CHICAGO – Llegaron a Soldier’s Field, no para hacerle porra al equipo de casa de los Bears de Chicago, sino para retar a los candidatos presidenciales que representan un arco iris de trabajadores y no a los ricos de Wall Street.
En la reunión sin precedente de 17.000 miembros sindicales y sus familias, siete candidatos presidenciales demócratas se postularon en el renglón de fútbol americano y le prometieron a un público entusiasta que ellos iban a ser la voz de los trabajadores en la nueva Casa Blanca del 2008.
El Foro de las Familias Trabajadoras del AFL-CIO fue parte de uno de los más grandes esfuerzos por los sindicatos de influir y cambiar el balance del poder en el gobierno de EEUU. El debate fue facilitado por Keith Olberman y emitido por MSNBC.
“Esta noche empieza el fin del gobierno más antilaboral en toda la historia de Estados Unidos”, le dijo a Nuestro Mundo John Sweeney, presidente de la federación sindical. “Cualquiera de estos candidatos que participaron esta noche representarían un nuevo día en Norteamérica —todos ellos han dedicado años a la lucha por las necesidades de los trabajadores norteamericanos”.
Los candidatos que participaron fueron los senadores Joseph Biden, Hillary Clinton, Christopher Dodd, y Barack Obama; el ex senador John Edwards; el gobernador de Nuevo México Bill Richardson, y el representante al Congreso Dennis Kucinich. Los candidatos republicanos y un sólo demócrata, el ex senador Mike Gravel, no participaron.
Los sindicatos le enseñaron a los candidatos y a todo el mundo, incluso a cientos de personas de los medios de comunicación que a veces son cínicos, que los debates presidenciales son una cosa pero que debates que se organizan para la gente trabajadora son otra cosa totalmente diferente. Los sindicatos convirtieron este evento en una entrevista de trabajo donde los candidatos fueron obligados a enfrentar a obreros con duras preguntas.
Steve Skvara, un jubilado trabajador de hierro de Union Township, en el estado de Indiana, se acercó al micrófono usando muletas. Casi llorando, preguntó, “¿Cómo puedo sentarme de frente a mi esposa, quien está enferma, en la mesa de la cocina y decirle que no puedo pagar por su seguro médico?”
Se acercó Deborah Hamner. Se presentó a si misma como “la esposa de George Junior Hamner. Yo lo quería. Murió en el desastre que ocurrió en la mina de Sago”. Hamner mencionó a los seis mineros atrapados en Utah. “¿Qué van hacer para mejorar la seguridad de los trabajos y en la industria minera?” fue la pregunta que hizo.
La trabajadora de hospital Shirley Brown de Chicago entró al centro de la atención pública. Contó de cuatro años de hostigamiento, intimidación, y despidos ilegales en el hospital Resurrection Health Care donde ella trabaja. Contó que enfrentó estos ataques porque ella y sus colegas intentan formar un sindicato en el hospital, “intentando de ejercer nuestros derechos humanos básicos”.
“¿Qué harán para cambiar esto?” preguntó. “¿Que hará para asegurar que tengamos la libertad de ser miembros de un sindicato?”
Jim McGovern, de Iowa y veterano de la guerra en Irak, se acercó al micrófono. Cuando regresó a casa, le dijo a los candidatos, “Encontré que mi trabajo en Maytag había sido exportado a otro país. ¿Qué se podrá hacer para ayudar a los veteranos a que regresan a buenos trabajos?”
Jorge Mulasano fue otro trabajador que se acercó para hacer una pregunta. Él es un cocinero en el Sheraton Hotel and Towers. Nacido en Argentina, Mulasano se hizo ciudadano hace seis meses. Preocupado por los inmigrantes, y especialmente los indocumentados, preguntó, “¿Qué van hacer para darle un camino hacia la ciudadanía a tantos trabajadores en este país?”
Los candidatos respondieron a estas y muchas otras preguntas. Veinte mil miembros de sindicatos mandaron sus preguntas, de las cuales Olberman escogió algunas. Otros temas incluyeron la guerra en Irak, la Ley Ningún Niño Quede Rezagado, la infraestructura del país, y los acuerdos de libre comercio.
Después del foro, Chris Matthews, del programa “Hardball”, advirtió que “si los republicanos piensan que pueden ignorar las preocupaciones del trabajador de hierro quien habló esta noche, están muy equivocados”.
Los candidatos demócratas parecen haber escuchado el mensaje de los sindicatos. Cada candidato apoyó un fin a la guerra en Irak. Edwards dijo que 40.000 tropas pueden salir ahora mismo, mientras que Kucinich dijo que todas las fuerzas podrían salir inmediatamente, y otros candidatos favorecieron planes concretos para salir con “seguridad y orden”. Todos dijeron que al terminar la guerra, se haría disponible más recursos tan necesitados para crear más empleo en EEUU.
Cada uno de los candidatos apoyó la creación de nuevos trabajos en el sector industrial, inclusive la reconstrucción de la infraestructura.
Clinton dijo que se pueden crear trabajos a través del desarrollo de recursos económicos que sean alternativas, reciclables, y recursos limpios de energía.
Aunque todos los candidatos deploraron las consecuencias del “libre comercio”, solamente Kucinich hizo una llamada para revocar el Tratado de Libre Comercio Norteamericano. Los otros dijeron que los acuerdos se podrían enmendar para que incluyan derechos para los trabajadores y la protección ambiental.
Cada uno de los candidatos enérgicamente apoyó el proyecto de Libre Escoger para Empleados, diciendo que ellos lo harían ley.
Todos apoyaron cobertura médica universal para todos. Kucinich también dijo que él apoyaba a HR 676, una propuesta de ley que implementa un sistema universal de seguro médica.
El concilio ejecutivo de la federación decidió el 8 de julio que no iba a respaldar a ningún candidato en particular. Los sindicatos afiliados tienen la libertad de apoyar a cualquier candidato en las primarias. Pero se espera que el movimiento laboral entero respaldará al candidato demócrata en las elecciones generales.
Trabajadores retan a los candidatos presidenciales