Venezuela: triunfo relativo

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De acuerdo con los datos actualizados del Consejo Nacional Electoral, el partido del presidente Hugo Chávez, el Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se adjudicó 98 de los 165 puestos de la Asamblea Nacional, la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tendrá 64 legisladores.

El gobierno seguirá teniendo mayoría en el Parlamento.

Lo "suficiente para continuar profundizando el socialismo bolivariano y democrático", dijo Chávez; aunque no para lo que desea hacer, de haberse obtenido una mayoría de dos tercios (con 110 legisladores) que se requiere para fundar una nueva economía, un nuevo estado, una nueva sociedad.

En otras palabra, el gobierno no podrá adelantar leyes de grueso calibre, llamadas orgánicas, ni modificar la Constitución. Ahí nace la diferencia y la novedad respecto de lo que existía.

La oposición de derecha y de los grandes medios de información se agarraron a esa rama para interpretarlo como un "fracaso del chavismo y un triunfo de la oposición" porque el PSUV no consiguió los 110 votos necesarios.

¿Cómo explicar que no se lograran los 110 escaños y se rompiera con el dominio de la Asamblea Legislativa?

Hay varias razones. La inseguridad que hace que Venezuela sea el país con mayor índice de homicidios del continente. (La oposición hizo del tema de la inseguridad una de sus banderas de campaña). Una inflación galopante que alcanza el 19.9 por ciento anual. (La pérdida del poder adquisitivo de los venezolanos se expresa en la alta inflación). la corrupción incrustada en todas las esferas del aparato estatal.

A esto se le suman los cortes de suministro de luz y agua que padeció la población a principios de año, según el gobierno, debido a la grave sequía, y para la oposición evidencia la ineficiencia de las instituciones gubernamentales.

Sin duda la principal señal del retroceso electoral se encuentran en el sustrato local instalado en el ánimo de los electores, o como afirmó alguien: "La existencia cotidiana determinó la conciencia del votante".

La sorpresa fue Anzoátegui, un bastión del chavismo. "La oposición creó una situación de malestar con el asunto de la electricidad. (Fue constante el sabotaje con los cortes de luz.) que pudieron incidir en el votante de ese estado.

En Sucre, otra región que disminuyó el voto afín al socialismo, el problema fue las luchas internas dentro de los militantes del gobierno. Se crearon macropoderes que estuvieron en contradicción.

Por otro lado, el universo chavista, compuesto por 14 millones de personas entendió que no se jugaba el destino inmediato del proceso en su conjunto, ni el Presidente, sino su poco sentida expresión parlamentaria y, en ese terreno, no encontró los mejores candidatos. Alrededor del 70 por ciento de ellos fueron percibidos como "desconocidos", "no representativos", "no queridos" o directamente "rechazados".

A propósito, los principales riesgos para la continuidad del proceso bolivariano no radican en una burguesía declinante, sino en la nueva "boliburguesía" nacida del control de las empresas estatales y de cargos políticos, integrada por burócratas oportunistas que han hecho fortunas al subirse al proceso. Una parte de esos personajes fungen como cuadros del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela).

La estrategia seguida por las clases dominantes venezolanas y sus aliados imperiales ha sido muy clara: fracasado el golpe de estado y derrotada la huelga petrolera la opción escogida consistió en corroer desde adentro a la revolución, desmoralizar a la población con una fenomenal campaña mediática de una intensidad y cobertura sin precedentes.

En 2005, los antichavistas se negaron a participar en los comicios legislativos por "falta de garantías". Pero ahora, aconsejados por los "expertos" de Washington, los grupos y partidos de la MUD se lanzaron a la búsqueda del número de diputados necesarios con el objetivo de paralizar la acción del gobierno desde la renovada trinchera de la Asamblea Nacional (Parlamento).

Si bien es cierto que a la oposición le sirven sus 64 votos (sobre 165) para impedir la adopción de leyes orgánicas, no cuenta con los votos que se necesitan (67) para imposibilitar la aprobación de leyes habilitantes, y hasta ahora las principales reformas han podido realizarse gracias precisamente a leyes habilitantes.

El socialismo del siglo XXI no corre peligro, pero su comodidad para tomar decisiones puede estar menos garantizada.

Alberto Ampuero es periodista radicado en Riverside, California. ampueroalberto@yahoo.com.