SOWETO, Sudáfrica - Fue un bello día africano de invierno, un clima decepcionante bajo el sol, pero caen las temperaturas a niveles amargos en Bloemfontein, la ciudad de flores, en medio de Sudáfrica. Y la selección inglesa estaba recibiendo una nueva lección: de que cualquier puede hablar el idioma del fútbol. Era una lección aprendida un día antes por la selección
Se ha comprobado una vez más que el idioma de fútbol es más que universal, y prevaleció la capacidad de la selección alemana para comunicarse en ese maravilloso dialecto una vez más este domingo en Bloemfontein.
Estos días la selección alemana es una amalgamación de culturas, pero aun si los jugadores de Ghana, Túnez, y los dos polacos en su selección pudieran todos hablar alemán, fue su comprensión del idioma futbolístico que dominaba mientras Jerome Boateng, Samir Kedhira, Mesut Ozil y el par prolífico de Lukas Podolski y Miroslav Klose dominaban el campo de juego.
La palabra final a Inglaterra fue tirada por Thomas Muller, un verdadero representante del viejo Alemania, pero sin embargo, él y Ozil, producto de una línea de inmigrantes turcos, ni tuvieron que platicar; cada uno supo automáticamente lo que estaba haciendo el otro y obedecía la pelota sus órdenes no habladas.
Al contrario, los jugadores ingleses pudiera haber sido extranjeros uno a otro, ya que no lograron comunicarse a pesar de hablar un idioma común; faltaban coordinación las trampas al lado y el par defensivo de John Terry y Matthew Upson sin comunicarse, el medio campo disperso e incapaz de hacer ningún contacto significativo. Quizás la mayor desilusión entre todas las mayores estrellas de la selección fueron Steven Gerrard y Wayne Rooney, ambos de Merseyside.
Los sudamericanos parecían dominar mejor el idioma del fútbol. Dicen algunos que tiene que ver con el efecto de los ritmos musicales sobre cuerpo y alma, pero es igual para los africanos con su rumba (la del Congo), ritmos kwasa kwasa y movidas que pueden trasladarse fácilmente al idioma del fútbol. Quizás la mayor desilusión para la mayoría de los equipos africanos es la de tener a técnicos no africanos que no entienden nuestro idioma corporal.
La pelota con nombre africano debería haber trabajado a nuestro favor. El jabulani ha obedecido el dialecto futbolístico en casi todos los respectos tratando de mantenerles a todos los equipos en sintonía.
Mientras que dominen los latinoamericanos al torneo, el inglés queda como un caló marginalizado, utilizado solo por la selección de Ghana entre los sobrevivientes. Pero, a fin de cuentas, el fútbol tendrá la última palabra.
¡A gozar!