio de 30 por ciento más que los que no están sindicalizados, tienen 59 por ciento más probabilidad de tener seguro médico a través de su compañía y cuatro veces más probable que tengan pensiones.
Gail Warner, una de las que habló en la actividad, está luchando por establecer el sindicato en Heartland Human Services en Effingham, Illinois.
Warner, de 39 años de edad, está casada y tiene un hijo de 14 y una niña de tres años. Ella trabajó como secretaria en el centro de pacientes no internados de la compañía cuando los trabajadores ganaron una elección sindical con un voto de 49 a 5.
“Decidimos unirnos al sindicato”, dijo Warner, “porque ellos despedían a los trabajadores que tenían mucho tiempo trabajando para tener gente más nueva a quienes les pagaban menos. En octubre del 2005, nos quitaron los beneficios, nos hicieron trabajar más horas y nos dijeron, ‘Si no le gusta, ahí está la puerta’. Nos unimos a la unión laboral en enero del 2006”.
Warner describió como los trabajadores pasaron los próximos 15 meses tratando de negociar un convenio laboral y como la compañía se negó a negociar. “Después de todos esos meses, en junio del 2007, 36 de nosotras salimos en huelga e hicimos piquete. Ellos contrataron a esquiroles menos cualificados que nosotras para hacer el trabajo y le pagaron a los esquiroles más de lo que nos pagaban a nosotras. Eso fue así por un año”.
Warner habló de como, durante ese año, hasta algunos de los esquiroles empezaron a sentir el mismo maltrato que recibían los trabajadores originales – recortes en pago, aumentos en horas y otros abusos.
Un año después, junio 2008, los trabajadores en huelga decidieron regresar a trabajar con la esperanza de continuar negociando. Sin embargo, la compañía hizo una huelga patronal y los trabajadores siguieron haciendo piquete.
“Yo creo que nuestro caso es una de las mejores razones en favor de la Ley de Libre Opción para Empleados”, ella dijo. “Si se convirtiera en ley, cuando los trabajadores forman un sindicato, ambas partes tienen 120 días para llegar a un acuerdo. Si no, entonces van a un árbitro que decide. Los dolores que tenemos en Effingham nunca hubieran surgido”.
En la actividad y una rueda de prensa anterior ese mismo día, dirigentes sindicales notaron que intereses comerciales estaban gastando “millones de dólares” para que no se promulgue la Ley de Libre Opción para Empleados y que tratarán de convencer a gente que los sindicatos quieren quitarles el derecho a los trabajadores de que votar.
Eso está muy lejos de la verdad dijo Roberta Lynch, del Concilio del Distrito 31 de la Federación Norteamericana de Empleados de Estados, Condados y Municipios, en la rueda de prensa. “Ahora los sindicatos pueden ser formados con las tarjetas o por elección secreta si la compañía decide”. Con la ley, “será lo mismo excepto que serán los trabajadores que tomen esa decisión”.
Ella criticó lo que llamó “la preocupación de las compañías por la democracia. ¿Ellos consultan a los trabajadores sobre inversiones o los despidos planeados? ¿Consultan a los empleados donde poner la fuente de agua? ¿Qué hacen ellos metiéndose en si los trabajadores quieren un sindicato o no?”.
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